Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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El presente: la revolución digital ya está en marcha

En un mundo invadido por la circulación de informaciones falsa, inútiles, irrelevantes o maliciosas, los medios profesionales son mucho más necesarios.

Foto: Emmanuel Briane-La Nueva.

   Hace 123 años, Enrique Julio fundaba La Nueva Provincia.

   Desde entonces, hemos compartido la vida de varias generaciones de familias de Bahía Blanca y la región, con todo lo que ello supone. Momentos prósperos y duros, luminosos y grises, alegres y no tanto.

   La historia de la ciudad está guardada en esa suerte de libro de más de 1,5 millones de páginas, que desde 1898 reflejan con letra impresa una diversidad única de acontecimientos. Los del mundo, los del país, los de la región, los propios.

   En cada ejemplar guardado en su propio archivo o en la biblioteca Rivadavia está esa “primera versión de la historia” que, se dice, escribe el periodista, “un historiador del instante” que, prescindiendo de la perspectiva histórica, refleja los acontecimientos del momento.

   Cada página es un documento que consultan investigadores, historiadores, vecinos, buceadores de datos y curiosos.

   Un testimonio que no se limita a reflejar los grandes hechos, sino que también cuenta historias mínimas, desde el estreno de una película, una fiesta familiar, un casamiento, un accidente de tránsito, la liquidación de una gran tienda, el desborde de un arroyo, la inauguración de un barrio.

   A lo largo de más de un siglo, hemos tratado siempre de estar a la vanguardia tecnológica, lo que nos ha hecho atravesar etapas de grandes cambios: la impresión en off set, la incorporación del color o la llegada pionera, en 1996, de nuestra página web, que desde entonces ha acumulado millones y millones de visitas, replicando en el plano digital la calidad de referente indiscutido que siempre ha tenido la edición impresa del diario.

    Hoy, fieles a nuestro espíritu de superación, seguimos avanzando en uno de los procesos de modernización más profundos: el desafío que impone y, a la vez permite, el mundo digital.

   Como todos los diarios del mundo, La Nueva. está atravesando la muy profunda y, por momentos, muy ardua transformación que ha impuesto el tsunami digital que comenzó como una brisa hace 25 años y que se aceleró a una velocidad impensada durante los últimos cinco a partir de los dispositivos móviles.

   Bajo un renovado ímpetu y el talento y el trabajo de nuestra gente, en La Nueva. transitamos el camino de las principales empresas periodísticas del mundo, invirtiendo recursos para atender las necesidades de información de sus lectores tradicionales y de sus lectores-usuarios digitales, de la forma y en el instante en que ellos lo prefieran.

   Sabemos que no es lo mismo leer el diario en papel, mirar una computadora de escritorio, usar un teléfono o disfrutar de una tableta cómodamente en casa. Cada uno de estos medios tiene sus propios usuarios, su propio lenguaje para conversar con ellos: su forma de ser.

   La Nueva, entonces, es cambio pensando en sus lectores, pero también es otra cosa. Ahora más que nunca. La Nueva. es una decisión. La decisión de volver, como hace más de cien años, a poner la confianza, la tenacidad y los recursos acá, en nuestra ciudad, en nuestra zona, al servicio de nuestros vecinos y del desarrollo.

   Lo esencial de La Nueva. es su apuesta al futuro común, que se resume en que nosotros, los periodistas, podamos ofrecer la información que ustedes necesitan, cuando la necesitan y dónde la necesitan, en búsqueda del crecimiento común.

  Y la realidad hoy indica, claramente, que la enorme mayoría de los lectores en el mundo prefieren las plataformas digitales para informarse y que es allí donde el futuro de la industria periodística se ve más despejado y donde existe un fuerte compromiso de La Nueva para seguir alimentado las necesidades informativas y de entretenimiento de nuestras audiencias que crecen día a día.

   Por supuesto, el formato impreso sigue siendo el núcleo de nuestro ADN periodístico, de manera que el esfuerzo por hacer el mejor diario papel posible se mantiene inclaudicable como hace 123 años, gracias a la calidad de nuestros periodistas y demás personal.

   En La Nueva estamos convencidos de que una ciudad requiere de un medio tradicional que la interprete porque de lo contrario perderá su voz en las mesas de discusiones que ocurren más allá de sus fronteras.

La función

   Desde siempre, la función y el principal valor de los diarios fue analizar, clasificar y luego dar a conocer los hechos de la realidad: los diarios no solo mostraban lo que pasaba acá la vuelta o a miles de kilómetros, sino que hacían que todo fuera legible, comprensible. Los diarios ponían orden en el caos de lo cotidiano.

   Hoy el consenso entre los principales responsables de los medios profesionales es que nada de lo que fue esta función primordial ha cambiado.

   Debemos seguir siendo quienes ordenan y hacen comprensible la realidad a través de contenidos de alta calidad informativa, porque ese es el valor del periodismo profesional, la diferencia específica sobre todo lo otro que circula en las páginas de internet y en las redes.

   Lo que sí ha cambiado es la importancia de este trabajo.

   Porque hoy resulta más vital que antes, como son más vitales las señales de tránsito en las ciudades atestadas de vehículos del siglo XXI que en los tranquilos pueblos de principios del siglo pasado.

  En un mundo invadido por la circulación de informaciones falsa, inútiles, irrelevantes o maliciosas, tomar decisiones es más riesgoso, y, en consecuencia, nosotros, los medios profesionales, mucho más necesarios.

   Nunca el periodismo profesional fue más relevantes para los ciudadanos y la República que hoy, al punto que no es exagerado decir que podríamos estar en el inicio de una enorme época dorada del periodismo de calidad.

   Desde este convencimiento, en La Nueva. estamos comprometidos en seguir honrando la confianza que nuestros lectores depositan en nosotros, independientemente de la plataforma que utilicen para leernos, una computadora, un teléfono inteligente o el muy querido y todavía vigente “diario de papel”.

   Es que sabemos que hay una realidad ineludible.

   No es posible la democracia o el desarrollo institucional sin periodismo profesional y es inviable que millares de noticias no chequeadas, falsas o aviesas sirvan para otra cosa más que para confundir a los ciudadanos y a los gobernantes.

   Hoy, en medio de esta revolución digital, no hay dudas de que una sociedad sin medios profesionales es una sociedad muda y confundida por el ruido de las redes y las falsedades.

   Desde La Nueva. creemos que esto debería ser comprendido por el conjunto de los actores públicos y privados, en momentos en que los vaivenes económicos y la crisis del modelo publicitario tradicional pone en jaque a la mayoría de los medios y periodistas profesionales que, aun así, siguen apostando a la calidad de sus contenidos, impulsados por su ineludible responsabilidad institucional.