El predio del sindicato de Trabajadores Municipales tiene quien lo cuide
Ramón Ojeda es, desde hace 11 años, el parquero del espacio donde hoy funciona la nueva sede social del gremio. Llegó de Corrientes hace 45 años y está próximo a jubilarse.
No hay persona que ingrese al predio del sindicato de Municipales y no lo vea con el rastrillo, la tijera o la pala en la mano. Y todos lo saludan efusivamente.
Se trata de Ramón Ojeda, correntino de nacimiento (“de Goya, a 60 kilómetros de donde desapareció Loan”, señala) pero bahiense de adopción, quien hace 11 años se hizo cargo de la parquización y cuidado de las plantas de la nueva sede del STMBB.
“Una de las cosas que me hacen sentir orgulloso es el cariño con el que me tratan. Siempre ha sido así, con la diferencia de que ahora el predio tiene muchísimo más movimiento antes”, manifiesta al responder el décimo saludo de la mañana.
Y claro que la circulación de gente aumentó notoriamente. Hace 10 años, según cuenta, sólo existían en ese macizo de tierras ubicado enfrente al Shopping apenas dos quinchos y el salón multiuso.
“Después llegaron las canchas de fútbol, los vestuarios, otro quincho, la pileta, la nueva sede, la pista de salud. Es impresionante lo que ha crecido este lugar”, rememora.
En aquel entonces, Ramón, quien hace 45 años se radicó en nuestra ciudad, era el encargado de mantener todo el predio.
“Obviamente, con las construcciones, también llegó la ayuda. Y algunas cosas dejé de hacer. Ahora estoy abocado a mantener los jardines del sector de la sede, aunque cuando tengo tiempo doy una mano en otros sectores o le paso el barrefondo a la pileta”.
Cuenta que hace 11 años llegó prácticamente de casualidad al STMBB.
“Trabajé 23 años en el predio del Banco Provincia. Y de un día para el otro me quedé sin trabajo. Pasé momentos muy malos, hasta que se me ocurrió pedirle una mano a Miguel (Agüero). Yo conocía a su mamá, porque era enfermera de la pileta del complejo del banco. Gracias a él pude seguir desarrollando lo que es mi vocación”.
Y añadió: “Siempre me gustó la parquización. Quizás lo mamé de chiquito en mi provincia, Corrientes, donde hay mucha vegetación. Así que no me puedo quejar, porque trabajo de lo que me gusta”.
Ramón, con 64 años, está transitando su última etapa como activo.
“No me puedo imaginar el día después de la jubilación. Imaginate que antes de dormirme, ya hago la rutina de trabajo del día siguiente. Y a las 5:45 ya estoy acá. Me va a costar desprenderme de ese ritmo, porque amo este lugar. Si por mi fuera, me quedaría toda la vida”.
En su trabajo diario, su principal enemigo, confiesa, son las hormigas.
“Es imposible exterminarlas. Todas las mañanas encuentro algún caminito nuevo. ¿Si hay secretos para combatirlas? La constancia. Hemos probado de todo, pero siempre están”.
El temporal de diciembre pasado fue un antes y un después en la memoria de Ramón.
“Ese día, cuando pude llegar al predio, se me caían las lagrimas. Lo primero que noté fue la desaparición del gimnasio, que lo destruyó por completo. Hubo que hacer todo de vuelta, porque el viento se llevó todo lo que habíamos hecho, ya que la sede iba a abrir dos días después y estaba todo preparado”.
“Por fortuna, un tiempo antes se había realizado una poda cuidada de muchos eucaliptus del predio, sino el desastre hubiera sido mucho mayor”.
Casado con la cabildense Mariana Ocampos, tuvo dos hijos: Lucas Raúl y Viviana Vanesa, quienes le dieron 4 nietos.
“Cuando me llegue la jubilación voy a disfrutar aún más de mi familia, pero igualmente voy a seguir con esta actividad, porque es mi vocación y no me imagino estar todo el día sin trabajar”.
Además de su trabajo diario en el STMBB, Ramón realiza labores particulares.
“Agarré algunas changas, como se le dice. No tanto por necesidad, porque la verdad que ahora estoy muy bien, sino porque me gustan las plantas, los patios. Y me siento fuerte como para seguir haciéndolo. Mientras el físico me siga dando, voy a seguir trabajando de ésto, porque es mi vocación en esta vida”.