Bahía Blanca | Jueves, 02 de mayo

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Historias de la fragata Libertad: el marino, su hija, el elefante y la Barbie Mariposa

Mario Pérez, contramaestre general de la fragata Libertad, se prepara para su último viaje en la icónica embarcación de la Armada Argentina.

Fotos y videos: Pablo Presti y Francisco Villafáñez - La Nueva.

Cuenta la historia que un viejo marino que había recorrido todos los mares del mundo conocido, quería volver a su hogar con un regalo para una de sus hijas; había pasado varios meses en altamar y no la había visto por mucho tiempo. Por ello, quería causarle una buena impresión y buscaba en un antiguo mercado de India un presente que estuviera a la altura de las circunstancias.

Tenía un solo problema: no le quedaban muchas monedas.

Finalmente, encontró un puesto casi perdido a la vista, cubierto de arena del desierto. Allí, un viejo artesano ofrecía elefantes de todo tipo y color, y el marino entendió que en ese lugar hallaría el regalo soñado para su pequeña hija. Con sus apenas 60 rupias en una bolsa comenzó a negociar con el comerciante; en un sitio donde el regateo siempre fue ley, cambió todas sus monedas por un elefante que no había visto, que valía varias veces más que ese dinero y que el artesano le dijo que lo estaría esperando en el barco.

Dejó su bolsa de monedas y se dirigió a la embarcación. Allí halló un paquete con tres elefantes hechos en piedra, finamente tallados, que se encastraban entre sí y constituían una de las obras de arte más bellas que hubiera visto en todos sus viajes. Avergonzado por haber conseguido tal regalo por tan pocas rupias, consiguió un poco más de dinero y fue a buscar al viejo comerciante porque, entendía, le había pagado muy poco.

El anciano y el puesto ya no estaban allí; se habían esfumado. Nadie sabía dónde podía encontrarlos. Allí quedó el marino, entre la vergüenza del injusto regate y el regalo soñado para su hija. Hoy, esos elefantes adornan su casa y él, entre viaje y viaje, sigue buscando al comerciante para saldar su deuda. Cada vez que cuenta la historia, la pena se adueña de su voz.

Mario Pérez nació en el sur, pero de pequeño vino a vivir a la zona de Bahía Blanca y Punta Alta. Hijo de otro marino, quiso vivir vinculado al mar, más allá y muy a pesar de los consejos de su padre. Hoy, a meses de terminar su carrera en la Armada, se apresta a realizar su quinta travesía a bordo de su buque emblema: la Fragata Libertad.

A lo largo de su carrera y a punto ya de retirarse, puede darse el lujo de contar que recorrió los océanos Pacífico, Índico y Atlántico, a lo largo de cuatro extensos viajes, donde tocó puerto en sitios tan recónditos como Holanda, Inglaterra, Irlanda, Bélgica, Estados Unidos, toda América del Sur y el Caribe. Solo le queda el Mediterráneo y, parece, ese es el destino al que la fragata pondría proa en los próximos meses, después de los trabajos de mantenimiento en la base naval Puerto Belgrano.

Luego, suspira y sonríe, casi cansado, llegará el retiro con 51 años. Y con eso, el hombre que hoy es el encargado de dar las órdenes sobre el izado, despliegue, uso y movimiento de los tres mástiles de la fragata Libertad y sus velas, su contramaestre general y suboficial encargado de Destinos, tendrá a su hogar y a su familia, como su último y merecido puerto.

“Ha sido difícil. Pero tengo una esposa, Daniela, que me ha aguantado toda esta carrera de sacrificio, porque he navegado mucho; y esto lo hago tranquilo porque sé que en casa tengo a una gran persona que cuida a mi hija”, cuenta.

A su lado, Milagros, Mily, se mueve y sonríe nerviosa ante esa referencia: “Se lo extraña en casa, pero sé que está haciendo lo que a él le gusta -resume la pequeña hoy ya no tan pequeña-. Sé que cuando vuelva, voy a tener tiempo para estar con él”.

Sus hermanos, hoy ya más grandes, tuvieron sus regalos, pero ella recibió uno muy especial y desde Malasia: una Barbie Mariposa. Desde allí viajó más de 15 mil kilómetros, a través de dos océanos y quien sabe cuántos puertos, para llegar a sus manos: “Ese fue el regalo más raro que me trajo”.

Justamente, esa fue la travesía más larga de Mario: ocho meses en 2008, pasando por Sudáfrica, India, China, Japón, Corea, Oceanía y Polinesia. De aquel viaje volvieron con él la Barbie Mariposa y, también, los elefantes tallados en piedra.

“Es una experiencia orgullosa el estar nuevamente a bordo de nuestra querida fragata y tener la responsabilidad y obligación de representar a mi Patria y a las Fuerzas Armadas. Las personas que vienen aquí son seleccionadas por lo que hicieron anteriormente: quienes vienen son de lo mejor que tenemos y siempre terminan -en algún momento- en la fragata Libertad”, cuenta.

Por eso, este último viaje tendrá algo aún más especial: será su travesía de despedida.

 

El bahiense al mando de la fragata Libertad

 

“Ya no me queda más nada; solo un año para el retiro. Seguramente se va a extrañar todo esto, pero son etapas. Después dedicaré mi vida siguiente a estar con mi familia, que ha sufrido mucho mi ausencia”, dice.

Un año más, un viaje más y aún varios mares por conocer y navegar. La historia de Mario, el marino, el que consigue muñecas imposibles para su hija y busca en cada puerto a un viejo artesano para saldar una antigua deuda, parece aún estar lejos de terminar.