La quema menos esperada o el fuego después del agua
Ubicado en la ruta que conduce a Puerto Galván, un terreno se ha convertido en el destino de decenas de contenedores que recogen los elementos arrojados por los afectados por la inundación.
Es periodista, ingeniero civil y docente de la Universidad Nacional del Sud en materias relacionadas con el Patrimonio arquitectónico y el planeamiento urbano. Ha publicado notas en revistas Vivienda, Todo es Historia, Obras & Protagonistas y Summa +. Participa en varios micros radiales referidos a la historia de Bahía Blanca. En dos ocasiones recibió primera mención por parte de ADEPA en el rubro Cultura e Historia.
De cero, de la nada, un nuevo depósito de residuos se generó en la ciudad, con una característica por particular: en el lugar están volcando su carga camiones con toneladas de elementos arrojados por la gente luego de la inundación del pasado viernes 7.
Nadie sabe cómo empezó, pero ese terreno, cercado y con un portón de ingreso, se encuentra en el camino a Puerto Galván, a unos 300 metros de la rotonda de la avenida Colón, se ha convertido en lugar de recepción de contenedores cargados con muebles, sillones, colchones, zapatillas, electrodomésticos, libros, ropa y mucho más, testimonio del paso del agua.
También comenzaron a concurrir al lugar personas que entienden que entre esos restos puede haber cosas de utilidad, entonces revisan, buscan, esperan.
Nunca falta tampoco el irresponsable o descuidado. Por eso el fuego, que comenzó a consumir gran parte de lo acopiado.
Los colchones, acaso el símbolo más potente de lo ocurrido con las lluvias, arden como antorchas mientras una densa nube de humo negro comienza a ganar el aire y es empujada por el viento hacia Ingeniero White.
Un camión de los bomberos está en el lugar y trabaja para contenerlo.
Es un coletazo más del temporal. Una curiosidad. Un terreno a la vera de la ruta, convertido en una quema.
Viento, granizo, lluvia y ahora, fuego.