Bahía Blanca, según Kohan
En 2012 se publicó una novela que critica con toda dureza a nuestra ciudad. Apuntes sobre el "gorilismo bahiense" y el presunto contraste con la vanguardista Buenos Aires.
Jefe de Noticias de La Nueva. Analista político y conductor del programa de actualidad "Allica y Prieta a las 12" que se emite por La Nueva Play. Ha hecho coberturas políticas en el país y en el extranjero.
"Ninguna persona que yo conozca ha dicho jamás nada bueno de Bahía Blanca (...) Quienes vivieron en esa ciudad, aunque no fuese un tiempo prolongado, y en especial quienes habían nacido ahí, reunían sin esfuerzo alguno un repertorio de argumentos que confluían en una deploración rencorosa: el peor lugar del mundo según todos".
Así comienza la novela "Bahía Blanca", del escritor Martín Kohan, un relato en el cual su protagonista recala en nuestra ciudad desde Buenos Aires escapando de un hecho evidentemente trágico pero oculto, que recién se develará bastante avanzado el texto.
Mientras tanto, durante su estadía, Mario Novoa --el protagonista-- se dedica a denostar sin descanso a Bahía: "clima adverso", "arquitectura ingrata, una colección de fealdades o bellezas fallidas", "presencia agobiante del clericalismo" y, por supuesto, el remanidísimo recurso de pegarle al "diario local La Nueva Provincia, vocero y artífice de la ideología social más retrógada".
Kohan, doctor en Letras por la UBA, docente y analista de la actualidad en programas radiales y de TV, publicó este libro en 2012 y yo, receloso ante los comentarios sobre la obra, tanto buenos como malos pero siempre penetrantes en su idea del ataque a mi ciudad, tardé hasta el último verano en leerlo.
En principio, de sus descripciones se desprende que el autor conoció bien Bahía, que recorrió avenida Alem, el centro y algunos otros rincones. Es probable que haya venido varias veces o que se haya instalado durante un tiempo. También castiga a Ingeniero White, al que señala como un lugar peor que un pueblo fantasma --"un pueblo fantasma tendría algo más, tendría fantasmas"--. Desde ya, no se priva del cliché de hacer foco en la calle de los cabarets.
Kohan pinta y comenta la ciudad con la mirada típica del porteño de Palermo Progre, que cree saber más y, sobre todo, ser más que los pobres pajueranos que habitan a muchos kilómetros de la General Paz. Es el tono de quien observa al "resto del país" por arriba del hombro, que considera que el avance de las ciudades se revela cuando el verdulero habla en inclusivo, se permiten las mascotas en los cafés o te sirven las empanadas dentro de un frasco.
No obstante, vale reconocer que a medida que avanza la novela, el lector, incluso el bahiense, se envuelve en la historia. Como en toda narración de misterio, uno quiere saber qué pasó o va a pasar.
Sobre la mitad del libro, uno se entera cuál es el nudo del problema, el porqué de la angustia de Mario Novoa y, si bien lo que sucedió es aberrante, el lector siente solidaridad con él porque siempre el espectador empatiza con el protagonista de todo relato, no importa si es víctima o jefe de la mafia. Es decir, cualquier persona normal ama a Vito Corleone, en tanto personaje de ficción, pero nadie en su sano juicio siente afecto por los delincuentes más brutales de carne y hueso.
"Bahía Blanca" durante un buen tramo vuelve a Buenos Aires como escenario y, sobre el cierre, regresa a Bahía y hasta viaja a Monte Hermoso. Desde ya, no voy a spoilear los momentos clave.
Confieso que, conforme pasaban las páginas, me fui amigando con Kohan y su novela despectiva. La historia es atractiva y, ciertamente, las críticas que expresa sobre la ciudad son bastante frecuentes. Algunas, cómo no, reales.
Mi interés por comprar su libro tantos años después, imagino, habrá llegado porque en junio pasado vino a dar una charla a la UNS sobre "Lenguaje, literatura y poder" y Marcela Sainz me invitó a escucharlo, además de darme la posibilidad de entrevistarlo.
Mi excusa perfecta fue que un viernes a las 19.30 tenemos muy poco personal en el diario para coberturas que no sean urgentes y que además era 7 de junio, Día del Periodista, entonces tenía compromisos y varios etcéteras. Ninguna mentira, pero la verdad es que si le hubiera puesto voluntad, podía ir. No niego que me hubiera interesado escucharlo en persona, sin embargo, mi prejuicio me llevó a evitar el esfuerzo.
Es más, revisando la conversación con Marcela, veo que me pasó su contacto y que me aclaró que había que llamarlo directamente porque no usa WhatsApp. O sea, lo tengo a un golpe de teléfono.
Admito que, reposera mediante en Monte Hermoso, este enero terminé disfrutando "Bahía Blanca", obra incómoda pero que recomiendo. Tal vez, más adelante lea alguna otra cosa del mismo autor.
Por ahora, suponiendo que le puede llegar este artículo, sólo voy a dejarle una idea sobre el "gorilismo bahiense" y el presunto contraste con la vanguardista Buenos Aires. En Bahía el peronismo ganó cuatro elecciones desde el 83 para acá: 2003, 2007, 2011 y 2023. El actual intendente, incluso, es afín al kirchnerismo. En Capital, en cambio, nunca jamás el peronismo hizo pie y, como todo el mundo sabe, la gran metrópoli argentina es el principal refugio de la derecha política de nuestro país. Basta ver a los Macri.
Por si fuera poco, el clima húmedo también suele ser adverso y la arquitectura tiene paisajes muy bellos, aunque no faltan los adefesios ni las zonas horribles, por no hablar del olor a basura en el centro y tantísimos barrios. Ya que estamos, tampoco vamos a dejar de remarcar que la presencia de lo religioso es ecuménicamente intensa y salvo en ciertos mundillos progres no abunda el liberalismo de pensamiento y acción.
Podríamos ir más allá y plantear lo conservador de que un país tan extenso mantenga como eje a una sola urbe y su puerto, característica que ningún orgulloso palermitano estaría dispuesto a ceder en favor de eso que ellos mismos bautizaron "interior", como si la 9 de Julio o Plaza Serrano fueran el exterior de algo.
En fin, la próxima vez que hables de Bahía Blanca, pensá esto que te digo, Kohan. Te lo digo de porteño a porteño. En mi caso, nativo pero bahiense por elección.