Bahía Blanca | Lunes, 06 de mayo

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Silvia Mores: todo sobre mi padre

Por hoy, el espectáculo no debe continuar. ¡Vaaaamos Silviiita...! --repite el papá, ya impaciente y con su aflautada voz, en la puerta del teatro. Una mirada y una sonrisa de ella bastan para que Mariano Mores comprenda que esta vez deberá irse solo. Entonces, con el escenario ya en penumbras y la platea vacía, empieza otra función con sólo una protagonista: Silvia Mores.
Silvia Mores: todo sobre mi padre . El mundo. La Nueva. Bahía Blanca


 Por hoy, el espectáculo no debe continuar.


 --¡Vaaaamos Silviiita...! --repite el papá, ya impaciente y con su aflautada voz, en la puerta del teatro. Una mirada y una sonrisa de ella bastan para que Mariano Mores comprenda que esta vez deberá irse solo.


 Entonces, con el escenario ya en penumbras y la platea vacía, empieza otra función con sólo una protagonista: Silvia Mores.


 Una pequeña foto en blanco y negro la lleva, de repente, a esa tardecita de 1971, la de su primera llegada a Bahía Blanca.


 --¡Mirá esos lentes! Hexagonales, grandotes y transparentes. Todavía los tengo. ¿Y ese saco tan largo? Me acuerdo de todo --respira profundo para controlar la emoción--. Fue la última gira por ciudades del interior antes de mi casamiento. ¡Qué jovencita! ¿No? Tenía 22 años. ¡No volver a tenerlos...!


  Tardó casi tres décadas en regresar. Silvia Mores vino por tercera vez hace unos días para cantar junto a ese mito viviente de la música popular argentina: Mariano Mores, su papá, su maestro, su referente.


  --Menos el talento, yo heredé muchas cosas de mi viejo. Incluso algunos defectos.


  Corrían los '60. La televisión copaba los hogares. Silvia tenía 16 años y se le abrió la primera puerta con La familia Mores, un programa que se le ocurrió al dueño de Canal 9, Alejandro Romay. Ella, que sólo cantaba en su casa, de pronto apareció cantando junto a sus padres y a Nito, su hermano.


  --La gente me aceptó con mucho cariño y surgieron propuestas. Papá tenía su tipo de música y yo cantaba twist, pop y hasta temas de Los Beatles. Tenía mucho éxito con los chicos. Tanto, que me eligieron para reemplazar durante un año a Evangelina Salazar, que se casaba con Palito Ortega, en una tira que hacía furor: Jacinta Pichimahuida. Pero yo quería cantar y lo hice en Canal 9, luego en el 7 y en el 13. Después sí, trabajé en comedias con Hugo Moser y en el ciclo infantil de Carlitos Balá. Entré en una vorágine de trabajo.


 El intento de secuestro que afrontó Mariano Mores marcó una frontera en la vida de toda la familia.


 --Hasta teníamos que salir de casa con guardaespaldas. Era una época muy compleja para el país, y en medio de ese caos a papá le salió un contrato para trabajar en Méjico. "Nos vamos", dijo. Y nos fuimos. Yo, que estaba de novia, dejé todo. Pero fue la posibilidad para salir de una pesadilla.


 En Méjico, Silvia tenía a su cargo la parte inicial del show de los Mores. Nada de tango, pero con los músicos que le prestaba su papá. Después, la música ciudadana llegaba en las voces de Nito y Claudia, su mujer.


 --Nos quedamos muchos meses. Mi novio pensaba que ya no iba a volver y me fue a buscar. Pero como mi cuñada estaba por ser mamá [ese hijo, Gabriel, ahora canta con Silvia], papá me pidió que la reemplazara. Y como dice el viejo refrán: no importa si a los jóvenes no le gusta el tango, porque el tango los sabe esperar.


 El primero que interpretó fue Adiós. Así despidió al pop, mientras entendía que el tango debe cantarse con el alma.

Señora de campo y de tango




  En 1973 Silvia se casó con Alfredo Fabbiani, dueño de un establecimiento rural en la provincia de Corrientes. De pronto se acabaron los ensayos, los espectáculos, los aplausos, las tapas de las revistas y las notas por TV.


 --Conocí a Alfredo de muy chica y siempre pensé que era el hombre de mi vida. Por eso dejé todo, aunque fue muy duro. Pasé del teatro a la quietud del campo, de viajar de aquí para allá a dormir la siesta y a extrañar a la familia. No tuve una vida de princesa. Sólo volví a Buenos Aires para los partos de mis dos hijas y sin la presencia de mi marido. El hombre de campo es muy especial... Igual, mi marido es mi otra mitad. Y aunque no todo fue color de rosa, nos sigue uniendo una relación demasiado fuerte.


 Silvia Mores pasó más de 22 años lejos de los aplausos, pero la convocaron ciertas coincidencias. Por ejemplo, volvió a cantar en el teatro donde había sido su última actuación.


 Estaba en Buenos Aires, lista para irse a Corrientes, cuando Mariano la llamó para decirle que tenía una emergencia y que debía sustituir a su cantante. Eran las 2 de la tarde y el espectáculo comenzaba a las 21, en Rosario.


 --Desde hacía años, lo único de mí que tenía que ver con el arte era la pintura. Pero apareció Mariana y me convenció. Hasta me prestó su ropa. Tomé el avión y llegué cuando la gente ya estaba en la platea. Papá, con su frac puesto, me recibió con la mejor de sus sonrisas. No había tiempo para ensayos. Sólo me marcó el tono en el piano y salí temblando para el escenario. Me acordé de todas las letras. Canté y lloré.


  Después de esa experiencia, Silvia ya no se apartó del tango. No quiso renunciar al privilegio de compartir un escenario con su papá y con su sobrino.


  Silvia Mores nació en Buenos Aires, el 28 de junio de 1949. Mariano la acunó tocando los tangos que jamás dejará de tocar. Y que ella no dejará de cantar.

La familia

Papá
* Mariano Mores --Mariano Martínez-- tiene 86 años y es el autor de temas tan celebrados como Uno, Taquito militar, Cafetín de Buenos Aires y Adiós pampa mía.
* Comenzó su larguísima, prolífica y exitosa carrera a los 10 años, cuando ya tocaba el piano en distintos escenarios porteños.
* Se consagró como compositor de sucesos, entre ellos Cuartito azul, Frente al mar, Grisel y La calesita.
* También protagonizó varias películas. Debutó con Mirtha Legrand en M ama a M. Luego encabezó el papel estelar con la misma actriz en La doctora quiere tango y con Diana Maggi, en La voz de mi ciudad.










 "Papá es un luchador --define Silvia--. Perdió a su padre cuando tenía 14 años y como era el mayor de una familia de siete hermanos, salió a buscar el pan con lo único que sabía hacer: tocar música. Después, su madre falleció mientras tenía un contrato en Nueva York. Sólo le dieron permiso dos días para volver a Buenos Aires. Yo fui testigo de cómo se despidieron. Más tarde, tuvo que soportar la muerte de Nito, su hijo, mi hermano. Papá nunca me pegó. Sí me exigió, y mucho. A veces, lo visceral lo supera, pero él siempre quiere sacar lo mejor del músico."

Mamá




 "Mirna es muy especial. Ella también cantaba, pero dejó todo para acompañar a papá --valora Silvia--. Es el pilar de nuestra familia. Supo cómo manejarse entre la fama y las admiradoras de papá, a quien pudo sacar de la noche porteña. Gracias a su fuerza, hoy todavía podemos disfrutar de Mariano Mores. Claro que ella nunca se lleva los aplausos."

Las hijas




 "Mariana, una de las dos grandes maravillas de mi vida, apareció cuando no la esperaba. Físicamente es muy menudita y parecida a mí. Es una criatura llena de alegría, de fuego y muy linda por dentro", cuenta Silvia de la conductora de televisión casada con Gastón, el hijo de Raúl Portal.


 De su otra "maravilla" dice: "Paola es una morena espléndida, con las características físicas de la familia de mi marido. Ella me ha dado un hermoso nieto."

Ricardo Aure/"La Nueva Provincia"