Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

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¿Qué sucederá si Bahía Basket desciende de categoría?

Mañana comenzará la serie permanencia ante Atenas.

 

Por Fernando Rodríguez

Twitter: @rodriguezefe

Instagram: ferodriguez_

 

   Liga Nacional, previa temporada 2007-08: “Estamos complicados para seguir”. Temporada 2008-09: “Es muy difícil que mantengamos la plaza”. Temporada 2009-10: “No se puede seguir más”.

   El discurso de la dirigencia de Estudiantes se repetía. Francisco Fuster y Jorge Faggiano daban la cara. Acompañados por un puñado de personas remaban y remaban, sin poder llegar a la orilla. Definitivamente se ahogaban en el intento. No podían más.

   Desde la costa, Pepe Sánchez les tiró una soga. La tomaron, se subieron juntos a un mismo barco. El “capitán” tenía su mapa de navegación en la cabeza.

   Había pasado muchas noches desvelado, mientras jugaba en Europa, repasando cómo podía materializar en nuestro país todos los conocimientos adquiridos.

   Después de navegar juntos, de acuerdo con lo convenido y cumpliendo con lo administrativo, llegó el momento en el que Estudiantes empezó a hablar en pasado de la Liga Nacional y Pepe, en presente y futuro.

   A muchos, naturalmente, les costó asumir este final, aunque se habían agotado las alternativas para continuar dentro de un sistema deportivamente fabuloso, pero económicamente poco menos que inviable, el cual, a través de los años se fue devorando a la mayoría de los participantes, en los casos más cercanos, Pacífico, Olimpo y, por último, a Estudiantes.

   Todos tocaron fondo por el mismo motivo: abrir la billetera y esperar los resultados deportivos, los cuales, aun siendo buenos, no garantizaban el retorno necesario para cerrar el balance en positivo. Siempre, claro, con dirigentes entusiastas, movilizados por la pasión más que por la razón.

   Así, la identidad del nombre propio de un club con sus hinchas, el folclore, la historia y mucha nostalgia quedó sepultada, transformándose en una franquicia que llegaba para intentar retroalimentarse y lograr sustentabilidad en el tiempo.

   Innovaciones de infraestructura en el estadio Casanova, visualización, marketing y un modelo casi inédito renovaba la expectativa.

  Paralelamente poco a poco los hechos ayudaban a interpretar de qué se trataba la organización, que iba más allá de un simple equipo profesional de básquetbol. Toda una novedad.

   En lo estrictamente deportivo, la sola presencia de los históricos Pepe y Juan Espil motivó el corte de entradas. Se reavivó el fuego sagrado. El corazón de Bahía volvió a latir con su propia sangre.

   El Puma Montecchia, intentando asumir su retiro, desde otro lugar también jerarquizó el banco como asistente y, más tarde, la vuelta de Pancho Jasen al país significó un polo de atracción.

   En su doble función y hasta su retiro (nunca oficial), durante cada temporada Pepe Sánchez fue aprendiendo, desarrollando el modelo que tenía proyectado, amoldándose, poniendo y sacando, buscando, en definitiva, calidad deportiva y sustentabilidad económica, una combinación que pocas veces tuvo un final feliz entre los muchos que incursionaron en la Liga Nacional.

   El tiempo transcurrió y ya sin la posibilidad de dar golpes de efecto con presencia de históricos que removían sentimientos y aportaban calidad, progresivamente fue avanzando la idea exclusivamente de formar jugadores, moldearlos, ofrecerles las herramientas, aprovecharlos y disfrutarlos durante su crecimiento y darles alas para que vuelen. Simple.

   Así, con la base de la Liga de Desarrollo, temporada a temporada los planteles se fueron depurando de elementos mayores y la plataforma siguió consolidándose, sumando varios de los mejores proyectos del país.

   Paralelamente, la construcción del fabuloso Dow Center, por encima de la polifuncionalidad y jerarquía que significa para la ciudad, confirmó la solidez de este proyecto global que excede a Bahía Basket equipo profesional de básquetbol.

  Claro que dejar el Casanova, más allá de la melancolía que generó, resultó toda una novedad desde lo cultural, dentro y fuera de la cancha.

   En lo estrictamente deportivo, durante la –inconclusa- temporada 2019-2020, el estilo de juego puso de manifiesto -como nunca- la prioridad del interés por el desarrollo individual, desde lo conceptual y técnico.

   Para la actual y forzada Liga 2020-2021 hubo una fuerte apuesta: jugar con todos juveniles y sin extranjeros mayores, inclusive, desprendiéndose del histórico Jamaal Levy, esto último, error asumido por el propio Pepe Sánchez.

   Jugaron 38 partidos, de los cuales ganaron solo 4. La fría estadística indica que desde mañana disputarán la serie permanencia contra Atenas.

   Nunca, en 11 temporadas, estuvieron tan cerca del precipicio. Y es lógico. Al equipo, inmaduro aún, no le dio para más. Aunque, por otro lado, la misma competencia los ubicó en el nivel más real, en esto de insistir con la idea de formar talentos.

   Ahora bien, cualquier equipo al borde del descenso a esta altura estaría evaluando cómo seguir compitiendo en caso de darse el peor resultado. O si continuaría. ¿Es lo que sucede hoy Bahía Basket? No. ¿Culturalmente estamos acostumbrados a que se acepte con naturalidad una posible pérdida de categoría? Menos. ¿Sirve para comprender, por si quedaba alguna duda, que en este proyecto la Liga es un medio, no un fin como define Pepe Sánchez? Totalmente.

   Los resultados de dos o tres partidos definirán el destino de Bahía Basket, no así el camino, que continuará siendo el mismo: competir formando.