El derecho a amamantar (o no) sin culpa ni obstáculos
En el mes de la lactancia, la mirada se posa sobre todo lo que rodea —o falta— cuando una mujer decide dar la teta. Una realidad que atraviesa todo el país y que también se replica en Bahía Blanca.
Periodista y técnica en Comunicación Digital. Desde 2022, integra el equipo de redacción de La Nueva., donde cubre eventos sociales y políticos a nivel local, regional y nacional para la edición impresa y digital.
Dar la teta no es solo alimentar. Es sostener, cuidar, acompañar. Es ofrecer refugio con el cuerpo, con el tiempo y con todo lo que no se ve. Pero también es hacerlo en un mundo que muchas veces incomoda, apura, juzga o simplemente no está.
Por eso existe la Semana Mundial de la Lactancia Materna, que cada agosto vuelve a ubicar el tema en agenda, sin idealizaciones y con los pies bien puestos en la realidad.
Una realidad que atraviesa todo el país y que también se refleja en Bahía Blanca.
“Los datos son bastante alarmantes. No solo bajó el índice de natalidad —cada vez más mujeres deciden no tener hijos y se han cerrado maternidades muy importantes en nuestro país—, también cayó la tasa de lactancia, en gran parte por falta de información y de acompañamiento”, señaló Laura Krochik, presidenta de la Asociación Civil Argentina de Puericultura (ACADP), con más de 25 años de trayectoria.
Este año, el lema es claro y directo: “Prioricemos la lactancia construyendo sistemas de apoyo sostenibles”. Porque la voluntad no alcanza si no hay condiciones que acompañen.
“Es importante entender que la lactancia no es un acto íntimo y aislado entre una madre y su bebé, puertas adentro y con suerte un marido que cocina algo mientras ella amamanta. Es un hecho profundamente social, atravesado por estructuras, decisiones políticas y condiciones materiales que exceden lo personal”, remarcó la puericultora.
“Solo cuando lo asumamos así, vamos a poder hablar de lactancia en términos de salud pública y justicia social”, dijo en diálogo con La Nueva.
La ACADP es una organización no gubernamental que brinda servicios de puericultura en hospitales públicos del país. También tiene una escuela de formación con más de tres mil egresadas: lo que pagan quienes estudian, financia el trabajo de quienes acompañan en el sistema público.
“Todas las mujeres, sin importar su situación económica, necesitan lo mismo cuando tienen un hijo. Fundé esta ONG para achicar las desigualdades que se generan según dónde y cómo nazca ese bebé”, explicó Krochik, también consultora en crianza y vínculos.
“Más del 80 % de las mujeres atendidas en los hospitales donde trabajamos se van dando la teta. Eso muestra que si ponés a alguien al lado de una mujer para acompañarla en el postparto, ella amamanta. Entonces no es tan complejo. Pero como siempre, las ONG terminamos haciendo lo que el Estado no hace. No le interesa la situación de la lactancia en Argentina”, manifestó.
Este escenario se repite en muchas ciudades, incluida Bahía Blanca, donde la falta de recursos, personal especializado y redes de acompañamiento también deja a muchas mujeres libradas a su suerte.
Buenas intenciones, pocas condiciones
En nuestro país, la mayoría de las madres inicia la lactancia después del parto, pero son pocas las que logran sostenerla de forma exclusiva durante los primeros seis meses, como recomiendan la OMS y UNICEF.
La intención está. Lo que falta es todo lo demás.
¿Qué pasa en ese “mientras tanto”? Licencias que se terminan cuando el cuerpo aún necesita descanso. Trabajos sin espacios para extraerse leche. Sistemas de salud sin tiempo para acompañar. Redes sociales que muchas veces están ausentes o cargadas de juicios y consejos que no ayudan.
“La licencia por maternidad otorga 45 días antes y 45 después del parto. A los 45 días, cuando hay que volver a trabajar, recién estás empezando a entender de qué se trata haber tenido un bebé. Hace muy poco que paraste de sangrar, que la cesárea o la episiotomía dejaron de doler, que se estableció la lactancia. Y justo ahí, tenés que volver al trabajo”, señaló Krochik.
“El factor número uno de abandono de la lactancia es la vuelta al trabajo. Y encima, en muchos lugares ni siquiera hay espacios para que las mujeres puedan sacarse leche”, continuó.
La Ley 26.873 de Promoción y Protección de la Lactancia Materna establece que las madres trabajadoras tienen derecho a pausas para amamantar o extraerse leche durante su jornada laboral, hasta el primer año de vida del bebé. También promueve los espacios amigos de la lactancia.
¿El problema? “Nadie cumple con la ley”, apuntó la especialista.
“Vivimos en una sociedad que mira para otro lado cuando una mujer amamanta. Se le dio una connotación sexual al cuerpo femenino, entonces hay una mirada puesta que se distorsiona”, explicó Krochik.
Amamantar no debería ser un acto heroico
La lactancia debería ser una decisión libre, informada y acompañada. Pero hoy se parece más a una carrera de obstáculos, donde llegar a la meta depende más del aguante personal que del respaldo colectivo.
Amamantar no puede seguir siendo un acto heroico. Tiene que ser una posibilidad real, sostenida por políticas públicas, instituciones comprometidas, comunidades presentes y una cultura que deje de romantizar el sacrificio.
Y también hay que decirlo con claridad: no todas las mujeres pueden o quieren amamantar. Y eso no debería generar culpa ni cuestionamientos.
“Tenemos que asumir un compromiso con el apoyo a la lactancia, porque en definitiva es un bien para toda la humanidad”, afirmó Krochik.
Ese compromiso puede empezar por gestos mínimos pero valiosos: “Si tenés una compañera de trabajo que está amamantando, alcanzale un vaso de agua o preguntale si necesita algo. Si la ves sacarse leche en un baño, prestale tu oficina. Esas pequeñas acciones ayudan muchísimo a que la lactancia no se abandone”.
Una campaña para abrazar otras historias
La Asociación Civil Argentina de Puericultura lanzó la campaña “Que tu lactancia abrace otra historia”, con la que recolectan sacaleches en buen estado y almohadones de lactancia para entregar en hospitales públicos.
“Queremos que quienes tengan esos elementos en casa y no los usan, los donen. Así podemos acercarlos a quienes no tienen la posibilidad de comprarlos”, invitó Krochik.
Además, la ACADP ofrece un consultorio gratuito con atención virtual, al que se puede acceder con solo pedir un turno.
Ninguna mujer debería estar sola. Ni cuando elige dar la teta, ni cuando elige no hacerlo.