La vasectomía se dispara en Bahía y rompe prejuicios: "Atendemos entre 30 y 40 pacientes por mes"
El crecimiento del procedimiento se refleja en los quirófanos locales, donde equipos médicos atienden una demanda en aumento y pacientes jóvenes llegan con decisiones firmes, más informados y con menos temores.
Periodista, próxima a licenciarse en Comunicación. Forma parte del equipo de redacción de La Nueva desde 2022, donde cubre eventos locales, regionales y nacionales, generando contenido para las ediciones impresa y digital.
Audionota: Romina Farías
Durante años, la vasectomía fue un tema que los varones preferían esquivar. No por el procedimiento en sí —rápido, ambulatorio y de bajo riesgo—, sino por los mitos y prejuicios que lo rodeaban.
Hoy ese escenario cambió y el impacto se ve con claridad: en la provincia de Buenos Aires, en 2020 se realizaron 113 vasectomías en el sistema público; el año pasado, 1.774. El salto no se explica por una tendencia pasajera, sino por una transformación cultural que también se refleja con fuerza en Bahía Blanca.
En el Hospital Penna, el jefe de Urología, Damián Borelli, confirmó ese cambio. "El volumen ha aumentado mucho en estos últimos años", afirmó, y recordó el punto de inflexión legal: "Antes este procedimiento era ilegal o no estaba amparado por la Justicia. Luego, hace unos 10 o 15 años, pasó a ser una práctica diaria y legalizada. Eso hizo que el volumen creciera notablemente".
A partir de allí, el camino se abrió gracias a la simpleza técnica y a la buena experiencia de quienes pasaron por el quirófano. "Es un procedimiento microquirúrgico, ambulatorio, de una o dos horas y con anestesia local. Incluso existe una técnica sin bisturí, lo que vuelve el proceso bastante llevadero", explicó a La Nueva.
Ese boca a boca fue decisivo. "El paciente que se opera, que prácticamente no siente dolor ni molestias, se lo recomienda a su familia y amigos", manifestó.
El cambio es evidente: lo que antes eran uno o dos pacientes por mes hoy se multiplicó. "Cada equipo atiende, en promedio, entre 30 y 40 pacientes por mes", señaló Borelli. El salto quedó especialmente claro en un reciente operativo del Penna. "Realizamos 60 vasectomías en solo tres días", aseguró.
El perfil de quienes consultan también ayuda a entender esta nueva etapa. Son varones de entre 25 y 40 años, en su mayoría de clase media o media alta, con obra social y empleo estable. "No he visto demasiada gente de recursos escasos o muy bajos", admitió el urólogo.
Los motivos no son improvisados. Muchos ya cerraron su proyecto de paternidad, otros no desean tener hijos y un número creciente incorpora el factor económico como argumento central. La lógica es simple: menos hijos, más posibilidades de brindar estabilidad.
En este contexto apareció con fuerza la llamada vasectomía "sin bisturí", un nombre que, según Borelli, genera más expectativa que diferencias reales. "Es más que nada un nombre llamativo. El procedimiento no difiere demasiado del tradicional. Lo realizamos desde hace ocho o diez años, con una sola incisión. Lo único que cambia es que se reemplaza el bisturí por una pinza".
La información disponible también logró derribar viejos fantasmas. "Hoy, prácticamente nadie llega con temor. Las dudas sobre la hombría o la disfunción sexual quedaron en el pasado", dijo Borelli. Las consultas se centran en cuestiones prácticas como el dolor, el postoperatorio y el tiempo de recuperación.
Y cuando la elección se discute en pareja, la balanza suele inclinarse hacia el varón.
"En ellos el procedimiento es mucho menos invasivo y la tasa de complicaciones es significativamente menor. Para lograr la infertilidad en una mujer, es necesario ingresar a la cavidad abdominal —que es estéril y está en contacto con el intestino y otras vísceras huecas—, un entorno donde, aunque el riesgo sea bajo, nunca es cero. En cambio, en la vasectomía el riesgo de comprometer el intestino o generar una infección de ese tipo es nulo. La internación es menor, el procedimiento es menor y la anestesia también", explicó.
"Por eso, cuando se conversa con la pareja, suele recomendarse que sea el hombre quien se someta al procedimiento, considerando a la pareja como una unidad y optando por el camino de menor riesgo", agregó, mientras aclaró que la ligadura de trompas quedó relegada a escenarios específicos, sobre todo cuando se aprovecha una cesárea.
El proceso quirúrgico es breve y tolerable. "Dura unos diez minutos, con anestesia local muy superficial. El paciente se va a su casa en una hora y media".
Los cuidados posteriores son simples: una semana sin relaciones sexuales y tres meses usando métodos anticonceptivos hasta confirmar, mediante un espermograma, que ya no hay espermatozoides en el eyaculado. Ese control habilita una efectividad del 99,95 %.
La irreversibilidad es un punto clave en la charla con los pacientes. "Este procedimiento debe considerarse irreversible. El arrepentimiento prácticamente no existe", explicó Borelli, quien contó que en 25 años de práctica tuvo un solo caso, asociado a una separación, y aun así las chances de recuperar espermatozoides disminuyen con el paso del tiempo.
"Un paciente que se separó, quiso volver a tener familia y pudimos realizar un procedimiento punzando los deferentes. Pero, en general, cuanto más tiempo pasa desde la vasectomía, menores son las posibilidades de que el testículo siga produciendo espermatozoides", explicó.
Lo que se percibe detrás de esta tendencia es una decisión adulta y planificada, una forma distinta de asumir la responsabilidad reproductiva. Y en Bahía Blanca, como en buena parte de la provincia, ese cambio ya dejó de ser una excepción para convertirse en un hábito creciente.
"Un hombre de 25, 30 o 40 años tiene muy claro lo que quiere. Cuando decide operarse, es porque realmente no desea tener más hijos, ni con su pareja actual ni con una futura", resumió Borelli.