Bahía Blanca | Lunes, 15 de diciembre

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El DT de Huracán, emocionado: “Estoy seguro que mi papá bajó del cielo y nos ayudó a salir campeones”

Mauro Brunelli festejó su primer título como entrenador y, cuando miró hacia la tribuna, ahí estaban “ellos”, y fue un momento mínimo donde la “vida se le vino encima”. El Globito se quedó con la corona 2025 en la A de la Liga del Sur.

Fotos: Andrea Castaño-La Nueva.

En medio de los festejos, cuando la copa de campeón iba de mano en mano y los jugadores de Huracán quedaban desnudos frente a sus hinchas en el sector oficial del estadio de Villa Mitre, el DT Mauro Brunelli miraba hacia la tribuna intentando conectar emocionalmente con su señora Guillermina y su hijo Genaro.

“Ellos son parte de esto. Nuestro otro hijo, Bauti, es muy chico, por eso no vino, pero me imagino lo que están sintiendo, en este momento, mi mamá (Liliana), que debe haber sufrido pegada a la radio, y mi hermano (Maxi), el que siempre alienta con un mensaje o esa palabra justa que tanto estás necesitando”.

El Globito acababa de conseguir el título anual 2025 en la A de la Liga del Sur y el entrenador, petrificado al lado de la boca del túnel, quería llevarse más de una imagen de lo que estaba viviendo el pueblo cangrejero, que siguió con la fiesta en al bulevar hasta las primeras horas del día de hoy.

“La sensación es increíble, es un desahogo por todos los vaivenes que sufrimos y afrontamos en el año. Hubo etapas, sobre todo en el torneo Apertura, donde no la pasamos bien, incluso peleamos la zona baja de promoción, pero fuimos fieles al proyecto; y si yo seguí al frente del plantel fue por el respaldo que me dieron los jugadores con su trabajo y el compromiso a no bajar los brazos”, señaló Mauro tras la obtención de su primer campeonato como técnico (con Huracán ya había conseguido la corona en 2015 de la Liga y el Argentino C de 2017, en ambos casos como ayudante de campo de Gustavo Echaniz).

“Es un orgullo haber llegado hasta acá después de todo lo que sufrimos, de no entender que era lo que nos pasaba, por eso la felicidad es auténtica e indescriptible”, acotó, pidiendo perdón por las lágrimas y por tomarse el tiempo necesario para respirar y seguir con la nota.

“Mi familia es el sostén de toda esta locura; ellos siempre bancaron, aún cuando llegaba triste o enojado a casa por algún resultado y tuvimos que suspender planes, viajes o salidas. Les agradezco infinitamente haber estado en las buenas y en las malas”, sostuvo quien, cuando la campaña era “flaca” en puntos, su continuidad en el cargo pendió de un hilo.

“Es cierto, estuve en la cuerda floja, pero la dirigencia y el plantel siempre dieron la cara por mi. Cachi Maier, el Sapito Alvarez, la familia Osores (varios de ellos en la foto) y muchos más me brindaron el apoyo que yo necesitaba para pensar en el equipo y en lo deportivo y no en la falta de triunfos”, certificó, haciendo mención a que “el grupo de futbolistas hizo un esfuerzo enorme para demostrar en el Clausura que se podía ir atrás del sueño y de una corona que merecíamos conseguir”.

Enseguida, cuando vio como se retiraban los jugadores de Bella Vista, cabizbajos y llorando, reaccionó: “Se tienen que ir con la cabeza alta, me saco el sombrero con este equipo, con jugadores del club casi en un 90 por ciento; hicieron un gran torneo”.

--Sabés que atrás de tu banco, pegado al alambrado, faltó alguien…

--(Interrumpiendo). Sí, mi papá (Mauricio), al que no lo tengo desde hace seis años. Hubiese estado ahí, con su gorrita de siempre, mirando el partido a nivel de piso. En cada penal que se ejecutaba le pedía una manito, porque gracias a él amé el fútbol; por él soy el que soy y el que siempre quise ser.

“Te cuento algo: en cada penal que atajó Salvarezza, también estaban las manos de mi viejo para ayudar, no tengo dudas de eso. Lo presentí antes de la definición, sé que bajó del cielo para ayudarnos a festejar”.

Después de romper en llanto, vino el abrazo fraternal con Marcelo Osores, secretario general del Sindicato Unido Portuarios Argentinos de Bahía Blanca (SUPA), que le brinda una simple sponsorización al representante del bule, además del esfuerzo personal del máximo referente sindicalista como partícipe directo de la Comisión Directiva huracanense. 

“Sin Marcelo esto no hubiese sido posible, estaba tan emocionado como todos aquellos que sienten los colores y que, de alguna manera, colaboran para que el club crezca y pueda trascender”, compartió el DT.

“Fuimos el mejor equipo del Clausura, más allá de alternar buenos partidos con otros que nos hicieron doler la cabeza. Aunque nunca dejamos de insistir y de ir para adelante, por eso me emociono cuando veo a la gente festejar, a los dirigentes llorar y al grupo de chicos, que fue excepcional, festejar con semejante entusiasmo”, relató.

“En Bella Vista está muy marcado el sentido de pertenencia, y en Huracán es muy notoria la diferencia que hacen los de más experiencia, aportando dentro y fuera de la cancha. Son fenómenos que se cargan el equipo al hombro y le hacen frente a las adversidades”, admitió antes de reflejar ese concepto en particular con un ejemplo.

“Matías Mayo estaba desgarrado, no podía jugar, pero me pidió ir al banco y entrar unos minutos, y si tenía que patear un penal lo iba a hacer (ejecutó el tercero de la serie y fue gol). Eso demuestra el compromiso y la lealtad de un jugador que supo para que vino y que quería en Huracán. Cuando lo miré para que ingrese, me dijo: ´Sí, dale, no pienses en que estoy lesionado, voy a entrar y que sea lo que Dios quiera´. Después de eso, ¿qué más querés que te diga?”.

--Nada más, festejá, lo tenés y lo tienen merecido.

Y después de eso, explotó el bule…