Un teatro al que hay que seguir cuidando

Redacción de La Nueva.

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   Luego de más de dos años de trabajos, el teatro Municipal reabrió sus puertas, en un hecho que debiera marcar un punto de inflexión en el funcionamiento de la histórica sala habilitada en 1913.

   Fueron momentos de alta complejidad. Por un lado, asumir y reconocer que no había muchas alternativas a esa decisión, salvo la de esperar consecuencias graves que no dieran lugar a cuestionamiento alguno.

   La realidad es que la falta de mantenimiento, adecuación y renovación del edificio habían llevado a las instalaciones de electricidad e incendio a un estado tal de calamidad que, de acuerdo a un informe elaborado por profesionales de la UTN, el riesgo de vida era inminente tanto para quienes concurrían al lugar como para las empleados del lugar.

   De hecho, el teatro Municipal no reunía las condiciones mínimas para estar habilitado: es decir que en materia de seguridad reflejaba un grado de ilegalidad intolerable.

   Si bien hubo voces críticas al cierre y hasta hubo funcionarios de la oposición que buscaron sacar provecho de esa situación culpando al actual gobierno de no haber actuado en tiempo y forma, la realidad es que el teatro Municipal llevaba décadas de desatención.

   Es necesario pensar que un edificio de esas características, con un uso intenso, con variedad de actividades, no exige un presupuesto anual acorde, que permita no solo mantenerlo sino también mejorarlo y modernizarlo.

   No se condice en los hechos el orgullo que para los bahienses significa este espacio. Se lo admira pero no se lo cuida, se lo alaba pero no se lo mejora, se lo disfruta pero no se lo adecúa. Es momento de jerarquizarlo y destinarle el presupuesto adecuado.

   Es de esperar que tanto funcionarios del Departamento Ejecuctivo como ediles como vecinos en general no vuelvan a desatender este edificio que es mucho más que un símbolo de la ciudad.