Bahía Blanca | Sabado, 18 de mayo

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Alberto Rantucho, motivador: quedó ciego, le diagnosticaron Parkinson y lleva una vida plena

Nacido en Carhué perdió la vista a los 31 años, pero no los sueños. Conoció el Centro Braille, terminó la secundaria y se convirtió en Abogado. Se casó, tuvo dos hijos y adoptó a un chico con discapacidad. Comparte su historia para inspirar. 

En México. Rantucho aconseja a las personas ciegas que viajen: "Se viven experiencias inolvidables"
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Audionota: Natalia Marinelli

   Tiene 74 años y hace muy poco le diagnosticaron Parkinson. La palabra asusta, pero él está acostumbrado a los desafíos y así lo tomó, como un desafío más. Lejos de entregarse, Alberto Rantucho decidió realizar un tratamiento, ejercitarse y mantener a raya la enfermedad. Y una vez estable compartió su experiencia para ayudar a más personas a trascender los obstáculos, demostrando una vez más que su capacidad de superación no conoce límites.  

 Nacido en Carhué pero radicado en Bahía Blanca, pasó por tantos desafíos que su vida parece un guión cinematográfico. Quedó ciego a los 31 años cuando un desprendimiento de retina, primero de un ojo y más tarde del otro, lo dejó en la oscuridad. No obstante, su luz interior siguió brillando hasta iluminar a la comunidad.

  
   Con su esposa María Julia Medina, quien falleció hace 12 años.

   Se acercó a la institución Luis Braille, en Bahía Blanca, y notó que aún en su condición era posible estudiar y trabajar. Animado, terminó la secundaria y rindió la carrera de Abogacía libre en la UNLP. Se enamoró, se casó y tuvo dos hijos: Mariana y Martín. Luego, junto a su esposa, adoptó un chico con discapacidad. Hace 12 años perdió a su esposa. También falleció su hijo del corazón. 

   Tras hacer el duelo por estas pérdidas recuperó el entusiasmo y las ganas de seguir adelante. Hasta el año pasado condujo el programa de televisión Compartiendo Valores, con la inclusión como eje principal, pero en plena pandemia, empezó a sentirse extraño y tomó nota de algunos síntomas físicos.

   “Si bien ya había notado unos movimientos irregulares en una de mis manos, noté rigidez en los músculos y me bajó el tono de la voz porque no modulaba bien. Me hice un chequeo con un endrocrinólogo y me derivó al neurólogo, el cual con mucha precisión me dio el diagnóstico”, contó.

   
   El día en que Braille le rindió homenaje colocando una placa con su nombre a un salón.

   El 5 de abril de 2021 comenzó con un tratamiento que incluye medicación y actividad física y que tuvo un efecto muy favorable. 

   “Lo tomé con naturalidad, con ganas de contarlo y así ponerle garra a las adversidades de este tipo. Tener Parkinson no es tan grave como uno piensa y se puede llevar adelante con perseverancia y buscando eso que tenemos adentro todas las personas, la resiliencia. Decidí contarlo porque mi experiencia puede servir a otras personas”, añadió.

   “Al decir Parkinson no pienso que soy enfermo, pienso que lo contraje, que lo llevo y lo tengo que mantener para llevar una vida normal y plena, lo que ambiciona cualquier ser humano. No soy la excepción y pretendo eso”, expresó.

   
   Cuando sus hijos eran pequeños.

    Admitió que en el último tiempo no le resultó fácil llegar a las redes sociales pero con colaboración intentó integrarse nuevamente a la sociedad a través de esta herramienta y ser útil a las instituciones y a las personas que lo necesitan. 

   “Gracias a Dios he logrado superar otras adversidades ¿por qué no lograrlo en esta? Hago lo que tengo que hacer en la parte física, tomo la medicación y me abro a hablarlo como algo natural y así no me voy a considerar enfermo, sino una persona que tiene Parkinson. Nada más”, manifestó.

   Fanático de valorar el trabajo de los voluntarios de las instituciones y de los comedores busca también hacer aportes desde su lugar.

   
   Timoneando la vida. Crédito: Coco Arnaiz.

   “Hay personas que con muchos menos problemas se quedan. Creo que hay que enseñarles, brindarse a esas personas para hacerles ver que con perseverancia y con ganas de vivir bien se puede lograr mucho”, subrayó.

   Respecto al Parkinson destacó que a partir del tratamiento recuperó su condición física en un montón de aspectos. 

   “No debemos alarmar con las enfermedades: hay que llevarlas, no padecerlas”, dijo.

   
   Escribió el libro Laberintos de la vida que luego se convirtió en un documental.

    En sus charlas de superación personal, suele usar como metáfora de avanzar en la vida, la construcción de una casa.

   “Si planifico todo y digo que dentro de seis meses me voy a vivir a la casa, pero luego falta el gasista,  el electricista, o no llegan los materiales… Si demoró diez meses en lugar de seis, se  disfruta igual. Eso es lo que debemos hacer ante una adversidad. Vencer obstáculos, esquivar piedras del camino y, seguramente, vamos a llegar a la meta”, indicó.

   “Soy porfiado, entre comillas. Cuando se plantea una adversidad busco herramientas apropiadas para superarla. Cuento con la experiencia de adversidades anteriores que superé y eso sin dudas me dan la pauta de que crecí”, dijo.

   Por supuesto, en este camino no es todo color de rosa. Hay altibajos que no se pueden sortear.

   “Si alguien me dice ‘Anteayer perdí la vista, pero ya está, ya estoy encaminado otra vez’; le digo, `No, no estás encaminado otra vez’. Hay bajones que tenés que pasarlos, tenés que vivir ese duelo para salir a flote. Y allí sí, una vez que saliste a flote comenzás a disfrutar de ese esfuerzo”, indicó.

   Rantucho recordó que cuando era estudiante libre en La Plata y viajaba hasta allí para rendir y la mesa se suspendía o desaprobaba, sentía que todo se venía abajo, pero seguía adelante.

   
   Sus hijos Mariana, Martín y Leandro, quien partió hace 4 años. Su nieta Azul.

   “El día que me dieron el título fue increíble. Me dije ‘Si puedo hacer esto, puedo hacer otras cosas’. Y cada vez que me pasa algo recurro a aquellos recuerdos de situaciones duras, de momentos de llanto, de los que pude salir”, añadió.

   Los viajes forman una gran parte de su vida y de sus aventuras. Estuvo en las olimpíadas de Londres 2012, en el Mundial de Rusia, en la final del Maracaná de Argentina- Alemania, visitó México y vio básquet a la NBA con Ginóbili. Así lo contó él: “Vi básquet”. 

   


   Con la actriz y presentadora Virginia Lago.

   Fue presidente del Centro de Rehabilitación y Biblioteca Popular Luis Braille y de la panificadora Nuevo Sol. En Braille, en 2019, colocaron una placa con su nombre en un salón, en un homenaje.

   “Fue un momento muy hermoso porque allí conocí a mi esposa y a mi hijo adoptivo, quienes fueron parte de mi vida, como Martín y Mariana. Leandro hace 4 años que falleció. Tengo dos nietos: Azul y Tahiel, dos razones más para disfrutar la vida”, dijo.

   “Soy un eterno agradecido de tanta gente que colabora conmigo. Vivo solo pero tengo a mis hijos y nietos cerca así como a mis hijos políticos. Un agradecimiento muy especial a esos amigos que abarcan toda la palabra amigo”, sostuvo.

   Se emociona al pensar en tanta gente que tiene cerca.


Su nieta Azul, Edel (nuera), Martín y Mariana (hijos) , el pequeño Tahiel y su yerno Adrián.

   “Tan cerca como estuvo mi señora, en su momento. Una mujer con una fortaleza terrible. Enfrentó el desafío de casarse con una persona ciega y adoptar a un hijo con discapacidad.  Eso la pinta de cuerpo entero. Agradezco a quienes me ayudan a compartir mi experiencia para que sirva a alguien”, dijo.

   Inclusión. “La inclusión es una tarea de concientización hacia la comunidad y hacia la persona con discapacidad que debe prepararse para integrarse laboralmente. No podemos pretender que nos integren a una empresa si no estamos preparados solo porque tenemos una discapacidad. Debemos ser idóneos para esa tarea. Se puede lograr una inclusión verdadera. Debemos apoyar a las instituciones no solo económicamente”, dijo.

   


   Junto a Guillermo, Elvio y Lucas, sus profes. Viajaron a la patagonia para cumplir la promesa de celebrar e fin de la pandemia.

   Los profes. Los profesores Elvio"Coco" Arnaiz, Guillermo Echeguren y Lucas Martínez asistieron a Alberto durante la pandemia. Sus amigos Diego, Marcelo, Cacho y Ubaldo, entre otros grandes amigos, siempre están cerca. Dijo Coco: "Trabajo hace más de seis años con Alberto, ya me considero su amigo y acompañante y un privilegiado de trabajar con él por su experiencia, su consejo, su calidad de vida y porque sabe mucho de todo. Desde las 7 de la mañana estamos activos y hemos dado charlas en la zona, nos hemos ido de viaje y siempre te enseña algo. Solo estar con él te hace sentir que no te falta nada, que hay que aprender a vivir con lo que uno tiene".