Bahía Blanca | Sabado, 20 de abril

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La política y la RSE social del estado

Argentina es un país rico en recursos, en el que su dirigencia se empeña en convertir en país pobre.

   El Estado es un concepto político referido a una forma de organización social, que cuenta con instituciones soberanas, que regulan la vida de una cierta comunidad de individuos en el marco de un territorio nacional.

   Argentina es un país federal y un estado democrático, con un sistema tripartito de gobierno, los poderes ejecutivo, legislativo y judicial. A su vez, los estados provinciales tienen sus formas de gobierno propias para cada provincia.

   Es función del estado nacional proveer de un marco, o proyecto, del país a que se aspira, en atención a los recursos con que cuenta, para proveer al desarrollo pleno y autónomo de sus habitantes y de la sociedad en su conjunto, que le dan origen y sustento.

   Las funciones básicas y fundamentales del estado son: El monopolio de la fuerza pública, la defensa de la territorialidad de la Nación, las relaciones con otras naciones, la administración de justicia, de educación y de salud, con énfasis en la protección de la vida y la protección de los sectores más vulnerables, con reglas claras para los que producen y  para los que trabajan, compensando desigualdades y una adecuada distribución de la renta, además de crear las condiciones óptimas para la producción y el trabajo con programas de infraestructura y redes de cobertura social, que apuntalen el crecimiento sostenido del país.

   Estos programas y la conducción de las políticas, desde el ingreso en lo que se considera el camino definitivo de la democracia, hace casi 40 años, está en manos de los políticos de turno, que toman el mando del estado por elecciones libres cada cuatro años.

   En estos 40 años si bien se han cumplido los procesos democráticos que contempla nuestra Constitución, nuestro país no ha logrado vertebrar un programa de estado que cumpla las consignas de lo que esto significa. Notándose, como efecto principal, una falta de adaptación a los tiempos que corren.

   Esto se debe casi en su totalidad a que los grupos políticos que asumen cada cuatro años la responsabilidad de conducir al estado, se consideran los dueños de éste y no los ejecutores de sus políticas. Entonces, se dedican a crear continuamente nuevas reglas de juego, que modifican las del turno político anterior, y en este juego perverso, las políticas de estado se ven relegadas y el principal indicador es el atraso que muestra nuestra nación en el contexto del mundo globalizado.

   Sin distinción de que sector esté a cargo de los poderes del estado, se puede decir que:

--No hay reglas claras para la producción, que incentiven la inversión y el crecimiento de la producción, en un contexto mundial extremadamente beneficioso para nuestro país, especialmente en alimentos y energía.

--La educación se ha convertido en un sistema para la producción de semianalfabetos, donde los niños menos protegidos no tienen las condiciones para completar los ciclos educativos, y muy pocos la oportunidad de acceder a la universidad. Es aquí donde los políticos tienen mayor responsabilidad incumplida. Tanto los nacionales como los provinciales. Los dirigentes no temen al pobre que tiene hambre. Temen al pobre que sabe pensar. Lo preocupante, es que ninguno de ellos tiene una idea de cómo revertir esto y cuanto más duden, más doloroso será el proceso.

--En la función de crear las condiciones de infraestructura, con su correlato de creación de empleo, se puede observar claramente que la infraestructura es la que teníamos hace 60 años, con algunos segmentos en retroceso como las redes ferroviarias, rutas totalmente obsoletas e insuficientes para el tráfico actual, vivienda, escuelas, hospitales, entre otras falencias, que se reflejan claramente en la despoblación del interior y el correlato de la concentración en cinturones de pobreza de las grandes ciudades.

--Se puede decir que la política partidaria ha generado un estado ausente, donde sólo los políticos están presentes, en su mayoría defendiendo sus privilegios, que se refleja en bajas de producción, aumento desmesurado de la pobreza, del analfabetismo y enfermedades y la ausencia de obras que generen trabajo.

--Los políticos pretenden solapar este drama con asistencialismo social, distribuyendo una riqueza que se va reduciendo, en una espiral descendente perversa para los más desprotegidos. Y en donde una pandemia primero, y una inesperada coyuntura bélica después, acelerarán el proceso.

   Argentina es un país rico en recursos, en el que su dirigencia se empeña en convertir en país pobre. Un país en donde la Responsabilidad Social del Estado está ausente.

   O, mejor dicho, es preso de su propia realidad, condición que comparte con la mitad, por lo menos, de los líderes de gobierno del mundo.