Isa Roldán-Isis Larrasolo, dos chicas que demostraron estar a la altura de las más grandes
Con 16 años fueron protagonistas de la final de Primera que ganó 9 de Julio. Crecieron juntas y cada una juega por un sueño.
Ingresó en La Nueva Provincia en 1995. Trabaja en la sección Deportes y fue colaborador en Regionales y Locales de este mismo medio. Se especializa en básquetbol. Formó parte del staff de la revista Encestando y Zona de Básquet durante 10 años. Tuvo experiencia en el programa Radial Contrabásquet, en Radio La Red.
Twitter: @rodriguezefe
Instagram: ferodriguez_
Una es más bien bajita (1m68) al lado de la otra que es alta, ¡muy alta! (1m92). Cada una sabe explotar sus centímetros, las dos van creciendo en el juego, se complementan muy bien, lograron conectar el “alto-bajo”.
Isabella Larrasolo (Isis) e Isabella Roldán (Isa), esas nenas que jugaron mixto con varones y transitaron las diferentes categorías desde el minibásquetbol, de repente se encontraron siendo protagonistas principales de la final de Primera, para terminar abrazadas festejando con 9 de Julio.
-Isis, ¿cómo viste el crecimiento de Isabella en el juego?
-Fue enorme. Llegó al club sin poder picar la pelota y ahora está haciendo de a 20 puntos en Primera. ¡Increíble!.
-Bueno, también hay que saber aprovechar su talla.
-Sí, fue un trabajo importante saber dónde y cómo dársela. Siempre tuvimos esa conexión base-pívot.
Con 16 años, estas alumnas de la Escuela de Enseñanza Media Nº3, fueron recorriendo el mismo camino.
“Mi papá (Emiliano) era entrenador en el club y arranqué en la escuelita a los tres años. Hacía mucho deporte al mismo tiempo y en patín me quebré el codo”, recuerda Isa Roldán, que tuvo un paso por El Nacional antes de retornar a 9 de Julio.
“Yo había hecho gimnasia artística, natación, hasta que en un momento me dieron ganas de jugar al básquet. En ese momento –recuerda Isi Larrasolo- era un deporte de varones, no existía el femenino. Mi viejo (Sebastián) me entendía, pero mi mamá prefería que jugara al hockey. Salimos a buscar club, pasamos por Olimpo y no tenía femenino, en Pacífico no había para mi edad y en 9 de Julio me atendió el presidente y a la semana empecé”.
-Isa, ¿notás que Isis está en su mejor momento? Es picante, ¿eh?
-Sí, je. Esto de que quien es alto quiere ser petiso y el petiso ser alto, pasa muchas veces. Isi es muy explosiva, tanto dentro como fuera de la cancha. Tiene una actitud fuerte y es muy competitiva, lo cual, veces está bueno y a veces...
-Hay que frenarla un poco, je.
-Naaa, je. Es muy picante.
Isa: la re vivo, je, je...
-Isis, ¿esa personalidad fuerte siempre te nació?
-Sí. Desde chiquita mi viejo (Sebastián), que era un jugador super potente, un día me dijo: "Isi, empezá a tener más carácter...".
-¿No te nacía?
-No era que no me nacía, pero metía un punto y era “bueno, genial, listo", y me ponía a defender. Ahora me agarro la camiseta, lo grito...
-Ahora te nace.
-Sí, me nace.
-¿A veces tenés que ponerle freno a esa intensidad?
-Sé en qué momento tengo que gritar y en qué momento no. En la final, ganando por 18 puntos, no iba a gritar un doble o un triple. Pero si vamos ganando o perdiendo por 2 o 5 puntos, sí.
-Isa, ¿cómo contribuye la intensidad de Isis al equipo?
-Aporta un montón. Esa caradurez que tiene nos sirve mucho, porque a veces, cuando jugadoras como Ile (Ileana Corvalán) y Emi (Fernández) tienen un mal partido, no tenemos quién tome decisiones. Está buena esa confianza que nos da el entrenador y nuestras compañeras. Esto nos hace crecer como jugadoras, el tener que ponernos al hombro un equipo que no es el nuestro.
-Tu perfil es completamente diferente al de Isi, ¿no?
-Soy más tranquila. Yo me mantengo neutral todo el partido para manejar todas las emociones. Algunos dirán que me falta un poco de sangre, pero es un método para no frustrarme, no enojarme, no entrar en el juego del otro equipo.
-Isis, ¿te gustaría tener la altura de Isabella?
-Para el básquet sí, no me disgustaría. Pero para la vida cotidiana es muy complicado. No le entran las patas (sic) en la cama, se tienen que hacer ropa, en la combi cuando viajamos ella y Delfi (Alves da Florencia) van dobladas.
-¿Cómo lo sobrellevás esto Isa?
-Es complicado, pero lo vengo trabajando desde chica. No es fácil tener que aguantar las miradas cuando andás por la calle y demás. Pero trato de verle el lado positivo, me sirve para un montón de cosas. Antes iba a un par de psicólogos. A diferencia de Isis, que siempre tuvo mucha actitud, me costaba demostrar carácter.
-Y el básquet, ¿cuánto te ayuda a disfrutar y aprovechar ese físico?
-Además de hacerlo valer con el básquet, me queda disfrutarlo por todos los años que trabajé con papá (Emiliano) y un montón de entrenadores para estar lo más coordinada posible, porque crezco medio centímetro y me descoordino toda. Es complicado trabajar tantos años de técnica individual, de tiro, de poder jugar de perimetral, que no es algo habitual para mi altura.
-Bueno, en la final metiste dos de dos en triples.
-Sí, je. También salir a tirar y tener la confianza para jugar de perimetral.
-¿La final del miércoles cerró por todos lados para ustedes, por ser las más chicas que, entrando de atrás, terminaron convirtiéndose en las jugadoras determinantes?
Isa: fue la combinación perfecta. Nuestro club nos da todo, y el entrenador de Primera nos da la confianza. Nuestras compañeras nos alientan, incluso las que juegan menos y están con una sonrisa de oreja a oreja, sabiendo que les sacamos minutos.
-Isis, ¿para vos es difícil por tu puesto, jugar con compañeras más grandes?
-No, porque cuando jugás como vos sabés lo hacés natural. Julián (Turcato) nos insiste con que tomemos decisiones. Nos tiene confianza, tanto él como nuestras compañeras. Por ejemplo, en la final, venía de meter 10 puntos y, sin egoísmos, me buscaban para que siguiera decidiendo. Entienden el juego.
-¿Te motiva e ilusiona en el día a día ver crecer a Isabella y las posibilidades que ya tuvo con la Selección argentina?
-Para mí es una motivación grande para seguir esforzándome. Y me pregunto, “¿che, si Isa tuvo la oportunidad, por qué yo no?”. Puede ser que no se dé, pero me ayuda a dar el máximo y mejorar. Manteniendo la cabeza, quién te dice que el día de mañana... como le pasó a Ginóbili, durante un montón de tiempo no conseguía nada y le llegó de grande.
Isa: yo creo que lo más difícil no es llegar, sino mantenerse. Porque muchos cuando llegan se relajan y ese que no tenía talento ni demasiadas condiciones que vino laburando y laburando te pisa la cabeza. En ese sentido me estoy manteniendo, trabajando el juego interior y atacando de frente, mejorando el tiro de afuera. Y en lo físico, cada vez que voy a un torneo me doy cuenta que Argentina físicamente no puede competir. En el Mundial U17, que regalaba dos años y medio, choqué con una española de dos metros siete y reboté, je.
-Isis, ¿la confianza es tu fuerte?
-Siempre la tuve hasta que la perdí durante un tiempo.
-¿Por qué?
-Sentía que no crecía, que no se me daban los resultados. En ese momento quería todo ya. Intenté cambiar esa mentalidad y estoy mejorando. Mucho, gracias a mi familia y quienes me rodean, además de mi constancia y de asumir que no siempre, por más que entrenes muy bien, te van a salir las cosas en el partido siguiente.
-¿Qué significa el básquet para vos?
-Mi vida.
-¡Contundente!
-Es que significa el motor de mi vida para que me vaya bien en la escuela, en las relaciones, en todo...
-Es tu vínculo con el mundo.
-Exacto.
-¿Desde cuándo lo sentís así?
-Empecé viendo a mi papá jugando en la Maxi y en los entretiempos o minutos iba a tirar. Claramente no tocaba el aro, je. Y me empezó a gustar.
-¿En tu caso Isa?
-Creo que viene inculcado de familia, por mi abuelo (David Roldán), mi tío (Nicolás Bialous) y obviamente mi papá (Emiliano). Él nunca nos metió presión a mí y a mi hermana (Giordana), pero sí le encantaba que hiciéramos básquet. Nos dijo: "Si no quieren hacer básquet está perfecto, pero tienen que practicar un deporte". Eso era obligatorio. De chica hice natación, baile, patín, gimnasia... El básquet fue quedando y a mí siempre fue lo que más me gustó. Ojalá pueda vivir de esto. Es mi motivación, poder trabajar de lo que te gusta, creo que no hay nada más lindo, y saber que es algo de familia te da más ganas. El abuelo está contento, papá también y yo, que creo es lo más importante.
-¿Aprendiste a disfrutarlo el básquet?
-Sí. Antes me costaba un poco más, porque era floja mentalmente, me frustraba todos los partidos. Por suerte pude cambiarlo. Me ayudó el entorno, porque cuando me dieron la posibilidad de empezar a jugar en Primera, las chicas siempre me alentaron, la pasábamos bien aunque podíamos perder por 50 puntos. En ese sentido tiran para adelante, y podés compartirlo en tu categoría. Lo mismo me pasa ahora, cuando vuelvo de jugar con la Selección, si bien no soy de hablar mucho, me gusta compartir adentro de la cancha lo que voy aprendiendo.
-¿Cuánto les sirvió el protagonismo que tuvieron en la final siendo las más chicas?
Isis: te hace sentir capaz, porque la más grande tenía 33 años. Entonces, si podés con las más grandes, cuando enfrentás a chicas de tu edad te las querés comer.
Isa: en nuestra categoría, en la que a todas nos queda mucho por recorrer, a veces tengo que hacer de todo un poco. Pero en Primera, las más grandes me facilitan el trabajo, y puedo enfocarme en jugar más fuerte, sin cargar con tanta responsabilidad. Aunque me gusta asumirla y que me den la confianza para hacerlo.
-¿Esta final fue de esos partidos para recordar por mucho tiempo?
Isis: no sé si recordar por mucho tiempo, porque ganamos la primera parte del torneo. Pero bueno, es algo como que "wow, jugué una final con Primera". No es algo que vas a jugar todos los días, ni tampoco se va a mantener si no te esforzás. Haber compartirlo con la gente que querés y el club de toda la vida, te llena el corazón.
-¿Qué se siente el día después a ganar una final?
Isa: yo me siento bastante vacía, como que dejé todo. Y si no hubiera tenido un partido tan efectivo, igual me sentiría contenta, porque sé que dejé todo.
-Hay trabajo en esa cabeza, je. Si habrás escuchado esa frase, ¿no?
-Sí, je. Es sumar un poquito más de experiencia a la mochila y guardarla para seguir.
-Isis, ¿cómo está tu mochila?
-Bien, recontra llena.
-¿Un sueño?
Isa: no soy tan consciente de todo lo que me fue pasando desde muy chica, aunque no todo fue fácil. Mi camada con la Selección ya se terminó, porque no clasificamos al Mundial. Está el Sudamericano de la 2008 en noviembre, pero no me asegura nada. Y a futuro, mi sueño es mantenerme y estar en la Selección Mayor. Y, también, cuando me toque, poder irme a jugar afuera. Aunque por ahora no quiero irme del club, le tengo mucho apego, tenemos todo acá. No es necesario irme.
Isis: vivir de esto, llegar lo más alto posible y trabajar para poder saltar de nivel.
Isa e Isis siguen estando acá, entre nosotros. 9 de Julio lo celebra y el básquet de Bahía disfruta del crecimiento de ellas.
Si bien todavía son chicas, las Isabellas ya demostraron estar a la altura de las más grandes.