Diario de viaje, día -2: un cuervo, o jantar y las 5 horas que perdí
Sensaciones, experiencias, comentarios y mucho más de lo que implica cubrir los Juegos Olímpicos en el primer mundo.
Periodista. En La Nueva desde 2013. Especializado en el movimiento olímpico. Asistió a los Juegos Olímpicos de Río 2016, a los Juegos Olímpicos de la Juventud Buenos Aires 2018, a los Juegos Suramericanos de la Juventud Rosario 2022, a los Juegos Suramericanos Asunción 2022, a los Juegos Panamericanos Santiago 2023 y a los Juegos Olímpicos París 2024, entre otros eventos internacionales.
Bahía-Aeroparque, Aeroparque-Guarulhos y, finalmente, cruzar el océano Atlántico. Así arrancó esta aventura, devenida en cobertura, que conllevan los Juegos Olímpicos.
Haber hecho escala en San Pablo (algún día escribiré un libro sobre esa vida paralela que existe en los aeropuertos...) significó que el último tramo del viaje de ida lo comparta con un ochenta por ciento de brasileros. También había chilenos, paraguayos, al menos otro argentino (de Adrogué, con buzo de San Lorenzo), varios japoneses (creo) y otros de procedencias sospechosas.
También eran cariocas los integrantes de la tripulación, quienes ofrecieron para o jantar apenas una hora después del decolagem, cuando en Guarulhos y en Argentina recién eran las 19. ¿Opciones? Pasta, con salsa y queso, o carne con patatas, que fue lo que elegí. El menú venía acompañado por dos galletitas saladas, un queso untable, algo similar a media porción de pizza y una oblea, de postre. Ah, para tomar había hasta vino y cerveza, pero quienes me conocen sabrán que me incliné por un delicioso jugo de manzana.
Debo reconocer que el viaje no se me hizo largo, pese a que por lo que calculé, apenas logré dormir 4 de las 11 horas hasta Charles de Gaulle. El furioso aire acondicionado me obligó a taparme hasta la cabeza con la manta que ofrece la aerolínea. Y, sabemos, pese a que estratégicamente saqué pasillo, los espacios para quienes superamos el metro con 80 no son de los más cómodos a 40 mil pies (12.192 m) de altura.
A propósito de tiempos, ¿alguien sabe a dónde fueron a parar las 5 horas que perdí? Llegué a Francia a las 5 hora de nuestro país, pero acá, en Europa, eran las 10. Seguro me las devuelven a la vuelta, je.
Entenderán, que absolutamente nada de lo expresado de manera negativa podía hacerme cosquillas cuando el destino era París. Cuando se trata de viajar. Cuando todo es un sueño, con responsabilidades y un montón de trabajo por delante, pero un sueño. Y cuando se trata de los Juegos Olímpicos.
A las 2.30 (7.30) llegó el café da manhã. Para elegir, Patricia Carvalho me ofreció omelette o sándwich de pavo. Ya se veía el cielo por las ventanillas del Boeing 787-9. Era el fin del vuelo, y el inicio del viaje.
A propósito, voy a dejar acá esta primera entrega del diario de viaje, iré a buscar mis valijas y el alojamiento porque no hay tiempo que perder. Ya es el día olímpico -2, con una agenda que contiene fútbol y rugby masculino.
Los espero aquí mismo, en las redes de La Nueva., en el streaming de La Nueva Play (lunes a viernes a las 14 de Argentina) y en LU2 con informes diarios. Que comience el show.