Refundar la ciudad
Más allá del shock emocional, de la pena y de la bronca, habrá resto para salir adelante, hoy y siempre.
Si estuviésemos en la edad media, si la sociedad estuviese impregnada del espíritu medieval, nadie dudaría que la tríada tornado-granizo-lluvia es una manifestación del enojo de Dios, una forma de corregir nuestros pecados, la ira divina.
En quince meses Bahía Blanca sufrió esos fenómenos meteorológicos únicos, inéditos, de furia devastadora, al punto que los medios de comunicación capitalinos, que no suele desviar la atención de sus ombligos, dedicaron días enteros a mostrar estos desastres.
Los 400 milímetros de lluvia caídos en menos de siete horas han sido arrasadores y si bien no es posible comparar fenómenos y consecuencias, cuando parecía muy difícil superar los efectos del temporal del 16 de diciembre de 2023, quedó en claro que la naturaleza tiene herramientas para mucho más.
Ahora queda, utilizando el título de una película que muestra una crisis climática, “el día después de mañana”, ahora que el agua se ha retirado y ha salido el sol, que las calles se secan y la ciudad se muestra como si acá nada hubiese pasado.
Hay mucho por reconstruir por parte del Estado, no sólo municipal, sino provincial y nacional. Los dos últimos de ninguna manera se pueden desentender de la tragedia ni especular con cuestiones políticas, ni pretender hacer de esto un alarde de campaña.
Se necesita ayuda concreta, ágil, eficiente. Tanto a nivel general como para cada familia afectada. Desde establecer líneas de créditos accesibles, pasando por planes de reposición de materiales y equipamiento.
No hay espacio para discursos vacíos. La ministra Patricia Bullrich lo vivió en carne propia cuando recorrió algunos lugares afectados: fue insultada y obligada a retirarse. Justificado o no dejó en claro una postura y una necesidad.
Bahía Blanca va a salir adelante porque tiene y le sobra capacidad, voluntad y fuerza. El intendente Federico Susbielles ha sido el gran coordinador de todos los esfuerzos.
En la edad media estaríamos rezando y pidiendo perdón por nuestros pecados. Hoy asumimos que estos fenómenos pasan, que ninguna ciudad está preparada para resistirlos y que si se trata de alguna prueba celestial se la va atravesará como corresponde.