Bahía Blanca | Miércoles, 08 de mayo

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Avenida Colón y Brown: procuran una salida para la tradicional esquina bahiense

Lo nuevo: una de las partes consultadas (son dos) ha expresado su voluntad de vender. Es un paso hacia adelante respecto del destino de un sitio icónico.

Se cumplen 25 años de abandono. / Fotos: Samanta Marco y Pablo Presti-La Nueva. y Archivo LN.

“El Palacio de avenida Colón y Brown reúne condiciones extraordinarias, grandes almacenes, amplios salones y hermosas habitaciones. Es un hotel suntuoso en virtud de la importancia actual y futura de esta ciudad tan visitada por hombres de fortuna”. Diario Bahía Blanca, 1910.

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La nueva gestión municipal ha tomado 2028 como un año al que la ciudad debe llegar de la mejor manera posible, con aspecto renovado, nuevas obras y habiendo solucionado muchas de sus carencias. Ese año la ciudad cumplirá dos siglos transitados desde el momento en que, en 1828, se dio la primera palada para construir el fuerte de frontera.

En ese marco se ha prestado atención a la necesidad de atender el mal estado de varios edificios históricos, muchos de ellos ubicados en la denominada manzana fundacional.

La manifestación más elocuente del preocupante presente de esos inmuebles es que han tenido que ser cercados o protegidos mediante pantallas para evitar que la caída de revoques, molduras, ornamentos o mampostería dañe a cualquier ocasional transeúnte.

Son los casos de la Aduana (avenida Colón y Estomba); la Escuela Nº 2 (Vieytes 51); el correo (Moreno 34), el ex banco Provincia (Alsina 41) y el que fuera originalmente el Hotel Sudamericano (avenida Colón y Brown). Sobre este último, justamente, es que comenzó a intensificar gestiones tratando de revertir su situación.

La municipalidad viene lidiando desde hace tiempo con los propietarios del centenario inmueble de avenida Colón y Brown, que cumple 25 años desocupado, abandonado y sin mantenimiento.
Con casi 60 metros de frente sobre Brown, y 30m sobre la avenida Colón, está rodeado de un cerco de chapa que funciona, además, como un escaparate para la pegatina de afiches publicitarios, dando al lugar un aspecto urbano completamente desagradable.

En el cuarto de siglo transcurrido desde la salida del último inquilino, el lugar siempre estuvo en venta o en alquiler.

Entre las molduras y las juntas de los ladrillos van creciendo plantas, cuyas raíces aumentan el daño a la estructura, generando grietas por donde el agua actúa de manera destructiva.
Entre el cerco preventivo y las fachadas hay una franja desbordada por el guano de las palomas y como juntadero de basura.

El interior del edificio es, también, un lugar insalubre y se advierten ventanas abiertas en la planta alta que facilitan la invasión de palomas, roedores y otras plagas.

Pase y vea: invitación a las palomas

Funcionarios del municipio tomaron contacto, en las últimas horas, con los propietarios del inmueble —radicados fuera de nuestra ciudad— a fin de conocer su postura y voluntad respecto al lugar.

De acuerdo a fuentes certeras, son dos los titulares del bien o, o mejor dicho, los sucesores de otros tantos propietarios originales, quienes mantienen algunas diferencias en cuanto al destino.

Sin embargo, la parte consultada fue contundente al mencionar su única voluntad: “Vender”. Es decir que nada hay que esperar de los titulares en materia de recuperación, mantenimiento o cuidado del edificio.

Más allá de esa voluntad manifiesta, se está ante un hecho complejo.

En este cuarto de siglo transcurrido desde la salida del último inquilino, el lugar siempre estuvo en venta o en alquiler, con carteles, anuncios y cambios de inmobiliarias, sin que se haya logrado encontrar interesados.

Es, claramente, un elefante blanco, un lugar que, para encontrar posibles ocupantes, debe tener un valor de venta que contemple la realidad del mercado y el verdadero potencial del edificio.

Es un inmueble inventariado como bien patrimonial, protegido por su valor histórico y arquitectónico, con lo cual no se puede demoler y toda intervención debe ser previamente avalada por el municipio.

El precio de venta del bien, de acuerdo a fuentes cercanas a los propietarios, es de 4,5 millones de dólares, valor que significa un impedimento a la hora de encontrar inversores.

La única propuesta —presentada en el año 2007 y mantenido hasta la fecha— es la construcción de una torre de 20 pisos —ocupando una superficie de 20.000 m2— que emerge del centro del inmueble, recuperando la parte original de 3.000 m2 para consultorios médicos, propuesta que, a la fecha, no ha encontrado una respuesta definitiva por parte del municipio.

La torre propuesta. Fue propuesta hace siete años.

Otra alternativa que se barajó durante la gestión del anterior jefe comunal, Héctor Gay, es avanzar con el juicio que lleva adelante la comuna por las deudas de tasas e impuestos, cifra que ronda los 20 millones de pesos.

La idea era que, en caso de no tener una respuesta positiva de los propietarios, proceder al remate de la propiedad. Eso permitiría —acaso— encontrar oferentes, aunque tampoco es garantía de que se concrete una intervención de puesta en valor y reúso.

Por último, queda discutir si a esta altura de su historia y dado el estado edilicio, el lugar merece ser considerado bien patrimonial.

Si bien desde el punto de vista de su arquitectura es una obra muy atractivo, ha resignado mucho de su diseño original y ha perdido por completo su organización interior, ya que su uso original como hotel —con el cual funcionó durante casi 80 años— se ha perdido de manera definitiva, luego de ser readecuado para funcionar como comercio.

Quitarle el rango de bien patrimonial podría habilitar al edificio a una eventual demolición.

Lo cierto es que la municipalidad de la Bahía Blanca enfrenta un severo desafío. Porque tampoco puede permitir que la actual situación del inmueble se siga manteniendo en el tiempo y cada año se torne más preocupante.

Quizá es momento de considerar sanciones más importantes a los propietarios, penalidades relacionadas con la afectación que el edificio tiene con la ciudad, con su falta de uso y sus consecuencias sanitarias y en materia de seguridad.

Pensando en el bicentenario, no es mucho el tiempo que queda para encontrar una salida que permita pensar esa fecha con la esquina en condiciones y el edificio recuperando parte de su esplendor.

“Es una especie de palacio mágico”

El edificio de avenida Colón y Brown fue inaugurado en 1909.

Lo construyó la compañía de seguros La Previsora, según un proyecto del arquitecto Alberto Coni Molina, el mismo que, un año después, diseñó la sede del club Argentino en avenida Colón y Vicente López.

Su primer ocupante fue The South American Hotels Company, una cadena hotelera que montó en el lugar el hotel Sudamericano.

“Es una especie de palacio mágico”, mencionó este diario en ocasión de su inauguración, equipado como ningún otro hotel en Sudamérica.

A punto de ser inaugurado, 1909

El proyecto concretado del arquitecto Alberto Coni Molina, en una imagen de 1910.

Etapa como Hotel Atlántico, 1920

Extendió ese uso hasta fines de los 70, cerrando ese ciclo con el nombre de Ocean Hotel.

En 1979 ocupó su planta baja una efímera propuesta comercial (Galerías Ocean) y, entre 1987 y 1997, funcionó el Centro de Compras de la Cooperativa Obrera, que abarcó todos los pisos a partir de una gran adecuación del interior. Fue, luego, el turno de una tienda de electrodomésticos que, finalmente, lo desocupó en 1999.

El Centro de Compras, momento de esplendor

Desde entonces el edificio ha estado en alquiler o venta, teniendo consultas más que propuestas, desde servir para un supermercado, hasta para una tienda de capitales chilenos, un casino, cocheras, locales y el mencionado edificio de más de 20 pisos.