Bahía Blanca | Miércoles, 30 de julio

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Un par de días después del latigazo jurídico

La columna semanal del corresponsal de La Nueva. en la capital de la provincia.

La flotante agenda política bonaerense parece no poder alejarse demasiado de los fanatismos entre los polos opuestos referenciados en la figura de la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner y el actual mandatario libertario, Javier Milei.

El fallo del máximo tribunal de Justicia, que ratificó la condena de CFK por corrupción en la causa Vialidad escarchó la actividad gubernamental y legislativa hasta nuevo aviso. Por supuesto, la coyuntura social no cambió para nada. Los problemas cotidianos puntuales siguen pasando por la caída del consumo alimenticio, el alza de medicamentos y la inseguridad, entre otros ejes de preocupación económica.

Por eso, la primera reacción política provincial fue institucional. El gobernador Axel Kicillof dijo que la condena contra la líder de la principal fuerza opositora al Gobierno nacional, fue “un final anunciado tras años de perversa persecución política, mediática y judicial”. También insinuó un intento de disciplinamiento para todo el arco político en general.

Una vez más se observa con preocupación la aplicación de una doble vara a la hora de juzgar a dirigentes peronistas frente a otros actores de la vida política nacional, se subrayó desde las primeras líneas del oficialismo K. “Quizás hoy todos estemos en libertad condicional”, se escuchó sobre las diagonales.

“No es saludable que los fallos judiciales se conviertan en parte del juego político o sean leídos únicamente en clave electoral”, respondieron desde la oposición legislativa. Definitivamente se abrió un escenario incierto y con consecuencias políticas imprevistas. El fallo le devolvió a CFK, justamente, la centralidad política que venía perdiendo desde mucho tiempo.

Probablemente sea un cambio de época y el peronismo tenga ahora el desafío de fortalecer la conexión con la población, después de algunos años de letargo. La clave puede estar en sostener la cercanía territorial y consolidar una agenda de gestión que dé respuestas concretas.

La tendencia indica que, con Cristina presa, el peronismo volverá a unirse ante un contexto político que tendrá a un Milei envalentonado con violencia discursiva hacia algunos sectores. Sobre un tablero con hipótesis de unidad, las tensiones entre La Cámpora y el kicillofismo deberían ir lentamente desapareciendo para favorecer una confluencia electoral en la Provincia.

La coyuntura política puede también significar un peso extra para el gobernador y los ministros que vienen empujando su carrera presidencial como alternativa al modelo libertario. “En el mediano y largo plazo hay dos figuras del peronismo: Sergio Massa y Kicillof. El gran derrotado es Máximo Kirchner para 2027”, aseguran.

En lo inmediato, el gobernador quedó atrapado entre suspender la agenda de gestión y mantener encendida aquella línea de altísimo voltaje en el marco de su línea política, el Movimiento Derecho al Futuro, que agrupa a intendentes peronistas, sindicatos y organizaciones sociales que pretendían apretar el acelerador para definir su estrategia electoral antes del cierre de listas legislativas.

Tampoco la cuestión parece garantizar al Gobierno nacional un 100% de ganancia política. Algunos libertarios preferían una derrota de CFK en las urnas ya que “la legitimidad se gana con votos” y no con denuncias de “proscripción política” o potenciales procesiones militantes a un escenario donde la expresidenta esté cumpliendo prisión domiciliaria, afirman. 

La estrategia principal del esquema libertario era polarizar políticamente con la única mujer referente del movimiento peronista y ahora temen por el control de la calle ante cualquier potencial desborde pasional contra referentes de LLA por determinados posicionamientos comunicacionales. Los ánimos  estaban caldeados hace rato pero ésta puede ser la gota que rebalse el vaso.

“Lo lindo de esto es lo feo que se está poniendo”, resumió un experimentado legislador radical como un aporte al temblor general que invadió la agenda política del oficialismo y la oposición bonaerense tras la confirmación de la histórica sentencia que, además de apresarla por 6 años, dejó fuera de carrera electoral a Cristina Kirchner.

A no pocos les resulta llamativo que, Kicillof haya pasado de no querer participar de la rosca partidaria durante sus primeros años en la gobernación a involucrarse abruptamente ahora en el armado de una construcción interna para discutir la confección de las listas distritales, con el pretexto de defender los intereses bonaerenses frente al actual rumbo nacional.

Puede que no sea casual que CFK le haya pedido a los referentes del kirchnerismo terminar con los “egos y mezquindades” en nombre de un proyecto colectivo. Un mensaje sin un receptor claro pero que según varios dirigentes, tendría como destinatario al gobernador por su decisión de desdoblar los comicios.

“Lamentablemente las provincias no podemos contar con el acompañamiento de Nación que, para alcanzar el equilibrio fiscal, decidió llevar adelante un ajuste que recae sobre la obra pública, los trabajadores y los jubilados”, sostiene Kicillof contrastando su gestión bonaerense con la lógica del ajuste libertario.

Casi en paralelo, la vicegobernadora Verónica Magario busca ilustrar a la tropa de senadores del PJ en la antesala de una nueva etapa política. “No queremos la motosierra, necesitamos mejorar el Estado bonaerense. La motosierra que se la pongan a aquellos que están haciendo dinero con la timba financiera”, sentenció en su residencia de 51 y 10, a metros del Teatro Argentino platense.