Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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Relaciones: ¿atrapado o con salida?

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   ¡No va más! Sentencia final para una relación de pareja, sin embargo y con aspecto inerte, se permanece.

   ¿Se puede quedar atrapado? ¿Hay o no hay salida? ¿La resignación se traduce en una vida suspendida?

   El problema no es nuevo sin embargo la pandemia lo intensificó o al menos, el encierro del año 2020, puso sobre la escenas conflicto que antes del Covid 19 eran sepultados por la vorágine y la vida cotidiana.

   La lista de excusas es interminable: hijos, mudanzas, temor, enfrentar un divorcio, amistades que suelen tomar partido, temor a lo nuevo y la que siempre más peso tiene corresponde al reparto de bienes, situación económica o perder el estándar de vida.

   La lista de intentos por revitalizar la relación también es interminable: viaje corto, viaje largo, terapia de pareja, retiros, talleres, cambio de vivienda, abrir la pareja un tiempo, introducir un tercero, redimensionar años de matrimonio como catapulta para atravesar el futuro y no faltan videntes, tarotistas y prometedores de amarres.

   Las estadísticas reflejan que tras intentar distintas variantes para mejorar la relación pocos lo logran, generalmente ya es tarde; no obstante por decisión o por costumbre se permanece atrapado aunque siempre hay salida.

   ¿Cuáles son los indicios para detectar si se está atrapado en una relación que no tiene posibilidades de resurrección?

   Hijos. Generalmente los adultos suponen que una separación genera un golpe irreparable en los hijos, especialmente si son niños. Sin embargo crecer en un clima caracterizado por la indiferencia, la frialdad y las escasas manifestaciones de afecto también es nocivo. La situación empeora cuando niños y hasta adolescentes son testigos de discusiones, gritos y peleas.

   Una sana separación es más recomendable que una mala convivencia. Disminuye el estrés para todos los integrantes y los más pequeños ven una forma de resolución de conflicto y no una convivencia infeliz.

   Temor al proceso de divorcio es otro motivo ya que a veces es costoso y prolongado, por tal razón es recomendable contar con asesores especializados en la materia.

   El miedo paraliza, por ende es un motivo que conduce a quedar atrapado. Imaginar un estado de soledad, la imposibilidad de desarrollar otros proyectos, de entablar otras relaciones, de no poder resolver situaciones cotidianas, perpetúan el permanecer atrapado en una relación displacentera.

   El “qué dirán” es otro causal de permanencia. Si bien la mirada del otro es importante para todo ser humano, nunca debe ser un condicionante; es inevitable conformar a todos y controlar los comentarios.

El motivo que más peso tiene es el factor económico, ya sea porque se depende económicamente del integrante de la pareja o porque hay que repartir los bienes gananciales, el dinero termina gobernando la relación.

   Por más complejo que parezca siempre hay una salida. Borges decía: “El peor laberinto no es esa forma intrincada que puede atraparnos para siempre, sino una línea recta única y precisa”, línea a la que veces se la transita con resignación y en punto muerto.