Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

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​​​​​Escenario político: la UCR, sus múltiples candidatos y el factor Lorenzo

Hay al menos 5 nombres para liderar el proceso que intente devolver al radicalismo a la cima del poder municipal en 2023. La decisión clave: qué hará el exconductor de LU2.

Comité radical de Donado al 300. (Foto: Pablo Presti - La Nueva.)

Maximiliano Allica / mallica@lanueva.com

   Luego de la resurrección del radicalismo en las elecciones legislativas del año pasado, donde sintió que puede discutirle al Pro la hegemonía de la coalición Juntos tanto a nivel nacional como local, empezó un proceso de construcción hacia 2023 con algunas certezas y muchísimas incógnitas.

   En un análisis de arriba hacia abajo, cada vez está más claro que la gran esperanza blanca para competir por la presidencia es Facundo Manes, quien ya parece tener convencido incluso a otro potencial aspirante, el gobernador jujeño Gerardo Morales, con el cual se viene mostrando muy cercano.

   Manes, que tiene pendiente una visita a Bahía Blanca para estos días, hizo una buena elección en 2021 pese a perder la interna bonaerense con Diego Santilli, sobre todo atendiendo que debió armar una campaña casi a partir del cierre de listas. Sin margen.

   Y un lugar en el que encontró muy buenos resultados fue en la Sexta Sección donde, contra la mayoría de los pronósticos, obtuvo más votos que Santilli en las PASO (109.593 a 90.381 en la suma de los 22 distritos del sudoeste). Incluso en Bahía, aunque perdió en el mano mano, quedó a menos de 700 votos de diferencia (39.207 a 39.891) y eso que este es un territorio donde el Pro venía demostrando gran fortaleza.

   Esos números tan positivos despertaron el apetito de poder de los boina blanca, que ven la chance de volver al Municipio, con un estímulo adicional: desplazar a una dirigencia Pro que los viene ninguneando hace mucho tiempo. Por ejemplo, hoy no cuentan con sillas de relevancia en el gabinete comunal. Y, se sabe, la sed de venganza es un incentivo muy movilizador.

   Un tapado que demostró ser altamente competitivo resultó Lorenzo Natali, otro que como Manes debió salir a la cancha electoral sin entrar en calor. En este momento, es quien más suena a la hora de proyectar el regreso de la UCR al sillón de Bordeu. Es más, su nombre no solo mueve el aire en nuestra ciudad sino que también se lo menciona con expectativas en despachos de La Plata. Bahía es una plaza importante a reconquistar para los radicales, luego de 20 años de gobierno entre 1983 y 2003.

   Claro que  el actual diputado provincial, como todos, tiene pros y contras. A favor, una relación cada vez más cercana con Manes, quien suele invitarlo a distintos mitines y no solo en la Provincia de Buenos Aires. Al neurocientífico le gusta tenerlo cerca para presentarlo como un caso testigo de alguien que salió de su lugar de confort para dar el paso.

   Si Manes va por la Casa Rosada y lo pide a Lorenzo para pelear por la intendencia, no va a ser fácil decir que no. Ni para el exlocutor ni para sus detractores en el comité de Donado al 300, que por supuesto los tiene.

Manes y Natali, durante la campaña 2021.

   A nivel local, a Natali lo respaldan sobre todo los experimentados Juan Pedro Tunessi y Juan Pablo Baylac, pero una mayoría lo mira con recelo. No solo por considerarlo un novato sin visión estratégica de gobierno, lo que sería perdonable si les asegurase el triunfo, sino porque no es un radical puro, ya que su jefe político es el peronista cambiemita Emilio Monzó.

   Sin dudas, Lorenzo es el dirigente de mayor conocimiento en toda la grilla de eventuales candidatos para el año que viene, contando a todos los partidos. Y ser conocido es un factor fundamental en una campaña. Aunque, claro, no es el único. Entre las múltiples condiciones, una de las más trascendentes es el propio deseo.

   ¿Quiere Lorenzo ser intendente de Bahía Blanca?

   Solo él conoce sus anhelos más íntimos. Sin embargo, quienes lo tratan a diario aseguran que tiene los pies mucho más en la tierra de lo que cree la mayoría. Lo seducen los cantos de sirena, como ocurriría con cualquiera, pero hoy no se siente preparado para el desafío. En público, no puede decir ni que sí ni que no. En privado, trata de no subirle el precio a las expectativas.

Martín Salaberry

   El ex LU2, si lo convencen de competir, deberá sortear el escollo de sus rivales internos. Hoy el radicalismo es el partido con más pretendientes a disputar la intendencia. En el Pro, el intento de posicionar a Nidia Moirano es cada día más evidente. En la Coalición Cívica, no hay dudas de que solo podría competir Andrés de Leo. En la UCR, aparte de Lorenzo, hay al menos 4 apellidos más.

   Uno de los que más rápido se subió a la carrera fue Martín Salaberry, que luego de alejarse un buen tiempo de las filas radicales volvió el año pasado y asegura estar armando un equipo consistente para presentar un plan de gobierno. Sabe que en términos de conocimiento no puede emparejar a Lorenzo, pero cree que el volumen político de su equipo puede ser un valor, en caso de que el animador no sea de la partida. De hecho, no sería de extrañar que dentro de algunas semanas haga una convocatoria pública para mostrar los ejes de su proyecto para la ciudad.

   El exconcejal tiene un condimento especial. Al margen de su vocación por acceder a la intendencia, fue el principal herido del cierre de listas de 2015, cuando el Pro consagró a Héctor Gay como candidato a intendente con el firme respaldo de Moirano y Santiago Nardelli. Salaberry formaba parte de ese equipo desde los años denarvaístas y creía que él merecía el puesto. Es probable que ahora sienta la posibilidad de ir por una revancha contra sus otrora compañeros de ruta. 

   Por lo pronto, subraya en toda tribuna donde le den espacio que al gobierno de Gay le falta un plan. Por lejos, es el integrante de la coalición Juntos más crítico de la intendencia.

   Algo similar sucede con la última en agregarse públicamente a la lista de candidatos radicales. Quien fuera secretaria de Innovación de Gay, Elisa Quartucci, es la cara del grupo UCR Bahía Blanca y la encargada de manifestar en los medios que esa vertiente se está preparando para gobernar.

Elisa Quartucci con el titular de la UCR Provincia, Maxi Abad.

   Acompañada de su marido Facundo Arnaudo y el director del Hospital Municipal, Gustavo Carestía, entre otros, Quartucci también habla de la capacidad de su sector para elaborar un programa de gobierno y, si bien no critica con crudeza al jefe comunal, sí marca diferencias. No es un secreto que ella y los funcionarios más próximos a Gay se tenían poco aprecio.

   Una opción en estas pulseadas es que alguno de los autopostulados sepa que no tiene posibilidades de ser la cara radical en las primarias y solo esté tratando de mostrar musculatura para conseguir, al menos, alguna otra candidatura destacada, sea para senador provincial o cabeza de lista de concejales. En Donado al 300 están tomando esa temperatura. Pero, como viene todo tan revuelto, ningún "imparcial" se anima a decir con total seguridad quién está apostando a qué.

Ritondo y Alvarez Porte.

   Otro radical lanzado es Emiliano Alvarez Porte, aunque en su caso con una apuesta particular. Se alineó con el amarillo Cristian Ritondo, un vidalista que pretende primerear al larretista Santilli en la puja por la Gobernación.

   Pareciera que Alvarez Porte se jugó un pleno con Ritondo, quien hoy no tendría tantas fichas como el "Colorado". Además, con esta movida el expresidente del comité radical local se aleja de la organicidad de su partido --donde ya no le quedan tantas fidelidades-- y pasa a orbitar en un espacio bastante gaseoso.

   Al exsecretario de Seguridad lo podría ayudar que el año que viene no haya candidaturas partidarias "puras" sino un esquema de fórmulas cruzadas. Por ejemplo, una primaria entre un precandidato a presidente del Pro con un vice radical (Larreta-Carolina Losada, por dar una opción equis) y otra fórmula al revés (Manes- María Eugenia Vidal). En esas combinaciones lo de Porte tendría otro sentido. 

   Hoy parecen complejos esos entrecruzamientos, pero es cierto que en la mesa nacional de Juntos se explora la posibilidad. No hay por qué descartarlo.

Silvina Cabirón y Marcelo García Dieguez.

   Y en el radicalismo local hay un nombre más, bien visto por quienes valoran la trayectoria militante. Se trata del doctor Marcelo García Dieguez, médico clínico, docente de la UNS y funcionario en Provincia y Nación durante el gobierno de Cambiemos. 

   Al igual que Lorenzo, Salaberry y Quartucci su referencia nacional es Facundo Manes. Pero, a diferencia de los tres anteriores, en lo local forma parte del oficialismo radical, es decir, trabaja junto con la titular del comité Silvina Cabirón y con el concejal Pablo Daguerre, a la vez que mantiene buenos vínculos con referentes que han cobrado peso regional, tal el caso de Emiliano Balbín. 

   García Dieguez es el dirigente de menor exposición entre todos los mencionados, pero no hay que sacarlo del cuadro. Si la discusión viene torcida, se puede apelar a una figura de consenso y quienes lo conocen hablan de su temple componedor. Es más, los amarillos de Alsina 65 hace rato que lo vienen monitoreando como un potencial competidor, en la interna de la alianza.

   En conclusión, de cara a 2023 la grilla de la UCR necesitará una depuración porque nadie duda de que deberá presentar a un solo precandidato a intendente para las PASO. Y, más allá de las intenciones, la selección se tomará a partir de la siguiente fórmula: 10 % por el respaldo entre los militantes (el año que viene nuevamente habrá internas) y 90 % por las perspectivas de triunfo electoral según las encuestas. En esa inteligencia, el factor Lorenzo es clave. ¿Va a decir que sí o que no? Recién cuando se defina ese punto comenzará el armado del rompecabezas.

   En lo inmediatísimo, la UCR debe tratar en su mesa directiva la renuncia presentada por el vicepresidente del comité, otro histórico como Jorge Giorlandini. La pregunta es si deja el cargo por razones personales o no le gusta cómo están planteadas las luchas intestinas. En este último caso, el siguiente interrogante es si su postura obedece a un arresto solitario o refleja a una porción importante de los afiliados de base.

   Hay radicales que valoran esta multiplicidad de opciones después de años en el subsuelo de la política. Pero otros creen que se está desatando un peligroso desborde de egos y traiciones.