Bahía Blanca | Miércoles, 24 de abril

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Análisis: de la alegría a la angustia, con más corazón que fútbol

A la Selección le costó destrabar el partido ante Australia. Lo logró cuando se enchufó Messi y tuvo su premio el sacrificio de Julián Alvarez. En el final apreció el "Dibu" Martínez para salvar al equipo. Ahora se viene Países Bajos.

   ¡Qué manera de sufrir…! Los minutos finales se vivieron con mucha adrenalina y una angustia que parecía interminable. Lo que fue un triunfo seguro por más de 75 minutos terminó siendo un calvario con la tapada final del “Dibu” Martínez, que no sólo motivó el abrazo de los jugadores, sino el grito de desahogo de todos los corazones albicelestes.

   Estos partidos son afines a nuestra historia. Cuando todo parece cerrado y ya se piensa en el próximo rival, aparece el imprevisto, el que nos saca de quicio y nos deja al borde de la desesperación.

    Argentina tuvo decisión y manejo de pelota, encontró enfrente un bloque australiano compacto de dos líneas de cuatro –el formato fue 4-4-2- que hasta que no se destrabó el marcador jamás cambió el libreto.

   Los dirigidos por Graham Arnold lograron asimilar los golpes en los goles en contra, se nutrieron de nuestros errores y nos complicaron en el cierre.

   En ocasiones se exceden con las faltas o cometen errores infantiles –como el del arquero Ryan en el gol de Julián-, aunque hacen un culto de no bajar los brazos y son temibles en el juego aéreo

   De entrada, en uno los intentos ofensivos de los nuestros se produjo una jugada polémica. Iban apenas 4 minutos cuando luego de una buena jugada colectiva el “Papu” Gómez ensayó un centro desde la izquierda y la pelota dio en el brazo derecho de Keanu Baccus.

    Y a juzgar por las “chiquitas” que se venían cobrando en lo que va del Mundial, no era descabellado el pedido de revisión. El árbitro polaco Szymon Marciniak dejó seguir y el VAR no actuó.

    Argentina no tuvo capacidad para romper ese doble vallado rival. Si bien aseguró el traslado y buscó con cambio posicionales (lo hizo con De Paul y el Papu Gómez) no se logró sorprender porque faltó profundidad.

    Costó bastante filtrar ese primer pase para encontrar receptores, hasta que Messi, quien parecía contenido y lejos del arco rival, armó su propia jugada la salida de un lateral. Pared con Mac Callister, el pase corto de Otamendi y la zurda infalible del “10” para dejar revolcado al arquero con un balón que atravesó varias piernas.

    A partir de allí sí se vio otro equipo. El gol aportó tranquilidad para pensar un poco mejor y desplegar un segundo tiempo con mayor acercamiento al arco rival.

    Scaloni movió las piezas, rearmó el once con Lisandro Martínez en el fondo (sacó a "Papu" Gómez), habida cuenta que Australia se iba a venir y que los espacios iban a aparecer.

    Por suerte Julián Álvarez resultó una pesadilla para la defensa australiana. Los corrió a todos y se entregó por completo; y fue así que se generó su propia conquista, en complicidad con Rodrigo De Paul. El 2-0 alimentaba la ilusión de deber cumplido y el pase a cuartos.

   Sin embargo, como siempre hay un pero, los minutos finales resultaron paralizantes.

    Primero porque Otamendi rechazó corto y Goodwin, que le pegó con furia, tuvo la fortuna de un rebote en Enzo Fernández que descolocó por completo a Martínez. Y, después, porque faltó un poco de puntería para convertir el tercero.

   Australia fue en busca de la igualdad y se desprotegió atrás, nos regaló terreno y la posibilidad de ver un Messi, aun cansado, en su mejor versión. Una corrida fantástica apilando rivales, una asistencia a Lautaro Martínez y un remate que buscaba ángulo y se fue apenas desviado.

   Párrafo aparte para el bahiense -reemplazó a Julián- que tuvo dos ocasiones claritas y no pudo mojar. El “9” necesita convertir para sacarse la mufa y demostrar todo lo que es y lo que sabe, aunque ya le llegará el turno.

    Para el final el cierre providencial de Lisandro Martínez ante Behich -a lo Mascherano contra Holanda en 2014- y la tapada del “Dibu” atorando a Garan Kuol tras un mal cierre de Tagliafico. El “1” también apareció en el momento oportuno para aportar su cuota y bienvenido sea.

    Argentina está entre los ocho mejores del Mundial y seguramente Países Bajos será un rival mucho más difícil. Ojalá se logre disimular algunas falencias defensivas, se pueda convertir en mayor porcentaje lo que se genera y no haya que apelar tanto a la garra y el corazón.