Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

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Una puntaltense, continuadora del primer peluquero de la Armada en recibir grado militar

Lorena Ávalos es cabo principal en la Flota de Mar y ayer fue su día.

Fotos: gacetamarinera.com.ar

   Lorena Ávalos tiene 36 años, nació en Adrogué, pero se siente de Punta Alta, donde se vino a vivir cuando tenía 5 años.
 
   Hace 13 años ingresó en la Escuela de Suboficiales de donde egresó con la especialidad de Apoyo General Peluquera, convirtiéndose en continuadora del legado del primer peluquero de la Armada con grado militar.
 
   En 1922, Antonio Barone fue reconocido con el grado militar de Peluquero Primero; hasta ese momento era civil y fue el primero de ese escalafón en ser militarizado. La fecha se recuerda cada 21 de julio.
 
   Tras los pasos de Antonio, decenas de militares han seguido su oficio, cuidando la imagen y prolijidad del cabello de los marinos en unidades y destinos, tanto en tierra como en el mar: durante las navegaciones a bordo de unidades de superficie de la Flota de Mar, en las extensas campañas antárticas, en los viajes de instrucción alrededor del mundo.
 
   Tijera en mano, Lorena se desenvuelve con seguridad. Mira con detalle el corte que realiza en la peluquería del Comando de la Flota de Mar, su actual destino en la Base Naval Puerto Belgrano.
 
   “Un día habitual para mí comienza a las 6:30, cuando me preparo para dirigirme al Comando de la Flota de Mar, donde soy auxiliar de peluquería. Luego de la formación, comienza el movimiento del personal que se va a cortar el pelo”, cuenta.
 
   “Trabajo con 2 personas más: el suboficial segundo Ariel Capdevilla y el cabo principal Alejandro Castaño. Conformamos un buen equipo, nos distribuimos las tareas y de esa manera el trabajo se hace más ameno y el clima laboral es óptimo. Me ayudan y me motivan a seguir por más logros en mi carrera”, agrega.
 
 


   Lorena dice que ingresó a la Armada por una superación personal: “Encontré la motivación al ver el avance de mis hermanos en sus carreras en la institución. Entonces tomé la decisión de rendir y gracias a Dios fui pasando todas las etapas”.
 
   No fue fácil; tuvo que dejar a su hija de 4 años al cuidado de su mamá y hermanos.
 
   “Por ella, no bajé los brazos. Sabía que era la mejor elección para mi vida y para la de ella. Verme egresando y luciendo el uniforme de cabo segundo y pertenecer a la Armada fue mi mayor logro y orgullo”.
 
   “No venimos de una familia naval, pero de chicos sabíamos lo que significaba la Armada”, dice Lorena. Su madre es ama de casa y su padre, panadero, pero sus 3 hermanos eligieron la Armada.
 
   Hoy, sus 4 hijas la acompañan en este trayecto: Lucía (17), Samira (11), Yazmín (8) e Isabella (5). “Ellas saben de qué trabajo”, asegura. 
 
   Guarda entre sus mejores recuerdos los años vividos en el Batallón de Seguridad y en la Base de Infantería de Marina Baterías, donde inició su carrera como cabo segundo, y asegura que su participación en el Ejercicio Naval Combinado UNITAS con la Armada de Brasil en el destructor ARA “Brown”, el año pasado, marcó su carrera naval.
 
   “Como peluquera, era la primera vez que embarcaba. Mis días en el mar y la convivencia con el personal a bordo fueron una hermosa experiencia”, remarca.
 
   “Corté el pelo navegando, cubrí diferentes maniobras y cumplí rol en la proa, cada vez que el buque amarraba o zarpaba de algún puerto brasileño”, explica.


 
Punta Alta y la Armada
 
   Lorena le tiene un cariño especial a Punta Alta, su tierra por adopción. Vivió en diferentes barrios: Ciudad Atlántida, la Nueva Bahía Blanca, Albatros XIV, en el centro y ahora en el Albatros XV. Cursó la primaria en la Escuela N º 22 y el secundario en el excolegio Nacional.
 
   “Y la Armada es mi lugar en el mundo. Es un sentimiento que no termina con llegar al hogar y sacarse el uniforme; uno es militar las 24 horas y se siente así, respetando y manteniendo esos valores que caracterizan a la gente de la Fuerza”, asegura.
 
   “Esta profesión me dio grandes amigas y amigos, grandes personas que me llevo en el corazón, y que me han enseñado y me siguen enseñando mucho. La Armada en mi vida marcó un antes y un después, me enseñó el compromiso, la lealtad y el amor en lo que hago; es una institución que permite desarrollarme tanto personalmente como profesionalmente”, concluye.