Bahía Blanca | Miércoles, 08 de mayo

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El cementerio busca recuperarse de los destrozos del temporal

La necrópolis local sufrió severos daños con la tormenta del 16 de diciembre. Pese a ello, las prestaciones habituales del lugar se continúan brindando.

Fotos: Pablo Presti-La Nueva.

Pinos centenarios caídos sobre tumbas y mausoleos, ramas dañando monumentos, cañerías de agua y muros caídos son algunas de las consecuencias derivadas del temporal del pasado 16 de diciembre en el cementerio local.

“La impresión y la sensación que tuvimos al día siguiente fue devastadora. Parecía una película de terror. Cuando llegamos al cementerio ni siquiera podíamos acceder ya que los ingresos estaban cerrados por la cantidad de eucaliptus caídos. Era realmente desesperante ver cómo estaba todo”.

Quien comenta esta situación es Daniela Calvo, administradora del cementerio desde 2015, y que desde el día del fenómeno climático viene trabajando a destajo, buscando liberar los sectores afectados al tiempo de mantener, desde el día uno, las prestaciones habituales del lugar.

Como ocurrió con el área urbana –donde la municipalidad estimó la pérdida de 15 mil árboles--, la caída de añosos ejemplares es una de las afectaciones más sentidas.

“Es una desgracia inmensa. Se perdieron pinos que tenían más de 100 años, los cuales formaban una importante cortina forestal, así como también ejemplares enormes de eucaliptus, que son los que bloquearon las entradas. La sensación al ver esa situación fue indescriptible, no sabíamos por dónde empezar porque además estábamos a dos horas de tener que abrir el lugar para atender los servicios del día. Estaba obnubilada”, agregó.

La parte vieja del cementerio resultó la más afectada, precisamente por la presencia de una arboleda más añosa, cuya caída y desprendimientos de ramas afectaron tumbas, bóvedas, baños y nichos. 

También el arrastre de las enormes raíces generó la rotura de varias cañerías de agua, con lo cual el lugar quedó sin ese suministro, al igual que la inmediata falta de electricidad.

La denominada “parte nueva” del cementerio quedó en mejor estado, al tener árboles más jóvenes y de menor porte que resistieron los embates del viento.

“De todos modos cuando comenzamos a caminar las 55 hectáreas que ocupa el cementerio era hacerlo por un lugar devastado. A los árboles se sumaban vidrios rotos, mampostería caída, carteles destrozados, calles bloqueadas, las puertas de los depósitos y oficinas arrancadas”, refirió Calvo, 

Un sitio que no sufrió daños fue el crematorio, pieza fundamental del funcionamiento del cementerio en la actualidad ya que es una práctica muy habitual en los últimos años. La puesta en marcha de un generador permitió poner en funcionamiento el crematorio, un hecho clave para los fallecidos que estaban en depósito, destinados a ser cremados.

En ningún momento las autoridades del cementerio pensaron en cerrarlo.

“Más allá del calamitoso estado, de la imposibilidad de acceder y de circular, siempre tuvimos en claro que el cementerio estaría abierto para atender los servicios del día, estaríamos activos como fuera”, señaló Calvo.

Ese objetivo lo fueron logrando de manera artesanal y merced a un intenso trabajo en equipo. Las primeras horas de 17 de diciembre, empleados administrativos, policías, sepultureros y personal de las cooperativas de trabajo sumaron su esfuerzo para despejar la entrada y liberar algunas de las calles, de manera de garantizar el acceso y tránsito. 

“Esa fue la consigna de esa mañana: despejar las calles y las parcelas que se necesitaran. Eso se logró por el trabajo comunitario. Fue realmente emocionante verlo. Incluso si bien no se pudo liberar el acceso principal por los pesados eucaliptus volcados, pudimos habilitar una entrada secundaria y liberar algunas calles para que no hubiese riesgo alguno. Si bien dejamos cerrado el cementerio un par de días al público, los servicios se brindaron todos”.

Para Calvo, el temporal dio por tierra con muchos trabajos y logros concretados en los últimos años, lo cual fue completamente desolador.

“Pero estamos ordenando todo, para que quede igual que antes o mejor”.

El trabajo de todos

“Es digno de ver cómo logramos sobrellevar esta situación, todos dispuestos a despejar las calles internas, a retirar los árboles quebrados, los pinos caídos sobre baños y sepulturas, con parcelas completamente tapadas. Hasta el día de hoy, a dos meses del temporal, seguimos trabajando para dejar al cementerio igual o mejor que antes. Pero es un trabajo artesanal. Los pinos caídos se cortan primero en trozos, con mucho cuidado para no dañar las sepulturas y luego se cargan a los camiones. Es algo que exige mucho trabajo”, señaló.

Hoy las calles están todas liberadas y quedan algunas apenas tres parcelas con pinos encimados, cuyo retiro se va haciendo de a poco. 

“La gente lo entiende, ve que se trata de una tarea delicada, todos comprenden la situación y en casos particulares atendemos los pedidos y buscamos dar una respuesta”.

500 tumbas afectadas

Daniela estimó en 500 las tumbas y monumentos dañados. Cada familia puede acercarse al cementerio y verificar el estado de las correspondientes a sus familiares y decidir cómo actuar según el caso.

“Cada reparación corre por cuenta del titular, nosotros no tenemos solvencia para hacer los arreglos de las casi 500 sepulturas afectadas. Estamos teniendo casos de personas que en lugar de reparar lo deteriorado nos solicitan la remoción de los restos para cremarlos o trasladarlos a otras sepulturas. Nosotros podemos ayudar a hacer el desarme de los monumentos afectados, pero la reparación corre por cuenta de cada particular”, detalló.