Bahía Blanca | Domingo, 28 de abril

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La historia del “paciente cero” de la variante delta que murió en Córdoba

Era un hombre de nacionalidad boliviana que había viajado a Perú. Incumplió el aislamiento y desencadenó un brote.

Fotos: Archivo La Nueva y La Voz

   Sin trabajo en Córdoba, el hombre había decidido viajar a Perú para probar suerte en un trabajo como albañil. A los cuatro meses decidió regresar. Pero, por incumplir el aislamiento, terminó provocando una reacción en cadena y se convirtió en el "caso cero" de la variante delta de COVID-19 en la provincia.

   El paciente, un migrante boliviano que falleció este domingo en el Hospital Rawson de la capital cordobesa, tenía 62 años. Pasaron un mes y tres días desde su retorno al país, el 19 de julio, hasta su muerte.

    "Se fue pensando en hacer un trabajo y traer dinero pero le fue mal, terminó haciendo changas para poder juntar la plata para volver", confiaron a Clarín en su entorno.

   Cuando regresó, se hizo un primer hisopado en el país de origen y otro en el aeropuerto de Ezeiza. Ambos dieron negativo. Después, se trasladó al aeroparque metropolitano Jorge Newbery, donde tomó un vuelo a Córdoba y su sobrino lo fue a buscar.

   Según establece la normativa nacional, el hombre y su grupo familiar debían realizar un aislamiento de siete días para prevenir la propagación de nuevas cepas en el país.

   Pasaron cuatro días y el hombre "se confió", como lo hizo el 38 por ciento de los viajeros que regresaron al país desde el exterior e incumplieron con el aislamiento, según datos de la Dirección Nacional de Migraciones.

   El denominado "caso cero" visitó a su hermana, de 67 años, a quien le había dejado su camioneta. Ese encuentro, de apenas dos horas, desencadenó una serie de contagios que terminó con cinco causas penales. 

   Fue recién el 26 de julio -mientras esperaba recibir el alta- que se realizó un tercer testeo que se aplica en todos los casos de viajeros que llegan del exterior: ahí dio positivo.

   En paralelo, sus sobrinos y sus familias empezaron a manifestar síntomas y también se hisoparon. Por haber estado en contacto con alguien proveniente del exterior, todos cumplieron con el aislamiento pero ya habían pasado tres días de rutinas activas desde el primer contacto estrecho.

   La identidad del hombre no trascendió para preservar a su entorno, que recibió duras críticas por la cantidad de positivos que se desprendieron a partir del suyo.

   "Una persona de su círculo estrecho confirmó que habían tenido contacto y a partir de entonces se inició una investigación que determinó que el hombre se había reunido con dos integrantes de su familia que vivían en otro barrio. Desde ese núcleo comenzó la transmisión del virus. Dieron positivo ellos, los hijos y sus familias, además de una amiga", indicaron en el Gobierno de Córdoba.

   Según los cálculos oficiales, fueron alrededor de 1.000 los aislamientos que se desprendieron de este "caso cero" en tres barrios de la ciudad de Córdoba.

   "La búsqueda se hizo puerta a puerta en los barrios para identificar a contactos de contactos e incluso a gente que podría haber ido a comprar a comercios donde había casos positivos. También se realizaron testeos en una fábrica donde trabajaba uno de los vinculados", detallaron las fuentes a este diario. 

   Según estiman, los contactos estrechos de los contagiados fueron, en promedio, tres por cada uno de los positivos. Así, la cadena creció y terminó con la expansión de esta variante del virus en la provincia, la primera en padecer un brote en el país.


Hospital Rawson, Córdoba

   Actualmente hay unos 30 casos positivos que se desprendieron de aquel primer caso y otros 30 correspondientes a esta cepa pero que están en investigación epidemiológica. Varios se habrían desarrollado a partir de otro viajero que incumplió el aislamiento, aunque todavía no han podido descartar la circulación comunitaria.

   Eduardo es el nombre ficticio que eligió uno de los sobrinos del paciente cero para contar su calvario. "No nos juntamos con mi tío. Él vino a buscar las llaves de su camioneta a la casa de mi mamá y ella lo invitó con un plato de comida. Porque él fue a buscar trabajo a Perú y le fue mal. Cualquiera lo invitaría con un plato de comida", expresó.

   Los tres hermanos nunca vieron a su tío desde que regresó de su viaje, pero sí establecieron contacto con sus padres (la madre es la hermana de la víctima, que estuvo en contacto con el primer infectado) porque conviven y porque tienen a los adultos mayores a su cargo.

   En diálogo con Clarín, el hombre manifestó: "Lo juzgaron mal a mi tío y a mis hermanos por política. Le arruinaron la vida a todos los niños de la familia inventando cosas y tratando como perros a los menores".

   Agobiado por las críticas, insistió: "Estoy cansado de todo lo que inventaron desde un principio, todo lo que nos han ensuciado a mí y a mis hermanos".

   Su esposa terminó internada y grave tras el contagio, aunque ya fue dada de alta. Él, junto a sus dos hijas y un hijo de 6 años, fueron aislados en un hotel desde el 3 de agosto para que las autoridades controlen el confinamiento.

   Durante esos primeros días, la familia denunció maltratos y abusos de parte de las autoridades sanitarias que tuvieron a las familias, junto a los chicos, más de 12 horas en la puerta del Hospital Rawson sin comida ni abrigo.

   Lo mismo advirtieron respecto de los días de confinamiento en el hotel dispuesto por el Gobierno, adonde no se les permitió ingresar ropa ni elementos de higiene.

  Mientras estaban aislados, con su esposa internada y su tío y una vecina en grave estado, entraron a robar a la casa de Eduardo, según le dijo a El Doce TV.

   "Dejé la luz prendida y mis vecinos me estaban cuidando todo. Pero tienen que descansar, no pueden estar las 24 horas vigilando mi casa. Recibí el llamado de una vecina para decirme que estaba apagada esa luz, entonces llamé a la Policía, fueron a ver y me dijeron que habían roto la puerta para entrar. Me robaron y ellos se fueron y dejaron mi casa", contó desesperado.

   Según pudo averiguar Clarín, se robaron dinero que la familia había dejado separada para los tratamientos médicos. Eduardo trabaja en una empresa como mantenimiento de obras viales pero piensa en renunciar: tiene miedo de volver y dejar a su familia expuesta. 

   Es que las críticas a la familia se extendieron, incluso hasta los chicos que -sin saber del contagio- habían asistido a la escuela. "Inventaron muchas cosas, pienso que fue un error del Gobierno no llevar a mi tío a un hotel. Él se confió con los hisopados, pero eso no justifica los abusos que han cometido contra los chicos, contra mi familia", dijo. (Clarín)