Bahía Blanca | Viernes, 28 de noviembre

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Con canciones conmovedoras regresa Savoretti a Bahía Blanca

A dos décadas de “El último verano del mundo”, Diego Savoretti vuelve a Bahía Blanca para presentar "La inercia del carnaval", un disco que dialoga con su historia y renueva sentidos.

Diego Savoretti estará junto a Los Indescriptibles.

Veinte años después de la publicación de El último verano del mundo, Diego Savoretti vuelve a Bahía Blanca, la ciudad donde nació, creció y grabó su primer disco, para presentar su obra más reciente: La inercia del carnaval. El concierto será este sábado a las 21.30 en Kánika Espacio de Arte, acompañado por Los Indescriptibles: Lucas Sellan en bajo y voz, y Manuel Álvarez en batería y percusión. Para el músico, la fecha es mucho más que un show: es un reencuentro con los lugares, las personas y las energías que moldearon su camino artístico.

Las entradas se consiguen en Ticketbahía y las podés conseguir acá.

Savoretti habla de aquel primer álbum como un tiempo de intensidad irrepetible: aprendizaje, amistad, descubrimiento y una expresividad casi voraz. “Había una pócima ligada al hambre artístico”, recuerda. Esa pulsión, lejos de diluirse, persiste: “Tengo el mismo vértigo cuando escribo o sueño una canción que en aquellos años”.

Nos decían que hiciéramos un demo, pero para nosotros la diferencia entre demo y disco era la impronta que le pusiéramos".

La inercia del carnaval, grabado dos décadas después, no sólo reactiva ese impulso inicial sino que lo resignifica. Hoy el músico no busca abarcarlo todo ni volcar canciones sobre cualquier experiencia ajena. A medida que pasó el tiempo, también aparecieron las ausencias. Una de las más determinantes es la de Hernán “Ruso” Crosina, bajista fundacional de Los Indescriptibles y responsable de gran parte del sonido del primer disco, con su bajo sin trastes y activo que dejó huella. A él está dedicada “Guitarras de cristal”, la canción que cierra el nuevo álbum. “Su ausencia hace irrepetible El último verano del mundo. Lo veo siempre opinando con humor sobre las nuevas canciones”, dice Savoretti.

Fue una fortuna que haya llegado a tantos lugares. Creo que fue la última época de discos vendibles”.

El vínculo entre aquel disco inicial y el actual va más allá del paso de los años. El primero nació bajo el impacto de la caída de las Torres Gemelas y de un clima social atravesado por la austeridad y la crisis. El nuevo llegó después de la pandemia, otro suceso que reconfiguró la vida cotidiana. “Son momentos que transformaron el mundo. Dentro de mí, están linkeados”, reflexiona. En ambos casos, emergieron necesidades artísticas urgentes y narrativa que desborda.

Recuerda con cariño el proceso de grabación de El último verano del mundo en el estudio de Eduardo del Gobbo: un gesto de autogestión pura, casi inconsciente, sostenido por amigos, búsquedas sonoras y un espíritu de época. “Nos decían que hiciéramos un demo, pero para nosotros la diferencia entre demo y disco era la impronta que le pusiéramos”, cuenta. Aquella grabación conquistó hogares —literalmente— en los tiempos en que aún se esperaban cajas de CD que luego se vendían mano a mano. “Fue una fortuna que haya llegado a tantos lugares. Creo que fue la última época de discos vendibles”.

El catálogo de Savoretti incluye hoy, además, Ni siquiera lo intentes, Andá a laburar, Flores y Whisky, Piandemia y, ahora, La inercia del carnaval. Con los masters digitalizados, no descarta mezclar y remasterizar los primeros discos para acercarlos a la fidelidad actual. Sin embargo: “Siempre queda tanta música nueva por publicar”.

El regreso a Bahía Blanca condensará todas esas capas de historia: las canciones que crecieron en casas ajenas, los aprendizajes de un tiempo formativo, las ausencias que resuenan y un presente creativo que sigue en expansión. La ciudad que lo vio partir vuelve a recibirlo en un escenario íntimo, con un disco que, como aquellos primeros pasos, también busca nombrar un mundo que cambia.