Bahía Blanca | Sabado, 06 de septiembre

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Cuando la angustia y la desolación se transforman en arte

El arquitecto Horacio Miglierina expone diez dibujos relacionados con su percepción de lo ocurrido el 7 de marzo, reflejando el paisaje que se fue generando en las calles a medida que el agua se retiraba.

Fotos: Andrea Castaño-La Nueva.

Pablo Picasso pintó El Guernica cuando supo del bombardeo alemán a esa ciudad vasca, devastado por el dolor y el espanto. El músico Astor Piazzola compuso Adiós Nonino a poco de morir su padre y Jorge Luis Borges escribió el poema Remordimiento con la sensibilidad a flor de piel luego de la muerte de su madre. Es que la tristeza, la pena y el dolor son a veces el motor para que ciertos sentimientos fluyan y se manifiesten a través de alguna de las ramas del arte.

Es lo que le sucedió al arquitecto Horacio Miglierina con los acontecimientos climáticos que sufrió Bahía Blanca en los últimos dos años, en particular por los devastadores efectos de la inundación provocada por las lluvias del pasado 7 de marzo. 

Por su formación profesional su mirada sobre esas catástrofes se centró particularmente en una lectura urbana y edilicia, el ver como en pocos minutos el paisaje de la ciudad cambió de manera drástica, con las calles y veredas sepultadas por el agua.

Producto del impacto que le generó es que volcó esos sentimientos en papel, haciendo diez dibujos relacionados con su percepción de lo ocurrido, reflejando el paisaje que se fue generando en las calles a medida que el agua se retiraba, el dolor, la impotencia y hasta la resignación de gente que lo había perdido todo. 

Ese trabajo es el que se expone ahora en el marco de una Jornada de intercambio y reflexión que tiene lugar en el auditorio OSDE de Rodríguez 362, organizado por la escuela de Psicoanálisis con un Seminario Freudiano del cual participan el Departamento de Salud Mental; el Colegio psicólogos D1; la oficina de Acceso al Derecho a la Salud de Región Sanitaria 1; la dirección de Psicología Comunitaria y Pedagogía Social; la dirección General de Escuelas; el servicio de Neonatología del Hospital Penna; los bomberos voluntarios de General Cerri; la red de profesionales por las Infancias y el Desarrollo; el centro Comunitario de Salud Mental y Consumos y Defensa Civil.

Edificios sobre el barro

“La inundación me impactó muchísimo, demasiado para mi sensibilidad. Así que de inmediato necesité desarrollar una representación de lo ocurrido, no tanto desde el dramatismo sino desde lo urbano y desde el sentir de la gente. Así que de elegí hacerlo en láminas de gran extensión, en horizontal, sobre un soporte de papel grueso, utilizando pinturas acrílicas y látex”, señaló Miglierina.

El profesional ya había sufrido con las consecuencias del temporal de diciembre 2023, sobre todo por su formación como paisajista, con lo cual la caída de unos 14 mil árboles y la devastación generada en plazas y paseos significó un gran golpe emocional.

Por eso, si bien sus pinturas surgen a partir de la inundación, las mismas están de alguna manera impregnadas también por aquel fenómeno que modificó de manera drástica el paisaje de la ciudad.

“El aspecto que quizá más busqué reflejar en las pinturas es el desequilibrio que la inundación produjo en la población, el significado que tuvo en materia de urbanismo y todo lo que dejó al descubierto”, agregó.

En ese desarrollo horizontal se destaca la presencia de los edificios en altura, levemente inclinados, en parte por el viento pero también como un recurso en la búsqueda de una perspectiva que los muestre con cierto volumen.

Hay en cada dibujo un claro protagonismo del barro, una de las secuelas más contundentes del paso del agua. Por eso tanto los edificios como las personas aparecen sobreelevadas sobre una especie de zócalo o pedestal de tono oscuro que es precisamente la capa de barro que cubrió calles y veredas.

“La presencia del barro es algo que me impactó muchísimo, por eso el agua, la gente y los edificios aparecen sobre esa material. También está la idea de los vecinos caminando entre edificios en altura, con la aparición de puentes o andamios, yendo de un lugar a otro”, explicó.

Hay que recordar que en muchos barrios la altura que alcanzó el agua obligó a los vecinos a subirse a los techos de sus casas y muchos habitantes de viviendas de dos plantas se las ingeniaron para cobijarlos en su parte alta.

El otro gran protagonista de los dibujos con las personas, la gente, que no casual se la represente de color marrón.

“Son personas que sufrieron la inundación, que no tienen cara pero sí un ombligo que los muestra como parte de la humanidad. Sobre el barro y los edificios que emergen del mismo se ve a los habitantes desbordados, casi como un excedente, caminando de un sitio a otro”, explicó el autor.

La intención fue entonces graficar ese nuevo paisaje urbano, una ciudad que sucumbió frente al poder de la naturaleza y que en pocos minutos fue completamente transformada.

“Fue un trabajo espontáneo, sobre papel que es un soporte frágil. Es claro que más allá de mi condición de vecino mi formación como arquitecto y paisajista hizo que lo ocurrido me llevara a reflexionar también sobre la ciudad, sobre su vulnerabilidad y como puede transformarse de un momento para otro”.