Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

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Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

Testigo y colaborador de históricas hazañas

Pacífico es el primer y único club de su vida. "La vieja cancha estaba en Thompson 41. Yo vivía en Thompson 47. Así que cuando la puerta estaba cerrada, saltaba la pared. El canchero, don Gaetano, me daba una pelota pero, previo, siempre me reclamaba: 'primero tenés que darle con el pisón y pasar el trapo (la cancha era de tierra y arena) y luego la regás, porque más tarde se entrena la primera'. Yo tendría 11-12 años", memora, recordando un episodio que debe ser, es, común a mucho relatos de la época.
Testigo y colaborador de históricas hazañas. Deportes. La Nueva. Bahía Blanca


 Pacífico es el primer y único club de su vida.


 "La vieja cancha estaba en Thompson 41. Yo vivía en Thompson 47. Así que cuando la puerta estaba cerrada, saltaba la pared. El canchero, don Gaetano, me daba una pelota pero, previo, siempre me reclamaba: 'primero tenés que darle con el pisón y pasar el trapo (la cancha era de tierra y arena) y luego la regás, porque más tarde se entrena la primera'. Yo tendría 11-12 años", memora, recordando un episodio que debe ser, es, común a mucho relatos de la época.


 El episodio tiene continuidad.


 "Naturalmente, siempre iba a ver a los mayores. Había aprendido que siempre alguno faltaba a la práctica e, inevitablemente, llegaba la invitación que tanto esperaba: 'pibe, ¿querés entrar, así completamos los diez?'. Después no me pasaban una, pero yo estaba requetefeliz sólo por estar al lado de Héctor Bournaud, Sotero Sola, Mendiburu, De Pietro, Martitegui y otras figuras de entonces.


 "Incluso me quedaba en la vieja casilla, de chapa, escuchando las anécdotas que narraban mientras se duchaban. Con agua fría, por supuesto".


 Pero Oscar 'Coco' Bruni recién al cumplir 13 años pudo vestir su adorada casaca verde.


 "Lleno de entusiasmo empecé a entrenar junto a otros chicos, con las enseñanzas de Moro. Estaban por armar el equipo de infantiles, que era la categoría más chica. Recuerdo como si fuera hoy que los entrenamientos eran presenciados por un señor de anteojos, que se acodaba sobre la baranda (vías de ferrocarril servían a esos efectos). Yo me preguntaba quién sería, pero no me animaba a averiguar. Hasta que un atardecer me llamó: 'jovencito, venga. ¿quiere jugar, ya se fichó?. ¿No?. Bueno vaya a la Asociación y haga el trámite'.


 "Ese señor era nada menos que don Abel Amor Bournaud, uno de los próceres del básquetbol bahiense, a la sazón presidente del club".

El gran salto




 Corría el año 1945. Después pasó a cadetes y a quinta. Luego, en 1956, cuando contaba 17 años, junto con Jorge Di Toto eran comodines. Podían jugar en reserva y el equipo superior.


 "Terminado el preliminar nos cambiábamos de pantaloncitos y de vuelta salíamos a la cancha. Al principio hacíamos banco, pero pronto empezamos a ingresar, cada vez más minutos", se relamió.


 Oscar Bruni era un flaquito tirador. Eso registra nuestra memoria. También que solía buscar el cesto con remates desde las esquinas, su lanzamiento preferido, y que salía en contraataque. Se lo comentamos.


 "Pero además marcaba bien --nos sorprende con su acotación--.


 "Era tenaz, seguidor, responsable".


 Como no lo teníamos en esa foto, y adivinó nuestras dudas, abrió una de las tantos sobres que trajo para la entrevista y blandió: "ves, en este recorte de "La Nueva Provincia" se destaca la defensa que hice sobre Julio Serrano, frente a Barracas Central".


 Dicho lo cual, guardó cuidadosamente el recuerdo en el mismo lugar desde donde lo había sacado. Actitud acorde con su forma de ser.


 Con Pacífico pasó de todo. Por ejemplo, dos descensos a segunda y otros sendos ascensos. El último, en 1971, con la conducción técnica de Luis Rocco.


 "A la cortada, 'Coco', a la cortada, me gritaba Héctor Bournaud. Y con un pase largo me la dejaba lista para la bandeja. Que bien pasaba la pelota. Aunque rezongón, era un lujo jugar a su lado. Cerebral, buen defensor, gran armador de juego y con una fuerte personalidad. Llegó a ser capitán de la selección nacional argentina", se solaza en subrayar.


 "Siguió hasta bien grande, bien por arriba de los 35 años. Una de sus frases predilectas era: 'A esta edad estoy cortinando para los demás. Fíjense cómo pasó el tiempo".

Sus maestros




 Así como no retacea su admiración por los Bournaud, también es un agradecido de los entrenadores que tuvo.


 "Cuando era chico, me enseñaron Héctor Moro, Haroldo Martínez y Mendiburu. Luego Carlos Danussi, 'Pancho' Bocanegra y Luis Rocco. De todos aprendí, siempre dejan enseñanzas".


 Pero el contribuyó, poniendo su esfuerzo.


 "Los días en que no teníamos práctica, con un grupo en el que estaban Jaimito Serra y Mario Gerardi, íbamos al gimnasio que Pacífico tenía en un primer piso de la segunda cuadra de calle O'Higgins, donde hoy está la farmacia Medrano. Si bien era chica, y no reunía las condiciones reglamentarias, contaba con dos tableros y piso de madera. Un lujo. No te olvides que siempre jugábamos al aire libre".


 Su contracción y deseo de superación tuvo premio. A medias.


 "Fui dos veces preseleccionado por Bocanegra para alistarme en el combinado mayor bahiense. Pero no quedé en ninguna. Ocurre que elegía siempre a 'Billy' García (Williams José, luego médico de planteles bahiense y de Provincia, fallecido no hace mucho). Eramos los dos tiradores, él, zurdo, y se ve que andaba mejor que yo", admite sin rencor.


 Después de 25 años en actividad, Oscar Bruni se retiró en 1972.


 Esto no quita que durante, después y hasta estos días, sigue vinculado al deporte de sus amores.

Como en botica




 Abarcó todo tipo de menesteres. Fue entrenador, por ejemplo.


 "Siempre en menores. Sí, claro, en Pacífico. Me encantaba. Traté de volcar todo lo que me habían enseñado".


 También añadía algunas innovaciones.


 "Para no ser tedioso con los fundamentos, algunas veces llevaba a los chicos al Parque de Mayo, en bici, para hacer recreación".


 A esta altura Oscar Bruni cerró sus ojos, como para mejor memorizar.


 "¿Sabés quién era uno de los pibes? Lo tenía a 'Canito' (por Luis Alberto Cano, el periodista) en infantiles. Trataba de cuidarlos mucho, sobre todo del frío. En la casilla que servía de vestuario, el aire se filtraba por entre las chapas. Y de la canilla, que estaba al lado de la cancha, ni hablar. Las gotas que caían terminaban formando barritas de hielo..." Tal cual, como estalactitas.


 También fue planillero. Y dirigente de subcomisión.


 "Nos reuníamos en la farmacia de Otharán, que siempre estaba de turno".


 Como árbitro tiene una anécdota que hace a la historia, y que es imperdible.


 "Era obligación de los clubes presentar árbitros. particularmente hacía rato que atendía esa tarea, pero necesitábamos otros. Así que, por esas cosas de la vida, yo fui quien llevó a Rodolfo Gómez a iniciarse en el referato. Tengo bien fresco el día de su debut. Nos trasladábamos caminando por la Avda. Colón para controlar un partido de menores. Y al tiempo que le iba indicando cómo desempeñarse, le aconsejaba que dirigiera tranquilo...


  "Imaginate. A esta altura suena como un caradurismo total, pero yo no tenía ni idea hasta a dónde llegaría", se disculpó.


 "Eso sí, recuerdo que al regresar vine pensando que 'en el club tenemos árbitro para rato'. El tiempo demostró que Pacífico, Bahía y la Argentina le quedaban chicos. Rodolfo había nacido para arbitrar. Era un fuera de serie. Un internacional de primera línea".

Servicio de lujo




 Hace casi medio siglo que Oscar Bruni está al lado de las selecciones bahienses. Todo un récord que lo convierte en un
un testigo especial, casi único, de las distintas etapas que incluyeron muchos más pasajes de gloria que de tristeza. Rotaron jugadores, entrenadores, dirigentes, rivales. Pero él quedó.



 "Como auxiliar me inicié en 1957. Hice una primera experiencia en el campeonato argentino que, aquí, ganó Provincia. Estuve, aunque no oficialmente, siempre ahí, cerca, colaborando, mostrando que me gustaba y quería. Dos meses después, en vísperas del regional de Dorrego, me llamó 'Cacho' Feliziani para que diera una mano como colaborador. 'Sos una persona seria. Hablamos mucho con René Giménez, Florindo Stacco y Julio Serrano, y coincidimos en que nos gustaría que estés al lado nuestro', me dijo.


 Esa noche, solo en la habitación de su casa, lloró como un chico. Pero de alegría.


 "Se cumplía el sueño de mi vida", reconoce complacido.


 Desde ese momento, a ningún conductor de turno siquiera se le cruzó por la cabeza otro nombre que no fuera "Coco".


 "Tenía que estar en todo y en todo estaba, mucho más allá de sus obligaciones específicas. Utilísimo para los equipos y las delegaciones. Es capaz hasta de prever los imprevistos, como llevar aguja e hilo, amén de botones, cordones de zapatillas, elásticos, etc.", suele comentar Rubén Ferrandi, uno de los entrenadores que lo eligió para tenerlo dentro de su cuerpo técnico.

Puertas adentro




 Pese a que a su lado hubo un auténtico desfile de estrellas de distintas épocas, con las que le tocó atender y convivir cientos de horas, es reacio a hacer comentarios puntuales.


 Testigo presencial valiosísimo de innumerables intimidades, resulta no obstante un obcecado cultor del perfil bajo. Incluso costó convencerlo para que acceda a la entrevista.


 "Fruet y Cabrera eran especiales. De un máximo de responsabilidad. Los momentos en que les daban libertad para salir, los aprovechaban para descansar. Y el ejemplo de ellos cundió", es lo máximo que pudimos extraerle.


 Con los mayores Oscar Bruni estuvo en las conquistas de innumerables regionales, zonales y provinciales. También los valorados títulos argentinos, a saber: Jujuy (año 1966), Paraná (67), San Luis (69), Catamarca (70), Corrientes (71), Salta (72), Chaco (73), La Rioja (74), Capital (75), Viedma (76) y Tucumán (78), amén de los subcampeonatos de Santiago (68) y Córdoba (77).


 "Viví intensas alegrías gracias a esos muchachos", resume.


 Pero no olvida que hubo momentos en que la pasaron mal.


 "En San Juan (58, terceros) salimos de la cancha envueltos en gases lacrimógenos. El torneo no terminó. Fue declarado desierto".


 El otro ocurrió en Santiago del Estero.


 "Se había creado un ambiente terrible en contra nuestra. El día de la final, frente al local, no nos dejaban entrar al estadio. Tuvimos que dar vueltas alrededor y terminamos ingresando por la casa de un vecino. Cuando el equipo ingresó al rectángulo llovieron tomatazos, huevos, latitas y hasta algún melón. La delegación de Santa Fe nos acordonó para cubrirnos y defendernos. Fue ahí donde Adrián (Monachesi) se enganchó con Bahía. Así y todo, si no hubiese sido por un mal arbitraje, nos volvíamos con la Copa, que perdimos por un punto".


 Y amplía.


 "Todo vino porque en la serie de clasificación les habíamos ganado. Y eso, pese a que luego de viajar en micro (de los de antes, sin asientos reclinables y con algunos jugadores durmiendo en el piso), tras levantar a Goizueta en Tres Arroyos y a De Lizaso en Necochea, llegamos el mismo día del debut".

La frutilla del postre




 Desde luego que su aureola de minucioso trascendió. El sello personal que impuso por su pulcritud, sentido de la ubicación, prolijidad y puntualidad hizo que Oscar Bruni se ganara el respeto generalizado, excediendo las fronteras de la patria chica.


 Año 1967. Vísperas del Mundial de Montevideo. Se le apersona el dirigente confederacionista Antonio Rueda, un tipo seco, directo y exigente.


 "Pensamos en Ud. para que sea auxiliar de utilería de la delegación argentina. Pero tengo el deber de advertirle que no hay previsto viático para su trabajo", lo invitó con tales salvedades.


 "¡Qué viático ni viático, si yo estaba loco de contento por mi nominación!", rememora "Coco". Y al Uruguay fue, por supuesto.


 Pese a que ese momento tocó el cielo con las manos, acompañó y sigue acompañando las delegaciones bahienses, las de menores incluidas, sin fallar a ninguna cita.


 "En ocasiones, durante los viajes, los chicos me piden que les cuente anécdotas de esos tiempos de gran gloria. '¿Para qué? ¿Para que puedan conciliar el sueño?', les respondo en broma. Pero ellos insisten. Realmente les interesa y me parece bien que conozcan la historia de sus antepasados basquetbolísticos".


 Al respecto, es optimista sobre el futuro.


 "Hay muchos buenos entrenadores trabajando en las inferiores. Estoy convencido que de Bahía seguirán saliendo grandes figuras, que nos mantendrán a la altura del prestigio que alcanzó internacionalmente".

Cuando un consejo marca una vida




 Que Oscar Bruni es querido por todos ("es más bueno que el pan", se suele escuchar repetidamente) es una verdad que todo el mundillo basquetbolístico conoce y reconoce. Pero hay pequeñas cosas, detalles de su amor por Pacífico, que no tomaron tanta trascendencia y que, sin embargo, lo pintan de cuerpo entero.


 "Para no darle gasto al club, cuando practicaba solo lo hacía a la luz de la luna", admite con sencillez.


 Tras dejar su trabajo, solía llegar primero a los entrenamientos, o partidos, para inflar los balones, abrir y limpiar el vestuario, encender las lámparas, preparar el piso, chequear el estado de las chapas que servían para llevar el marcador del juego y todo lo que se le ocurra. También se hacía cargo de la caldera, para la ducha posterior.


 "En la vieja cancha de Güemes, cuando la leña estaba húmeda me costaba prenderla", es su único comentario al respecto quien, pese a su prolongada actividad como basquetbolista jamás fue expulsado.


 En una oportunidad, llegó a pedir licencia laboral para, junto con Rodolfo Gómez y Luciano Frisicale, colocar los flejes que demarcaban el rectángulo de juego.


 "Anda, niño, llévate la cama allá, porque vives en el club", era el recurrente reproche de su madre, madrileña ella, quien además, le dejó una sentencia que lo marcó a fuego.


 "Tienes que respetar para ser respetado. Y trata de hacerte de amigos, que es lo más importante en la vida".


 Y 'Coquito' no la defraudó.

Personal




 Oscar Rubén Carlos Bruni nació en Bahía Blanca, calle Donado, el 11 de febrero de 1932, como su hermano Juan Carlos.


 Está casado con Edith Bonfiglio, de cuyo matrimonio nacieron Guillermo (34) y Fernando Martín. Tiene dos nietos: Tomás (6) y Laureano (2).


 Está jubilado de su único empleo, en Hierromat, y desde 1975 desempeña tareas administrativas en la Asociación Bahiense de Básquetbol.


 Sus estudios primarios los cursó en la Escuela Nº 34, cuando el establecimiento estaba justo enfrente a la entrada principal del club Estudiantes, la primera cuadra de calle Santa Fe y hoy es lugar del negocio de Jorge Faggiano, titular albo.

Enrique Nocent/"La Nueva Provincia"