Bahía Blanca | Viernes, 26 de abril

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El fútbol local, de luto: falleció Daniel Rosas, ex jugador y un gran formador

Un volante talentoso, pero más que nada una persona de bien, de esas que te dan gusto conocer. Tenía 67 años y le venía peleando a una cruel enfermedad.

Por Sergio Daniel Peyssé / peche1503@hotmail.com

   "Se fue un gran tipo, una persona excepcional, un ser humano con un corazón enorme”.

    Palabras más, palabras menos, son elogios más que merecidos para despedir a Daniel Horacio Rosas, ex jugador y técnico de la Liga del Sur, quien falleció hoy a los 67 años después de luchar, como lo hacía dentro de la cancha, contra una cruel enfermedad.

    Dani, o el Negro, un hombre bonachón, de buenos modales y querido por todos, fue un talentoso volante con llegada al gol. Jugó en Olimpo (1966-1973), El Ciclón de Patagones ('74-80), Pacífico ('81-82) y Tiro Federal (1983).

    Tras el retiro se dedicó a la formación de jóvenes promesas, en el semillero de de su queridísimo club aurivioleta y también en las menores de Bella vista, donde llegó a ser ayudante de campo de Carlos Mungo en Primera división.

   Daniel, jubilado del banco Nación, amante de la pesca y de la cocina, estaba casado con Debbie Ruth Iraola y era padre de Cristian, Sebastián y Marco, el único futbolista de la familia.

   “Si sos feliz y viviste lo que tenías que vivir, no le podés tener miedo a la muerte”, me dijo en una sobremesa, en el quincho de la quinta donde amaba ir, en ese amplio y bellísimo predio de Aldea Romana.

   El 24 de este mes iba a cumplir 68 años, y sus nietos Rocío, Mateo, Valentín, Santino, Amparo, Felipe y Simón, con los que pasaba largas horas del día, lo iban a estar esperando para soplar la vela, y junto a ellos la infaltable Cholita Perugini, su suegra, que ya llegó a los 92 y está mejor que nunca.

   Y yo sé lo que hubiese dado Daniel para estar en este mundo un tiempito más, hasta el 22 de enero de 2022 precisamente, el día que nacerá Beltrán, su octavo nieto, hijo de Marco, a quien seguía en cada partido así truene, llueva o caigan piedras de punta

   Su vida se apagó, pero su recuerdo y esa sonrisa cómplice de gente de bien quedarán para siempre acá, entre nosotros, los que estuvimos cerca de él y los que sabemos el valor que le daba a la vida, a su familia y a sus amigos.

   Dani, aprendimos de tus enseñanzas, contagiaste esas enormes ganas de vivir, dejaste un legado… Descansá en paz.