Bahía Blanca | Martes, 07 de mayo

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Todos Juntos: 18 de diciembre, día del abrazo argentino

Como nunca, la gente se sintió parte y los jugadores, ya emblemas, fueron hinchas con botines. Qué país, Argentina.

Fotos: FIFA, AFA y Tomás Barnabé-La Nueva.

   “La emoción más grande es ver a la gente alentándonos; emociona y no estamos exentos porque somos seres humanos y porque alguna vez estuvimos de ese lado. Es más, estamos de ese lado…

   Lionel Scaloni enfrentaba centenares de periodistas en la conferencia de prensa oficial previa a la final de la Copa de Mundo.

   Ahora suena sutil, sencillo. Pero no. Repase: final de la Copa del Mundo. Se eriza la piel.

   Argentina se disponía a jugar el partido más importante de todos. Y no dije la Selección, dije Argentina.

   Reparamos en los detalles que son, al final de los 90, los 120 o los penales, los que te ponen en el umbral o te mandan a casa devastado.

   Este país, bien abajo en el globo, tiene y tuvo muchas formas de destacarse. Algunas se desaprovechan, otras no se resaltan... el fútbol sigue.

   Sigue porque siempre habrá alguien que gambetee, uno que la pise, uno que rechace lejos y otro que salga tocando, el que meta el guantazo en el momento justo –o el pie izquierdo--, el que la pare de pecho, el que deje el alma.

   Y afuera, cerca o lejos, a metros en las tribunas del Lusail o acá, como tantos, gritando por Argentina.

   El domingo 18 de diciembre de 2022 ya es el día del abrazo argentino, aunque suene redundante. "Mirá que ya habíamos ganados dos Mundiales", me soplan, je. Sí, entiendo.

   Pero el contexto y las ganas, esa ilusión acumulada, ese desencanto atragantado, el “ya está” de Messi, el aura allá arriba, con don Diego y la Tota, alentando a él y a todos, y este grupo, que para quien redacta --y suspira y sigue redactando-- es el que más se identifica con lo que siente el pibe en el potrero, fue, es y será único.

   No hace falta una descripción. De hecho, habrá varios análisis y por todos lados, al menos, hasta que la pelota vuelva a llenarnos de nervios dentro de cuatro años.

   Pero este 18 de diciembre, inusual, carismático, eterno y sanguíneo, ya es nuestro.

   Hoy todos somos Aimar exhausto contra México. Todos somos Dibu, el mismo que se moría ante Arabia y nos dio vida con Australia y Países Bajos. Todos somos De Paul, contracturados de pasión. Julián y su frescura. Enzo y su fútbol. Alexis y su fútbol. Otamendi empujando de atrás con sus secuaces. Hoy todos somos Messi, gambeteando al mundo para meterle un gol a ese destino que nos venía frenando a las patadas.

   Ya no habrá "como en el 86". Ya no habrá que retroceder tanto para encontrar compinches de oro. La copa es nuestra.

   Y cuando digo nuestra, digo de todos. Todos juntos. Porque así lo sentimos. Porque así lo sintieron ellos, los 26 privilegiados, con Germán y Lautaro, y algunos más que estuvieron cerca. Todos jugamos. Frente al televisor, en cada esquina o contra una vidriera. Abrazados de fútbol.

   Entonces, ni hace falta explicar cuánto lloramos las finales que perdimos. Como tampoco vas a entender cómo no paras de llorar desde que el polaco Marciniak dijo basta, señores. Qatar 2022 es historia.

   Argentina es campeón del Mundo.

   Nosotros jugamos y ellos se sintieron hinchas. El 10 fue el 10 y el equipo fue un diez. Cuando estamos todos juntos nada puede salir mal.