Bahía Blanca | Sabado, 04 de octubre

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El “lado oscuro” del ciberbullying y la desafiante lucha contra el silencio

Desde la Fundación Ser y Hacer destacan la importancia de acompañar y empatizar con las víctimas. El rol de los adultos.

Fotos: Archivo y Emilia Manieri-LN.

Hace un par de años, una adolescente bahiense fue víctima de un caso de cyberbullying cuando compañeros crearon una cuenta de Instagram y comenzaron a hostigarla.

El daño sufrido por la menor fue tan grande que intentó cambiar de escuela para terminar con su padecimiento, pero la situación ya se había descontrolado. La cuenta se había viralizado y en ese nuevo colegio también “la conocían”.

El caso terminó siendo judicializado y se intentaron medidas para poner un freno al escarnio público al que era sometida, aunque en el mundo digital esos límites resultan difíciles de establecer. En el real, en cambio, las consecuencias que padecen las víctimas dejan heridas que tardan en cicatrizar.

El ciberacoso es el maltrato intencional y repetido que se realiza a través de medios digitales como redes sociales, teléfonos móviles o internet, con el objetivo de humillar, amenazar, avergonzar o intimidar a otra persona, a menudo entre menores de edad.

A fines del año pasado, el Observatorio de Uso Responsable de Redes Sociales que funciona en el Concejo Deliberante presentó un informe realizado entre 2.500 jóvenes de nivel primario y secundario de Bahía Blanca en los que se destacan cifras alarmantes respecto a esta situación.

Según el estudio, poco más de siete de cada diez alumnos sufrió ciberbullying a través de WhatsApp, el 65% recibió algún comentario malicioso en las redes y a casi la mitad le crearon un sticker como burla.

Concientizar, prevenir y ayudar a quienes lo padecen son los objetivos principales de las acciones que lleva adelante la Fundación Ser y Hacer, con charlas abiertas a la comunidad y talleres.

“Es la posibilidad de escucharnos y ver dónde estamos desde nuestro lugar de adultos y cómo poder acompañar a los niños, niñas y adolescentes que hoy transitan su etapa con la tecnología”, describió la profesora en psicopedagogía Virginia Molina.

Poder hablar

La profesional, que integra la entidad y toma parte de las actividades, dijo que en el caso de la adolescente hostigada se le preguntó a varios jóvenes por qué seguían esa cuenta creada para hacer daño y admitían que lo hacían “solamente para ver”.

“Esto del ver y no hacer nada fomenta cada vez más la violencia, la valida y la mantiene ‘en el time’, como dicen”, señaló Molina.

Sostuvo que uno de los encuentros recientes, denominado “el lado oscuro del cyberbullying”, hace foco especialmente en “el silencio que padecen los chicos y chicas que lo sufren, porque no lo pueden contar y no encuentran pares a los que, quizás viendo lo que está pasando, poder confiarle lo que les pasa”.

“Creemos que las herramientas que tenemos que darles a nuestros chicos y chicas es la posibilidad de hablar, que dialoguen, que puedan manifestar no estar de acuerdo con una foto o con un sticker, o con la forma en que se expresan en las redes sociales”.

Molina explicó también que los adultos debemos darles a esos jóvenes el lugar para manifestarse.

“Si no habilitamos esos espacios es muy difícil que después, cuando se encuentren en las redes y vean que les están diciendo algo ofensivo, puedan preguntar qué pasó o decir que no me gusta la forma en que me están hablando”.

En este sentido, Molina señaló que “lamentablemente la violencia, en todas sus formas, logra que quienes la sufren la callen por vergüenza o culpa”. 

Detalló que en este tipo de casos “muchos chicos comparten un montón de cosas en las redes diariamente y mucho de eso se les termina volviendo en contra, porque hay otros que aprovechan esa información para intervenirla y quizás generar algún tipo de daño, avergonzamiento o humillación”.

“Allí hay una culpabilidad del yo subí esa información. Por eso trabajamos con los chicos en que lo que vos subís a Internet va a quedar ahí. Hay que pensar si quiero perder el control de lo que subo, si no me va a poner en riesgo en algún momento o las expectativas entre lo que yo posteo y lo que puede llegar a generar en el otro. Apelamos a que puedan reflexionar antes de subir algo”, dijo.

Características

La viralización de las publicaciones es una de las particularidades del ciberbullying.

“No lo podés parar. En ese caso (en el de la adolescente bahiense) se reportó el perfil y la red social le dio de baja, pero ya estaba corriendo y se generaron otros perfiles adicionales”, detalló Molina.

“Otra cosa que colabora es el anonimato (perfiles falsos) para generar el daño sobre otro. Esa situación también provoca desinhibición y pensar que puedo poner lo que quiera. Muchas veces no visualizan que detrás de lo que escriben o postean hay otra persona. Como no lo ven, no estás observando la reacción del otro”.

Siguió diciendo que “muchas veces les preguntamos si lo que escriben se lo dirían a otro cara a cara. La mayoría dice que no porque se pondría mal, entonces les hacemos entender que la reacción de quien lo sufre es la misma de manera personal o leyendo una publicación”.

Consecuencias

Molina manifestó luego que el ciberbullying puede provocar en las víctimas “estados de inseguridad, baja autoestima, deseo de no querer concurrir a la escuela, cambios de humor, falta de apetito y problemas para dormir”.

“Hay otras problemáticas en la que va derivando, como ansiedad, angustia e ideas suicidas, entre otras cosas. Estamos hablando de algo que por la virtualidad se sufre de manera permanente”.

Consideró que es necesario promover el diálogo y el acompañamiento de la escuela y la familia.

“También es vital promover hábitos saludables como el respeto, la empatía y ponernos en el lugar del otro”, finalizó la profesora.