Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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Sueños raros que mantienen viva la aptitud para aprender

La “epidemia” de sueños extraños es una estrategia del sistema nervioso para salvaguardar su disposición al aprendizaje.

   Ya entrada la cuarentena, psicólogos y especialistas en medicina del sueño notaron que los pacientes referían no sólo cambios en sus rutinas diurnas, sino también en las nocturnas. Los sueños raros, extremadamente vívidos, pasaron de ser un elemento poco frecuente a volverse cosa de prácticamente todas las noches.

   Expertos en la materia sugieren que, lejos de ser algo preocupante, la actual “epidemia” de sueños extraños no es sino una estrategia de nuestro sistema nervioso central para salvaguardar su flexibilidad y su capacidad de aprendizaje.

   “Los sueños, si bien tienen complejas relaciones con el inconsciente del soñante, también tienen un aspecto asociado a lo vivido durante el día, y estos son días de mucha zozobra”, sostuvo la licenciada Gloria Gitaroff, miembro titular de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA) y autora del libro “Los sueños”, adonde cuenta que sus pacientes relatan en la consultas sueños extremadamente vívidos en los que, de alguna forma, reelaboran vivencias como el encierro, la angustia y el miedo al Covid-19.

   “Hoy, también aparecen pesadillas en los sueños de muchas personas, sobre todo de contenido persecutorio, de estar enfrentando algo que los persigue y no pueden escapar, lo que los despierta bastante alarmados”, agregó por su parte el psicoanalista Harry Campos Cervera, también de la APA, quien advirtió que muchos de los sueños que hoy son frecuentes también tienen que ver con aquello que uno no puede hacer en virtud de las medidas de aislamiento, como reunirse con familiares o amigos.

   Pero, independientemente del contenido –algo más pasible de analizar desde el psicoanálisis que desde la medicina del sueño–, lo cierto es que un factor común es lo vívido y lo –por momentos– exageradamente extraño. 

   La base de este fenómeno estaría en los mecanismos por los cuales el cerebro procesa la información. 

   En un paper publicado en la revista especializada “Patterns”, Erik Hoel, profesor de neurociencias de la Universidad de Tufts, Estados Unidos, plantea que los sueños evolucionaron en los animales superiores para inyectar flexibilidad en los modelos cerebrales del mundo.

   Esta flexibilidad sería necesaria dado que, aunque los animales superiores pueden llegar a ser muy buenos para realizar tareas específicas, no generalizan lo que han aprendido a otras tareas. Y allí es donde entran los sueños como mecanismo para procesar lo rutinario de la vida diurna. 

   Según Hoel, esta idea podría aportar el punto de partida para explicar por qué la experiencia aburrida y repetitiva de la vida en cuarentena ha provocado un estallido de sueños en tantas personas.

   Al cabo, la experiencia de escenas oníricas extravagantes es esperable en tiempos como los que estamos viviendo de ansiedad e incertidumbre.

Cerebros sobreajustados

   Según plantea Hoel en su estudio, todas las redes neuronales profundas se enfrentan al mismo problema: se “sobreajustan” a los conjuntos de datos particulares, lo que significa que las redes no logran generalizar lo que han aprendido a otros conjuntos de datos ajenos a la experiencia original. 

   Ese problema del “sobreajuste” se resuelve a partir “inyecciones de ruido”: conjuntos de datos aleatorios que restauran la flexibilidad de las operaciones de la red neuronal.

   Esas inyecciones de ruido no son otra cosa que los sueños, que introducen elementos ajenos a los datos obtenidos durante la vigilia, como mecanismo para posibilitar que lo aprendido trascienda a otras experiencias.