Bahía Blanca | Viernes, 26 de abril

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Ferrowhite: Un sitio donde se aprende a hacer junto a propios y extraños

Se trata de un museo que atesora herramientas salvadas, allá por los años noventa del siglo XX, por un grupo de ferroviarios durante la privatización de la empresa nacional de trenes.

Algo más que un archivo de una historia en particular. / Fotos: Prensa Ferrowhite y Pablo Presti-La Nueva.

Por Nicolás Testoni / Director de FerroWhite

   Este museo whitense podría funcionar como el memorial de un mundo que se acabó, pero no es exactamente eso. Un museo taller se define menos por las cosas que posee que por aquellas que se inventa. Es decir, por lo que es capaz de aprender a hacer junto a propios y extraños. 

   A lo largo de los últimos 18 años, Ferrowhite funcionó alternativamente como carpintería, salón de baile, panadería, peluquería, sala de conciertos, corsódromo, taller de serigrafía, archivo historiográfico, fábrica de baldosas, herrería, gabinete de costura, tanguería, escenario teatral, café bacán e, incluso, como un museo.

El taller de corte y confección.

   Quizás en cada cosa que genera, esta institución municipal pone a prueba relaciones. Una amalgama inestable entre palabras, imágenes, cuerpos y cosas que busca configurar, aún de manera modesta, nuevas formas de entender y practicar la vida en común a partir de revisar las jerarquías consagradas a la hora de contar el pasado, de analizar la coyuntura o de imaginar el porvenir. Los párrafos que siguen valen como ejemplo.

El gran terrateniente

   El tren es lo que se mueve, pero también lo que permanece fijo. En nuestra región, los ferrocarriles no sólo se ocuparon del transporte de cargas y pasajeros. Administraron, además, las numerosas tierras que les entregó en concesión el Estado nacional. Tierras estratégicas por su cercanía, justamente, con las vías del tren.

Ana Miravalles (izq.) y Julieta Ferragine, en el archivo de Ferrowhite.

   En el archivo del museo, Ana Miravalles y Julieta Ferragine dedicaron la primera mitad del año a organizar la documentación proveniente de la Oficina de tierras y alquileres del Ferrocarril Sud y del Departamento comercial de Ferrocarriles Argentinos. Más de 700 contratos, fechados entre 1893 y 1985, firmados entre las empresas ferroviarias y casas comerciales, estancieros, horticultores, trabajadores del riel, escuelas, clubes, iglesias, dependencias estatales y otras compañías, que regulaban el alquiler de campos, quintas y chacras; el uso de galpones, viviendas y estaciones fuera de servicio; o la instalación de cables telefónicos, tanques de combustible y maquinaria.

Integrantes del taller Prende, de recorrida por los alrededores de la usina General San Martín.

   Estudiarlos resulta clave para entender cómo se estructuró el espacio urbano de Bahía Blanca y sus puertos, y de qué manera se articuló la economía de un territorio que abarca el sudoeste de la provincia de Buenos Aires y parte de las provincias de La Pampa, Río Negro y Neuquén.

El proyecto Múltiple

   En agosto, Ferrowhite resultó uno de los ganadores de Ensayar Museos 2022, el concurso de Fundación Williams que premia ideas innovadoras.

   Nuestro proyecto se llama Múltiple y se define como un dispositivo de museografía mutante. Si Ferrowhite es un museo taller, la idea ahora es darle una vuelta de tuerca al asunto para convertir al taller Prende en un espacio donde exhibir, narrar y desarrollar prácticas de mediación. Aunque no de cualquier manera, sino involucrando en la tarea específicamente museográfica a las familias e instituciones que allí se encuentran para hacer de todo.

Los documentos se pueden consultar en el archivo del museo de lunes a viernes, de 9 a 13, con cita previa escribiendo a ferrowhite@gmail.com

   ¿Cómo contarle al mundo lo que sucede en este lugar? ¿Cómo vincular nuestras vidas a las de quienes visitan el museo de manera eventual? ¿Cómo conectar nuestra pequeña economía con la de los grandes procesos que signan la historia de un puerto y de un país?

   La alegría es por partida doble, ya que el proyecto De mangrullo a faro. Producción e imaginación de futuros cerrences, pergeñado por nuestros colegas de la Dirección de Museos y Arte, junto al equipo del Museo Fortín Cuatreros de General Daniel Cerri, también está entre los seleccionados.

Historia viva: 181 clisés de imprenta

   Hace algún tiempo, en un edificio que era del Ferrocarril Belgrano, Patricio Larrambebere y Ezequiel Semo encontraron una caja con 181 clisés de imprenta. Pertenecían al taller gráfico que alguna vez funcionó en esa empresa. Estos clisés ahora forman parte de la colección del Museo Nacional Ferroviario, y desde allí vinieron, de la mano de Patricio, para que la máquina minerva —que recuperó nuestro compañero Guillermo Beluzo— vuelva a estampar su impronta.

Nicolás Testoni, director de Ferrowhite.

   En las minervas del Belgrano se imprimía el RITO: Reglamento Interno Técnico Operativo; la “biblia” de los ferroviarios.

   Se trata de un libro de tapas verdes que era la respuesta a toda duda y el árbitro inapelable en cada discusión. Lo sabemos porque algunos de estos clisés se corresponden con los diagramas que ilustran los ejemplares del RITO donados al museo como un tesoro por decenas de trabajadores del riel.

Guillermo Beluzo (primer plano) y Patricio Larrambebere imprimiendo con una máquina minerva.

   Al imprimir con ellos, lo que asoma sobre el papel es una suerte de arqueología de las gráficas del ferrocarril y de otras organizaciones del Estado argentino —Agua y Energía, Yacimientos Carboníferos Fiscales, Fabricaciones Militares, la Universidad de Buenos Aires, la Empresa Nacional de Correos y Telégrafos— para las que la imprenta del Belgrano cumplía servicio. Una arqueología incompleta y caprichosa, porque cada clisé es el elemento suelto de una composición de palabras e imágenes que, en su conjunto, nos falta.

Las guías del archivo de Ferrowhite se encuentran disponibles en www.museotaller.blogspot.com

   Pero también se podría pensar al revés. Imaginar que, separado de la composición original, cada relieve de plomo expresa la posibilidad de establecer configuraciones nuevas, como si las huellas del pasado ferroviario portaran una potencia que se proyecta al porvenir. Algo parecido a lo que se lee en los calcos que reparten Patricio y los demás integrantes de la Agrupación Boletos Tipo Edmondson: “El ferrocarril es futuro”.