La salud mental, el caso Pignatiello y una reveladora anécdota con Agustín Vernice
Ansiedad, depresión, ataques de pánico, estrés. Si cualquiera de nosotros está expuesto, traten de imaginar lo que pasa por la cabeza de un atleta de alto rendimiento.
Periodista. En La Nueva desde 2013. Especializado en el movimiento olímpico. Asistió a los Juegos Olímpicos de Río 2016, a los Juegos Olímpicos de la Juventud Buenos Aires 2018, a los Juegos Suramericanos de la Juventud Rosario 2022, a los Juegos Suramericanos Asunción 2022, a los Juegos Panamericanos Santiago 2023 y a los Juegos Olímpicos París 2024, entre otros eventos internacionales.
"Realmente siento que a veces tengo el peso del mundo sobre mis hombros. Siempre que te encuentras en una situación de mucho estrés, te asustas un poco; tengo que concentrarme en mi salud mental y no poner en peligro mi salud y mi bienestar. Tenemos que proteger nuestro cuerpo y nuestra mente… Es una mierda cuando estás luchando con tu propia cabeza" (Simone Biles, 27 de julio de 2021, Tokio)
En un país tan exitista como el nuestro, Delfina Pignatiello ocupó hace cinco o seis años el rol de mayor promesa del deporte nacional. Fue la cara de la ilusión que en mayor o menor medida todos tenemos cuando surge alguien que pinta bien, que parece bueno en serio.
En 2016 marcó el record argentino en los 800 metros libres. En 2017 fue bicampeona en el Mundial Junior de Indianápolis, ganando los 800 y los 1500. Ese mismo año fue abanderada de la delegación nacional en los Juegos Suramericanos de la Juventud de Santiago de Chile, donde fue la máxima medallista argentina (tres de oro, tres de plata y dos de bronce). En los Juegos Olímpicos de la Juventud Buenos Aires 2018, ganó dos medallas de plata, en 400 y 800 metros libres. En los Juegos Panamericanos Lima 2019 fue oro en 400, 800 y 1500, además de encabezar a la delegación nacional en la ceremonia de Clausura.
Incluso, su particular mix de introversión y carisma la llevaron a posicionarse como la Messi de la natación argentina, tal el pedestal al que algunos la subieron. Así viajó a Tokio 2020: con las frustraciones de todos a cuestas. Terminó 29º en 1500 libres y 27º en los 800. Como se dice vulgarmente, la "mataron" en redes. Las cerró. En 2022, con 22 años, anunció su retiro.
Siempre me quedó dando vueltas una imagen de Delfina, sola, sentada en una silla al sol en plena plaza de la Villa Olímpica de Buenos Aires 2018, horas antes de competir. Tenía puestos los auriculares. No me acerqué, quizá, sabiendo que estaba atravesando un momento de dolor por el reciente fallecimiento de su abuela. El respeto primero, siempre. Y por eso nunca supe qué estaba pensando. Aunque ahora puedo sospecharlo.
"Cuando empecé a ganar y ganar, crecía mi amor por la competencia. Pero también, quienes me rodeaban, me empezaban a ver más y creaban sus propias expectativas en mí. Sin darme cuenta me estaban colgando una mochila. Esas miradas se fueron expandiendo más allá de lo deportivo. Al principio era todo copado. Aparecieron las grandes marcas de sponsors y la exposición en redes aumentó. Como toda adolescente, los likes se convertían en una muestra de aceptación social. Y yo los buscaba", reconoció en una charla TEDx.
"Los primeros roces con la fama los podía controlar, eran divertidos —recordó—. Pero como todo, hay un lado B. Toda esa energía y adrenalina que sentimos los jóvenes se convirtió en un tsunami de miradas que llegó a un punto que no había manera de controlarlo. Y yo me ahogaba".
Entonces, quien había ganado tres premios Olimpia de plata y uno de oro, en 2017, quien fuera galardonada como Atleta Femenina del año por el Comité Olímpico nacional, en 2019, y quien fuera condecorada con el diploma Konex al mérito, en 2020, dejó de disfrutar del agua.
"La próxima será, y un beso desde Tokio a los haters que me motivan para mejorar". No hubo próxima.
El ejemplo, superador y concreto, no reduce a la Argentina al problema. Por el contrario, hubo y hay casos por todo el mundo que ayudan a entender que nadie está exento. La propia gimnasta estadounidense Simone Biles y sus “twisties” durante Tokio 2020, la tenista japonesa Naomi Osaka y su depresión, de manifiesto previo al Abierto de Francia de ese mismo año, el basquetbolista Ricky Rubio y su conocido trastorno de ansiedad que lo alejó un tiempo de la selección española y la NBA...
"Puedes trabajar en la pista y lanzar mil tiros. Puedes trabajar en el gimnasio y hacer mil flexiones y estar muy bien físicamente, pero la confianza y la mente, si no la tienes bien, por mucho que hagas lo otro, no sirve. Se tiene que trabajar igual que otros aspectos de tu vida", contó Rubio, a propósito.
El próximo jueves 10 se celebra el Día Mundial de la Salud Mental, cuyo objetivo es crear conciencia sobre sus problemas en todo el planeta y movilizar esfuerzos en apoyo de la misma.
Según señala la Organización Panamericana de la Salud (OPS), los trastornos de salud mental aumentan el riesgo de otras enfermedades y contribuyen a lesiones no intencionales e intencionales. La depresión continúa ocupando la principal posición entre los trastornos mentales, y es dos veces más frecuente en mujeres que hombres.
De acuerdo a lo explicado por la Unicef, los niños, los adolescentes y los jóvenes experimentan diferentes niveles de salud mental y bienestar positivos, y uno de cada diez de ellos también experimentará un trastorno de salud mental. Lamentablemente —informa—, la mayoría nunca recibe la atención que necesita.
Ansiedad, depresión, ataques de pánico, estrés, algunas de ellas combinadas o todas juntas. Si cualquiera de nosotros está expuesto, traten de imaginar lo que pasa por la cabeza de un atleta de alto rendimiento, así sea profesional o tenga que vender empanadas para (juntar plata y) calzarse la pilcha de su país.
Aunque parezca redundante e innecesario, recordemos que la salud mental es fundamental para pensar, sentir, aprender, trabajar, establecer relaciones significativas. Va más allá de no tener trastornos. Es la base de la salud. Es estar bien uno mismo. Y es contribuir a que todos estemos bien (mejor).
A la vera del lago en Vaires-Sur-Marne, pasadas las 14.50 del sábado 10 de agosto, el mejor palista argentino de los últimos años reconoció ante la prensa que, para alcanzar el cuarto puesto en la final de K1 1000 (mejor resultado histórico, superando el quinto lugar obtenido por Javier Correa en Sydney 2000), modificó una conducta.
"Anoche hice algo impensado: fui a cenar con mi novia. En un lugar cualquiera. Algo que no me hubiese animado a hacer en otro momento. Gustavo, mi psicólogo me dio el OK y me dijo 'vos tenés que estar concentrado mañana, no hoy'. Eso me hizo relajar mucho, me ayudó muchísimo a llegar y dormir como un bebé. Mi novia es una genia (sic), sabe que estaba con los huevos en la garganta y que me cuesta comer. Recuerdo en Tokio casi no haber comido. Eso fue clave. Por eso no remo solo. Por esa y otras situaciones cotidianas, los más allegados siempre están. Esto es de ellos también. En lo primero que pensé cuando crucé la meta fue en mi familia", resumió Agustín Vernice.
El bahiense, radicado en Olavarría, fue el primer argentino en la historia en consagrarse campeón mundial sub 23 (Rumania, 2017). Es vigente campeón Suramericano y Panamericano y ya había sido finalista en Tokio 2020 (8º).
Sin embargo, en una entrevista con La Nueva., reconoció lo mucho que le cuesta (costaba...) dormir antes de las competencias importantes. Y recordó el contratiempo que afectó su rendimiento en la prueba de K1 1000 metros en la final del Mundial de Duisburgo, Alemania, de agosto del año pasado.
En aquella oportunidad Agustín salió fuerte y en el primer tramo de carrera se ubicaba cuarto. En la misma posición permanecía luego de los primeros 500 metros. Bajó un lugar rumbo a los 750 metros y se quedó sin resto en el tramo final. Incluso, se lo observó apenado al momento de pasar la meta. En ese momento no logró la clasificación a París 2024, algo que llegaría dos semanas después.
"Una decepción muy grande, tenía tantas expectativas que no fui capaz de dormir en toda la noche y en el agua eso se notó y no supe resolverlo", escribió apenas salido del agua, aquel 26 de agosto de 2023. Lo sobrepasó la ansiedad, no pudo controlar sus pensamientos. No durmió. Según datos de la OMS, la ansiedad es una pandemia que afecta a 260 millones de personas en el mundo.
Un año después, ya en Francia, entre risas y (algo) más relajado, respondió: "Anoche dormí. He pasado noches sin dormir, más de una, y anoche dormí".
"Es algo que trabajé toda la temporada con mi psicólogo. Y lo primero que pensé cuando sonó el despertador esta mañana fue que el primer paso ya estaba dado". Vaya revelación. Y vaya reconocimiento para Gustavo Ruiz, quien también supo acompañar a Paula Pareto y trabaja a la par de Franco Colapinto, entre otros.
A propósito, Ruiz escribió un libro [La cabeza del campeón, Ediciones B] en el que explica cómo construir una mentalidad ganadora para la vida. El coach bahiense Sergio Hernández le puso la firma al prólogo y, palabras más, palabras menos, sostuvo que "la psicología aplicada al deporte es una herramienta absolutamente necesaria".
"Así como en el deporte ya nadie duda de la importancia del apartado físico, ni de la parte técnica o táctica, es hora de que le abramos la puerta definitivamente a la psicología, porque es el paso que nos falta a muchos para poder desarrollarnos de manera completa".
Salud.