Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

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Guido Pella: "Tenemos objetivos claros y sabemos qué queremos buscar"

A los 31 años, y luego de dos temporadas de contratiempos, el tenista bahiense continúa en la elite mundial. En el horizonte, gracias a un oportuno cambio de entrenador, parece asomar el sol.

Foto: Archivo.

Por Tomás Arribas / tarribas@lanueva.com
(Nota publicada en la edición impresa de hoy)

 

   A través de una pantalla, o una crónica deportiva, difícilmente se pueda ahondar más del tratamiento visible de un partido. Es decir, contemplar los méritos de una victoria o explicar el porqué de una derrota.

   Y es tal vez eso lo que, como sociedad argentina, no nos permite tomar real dimensión de los hechos ni los logros alcanzados, en este caso particular, por nuestros deportistas. Un extraño paradigma de “medición” del éxito.

   Permanecer en el selecto grupo de los 100 mejores jugadores del planeta por séptimo año consecutivo debería ser respaldo suficiente para caratular como destacada la temporada recientemente concluida del tenista bahiense Guido Pella (31).

   Volvemos a lo explicado en el principio. No se trata de un análisis conformista o simplista, sino de una realidad magnificada por los duros contratiempos que alteraron el normal curso de vida para toda la humanidad.

   Porque, claro, los deportistas de alto rendimiento no estuvieron exentos de esta catástrofe...

   “Cuando miro en retrospectiva, no puedo decir que fue un año bueno deportivamente, sino más bien raro. La pandemia alteró todo lo que te puedas imaginar para nosotros los tenistas profesionales. Para nosotros, que no tenemos la rutina de un ciudadano común, fue una realidad muy dura”, contó Pella en diálogo exclusivo con La Nueva.

   “Llegó un momento que no quedó otro remedio que acomodarse al encierro, tratar de entrenar de esa forma, hacer cuarentena en casi todos los torneos e intentar conseguir resultados y buenas sensaciones de esa forma”, agregó, resumiendo también el 2019.

   El jugador zurdo de nuestra ciudad, ganador de un título profesional y artífice de la obtención de la Copa Davis en 2016, entre otras cosas, culminó un 2020 plagado de altibajos de todo tipo.

   Por desgracia, los lapsos de buen tenis (mayormente a mitad de año y en la temporada europea) siempre se vieron alterados por alguna circunstancia, desde el coronavirus, las lesiones y, aunque se entiende como algo positivo, un cambio de entrenador.

   “Hice una muy buena pretemporada. Aproveché que mi 2020 terminó relativamente temprano después de Roland Garros, es decir en octubre, y me dediqué de lleno a recuperar lo perdido semanas antes en Estados Unidos (NdR: no pudo afrontar el US Open), donde tuve que permanecer 15 días encerrado por las restricciones”, explicó.

   “Eso me había sacado un montón de energía, tanto física como tenística, como también las ganas de volver a competir después de estar 6 meses parado. Por si fuese poco todo eso, llegó Australia y también tuve que pasar por el mismo encierro, cortándome el ritmo de una dura pretemporada súper intensa y difícil, ya que, con la cantidad de años que llevo compitiendo, siento cada vez más el desgaste”.

   —Todo eso sin contar los problemas con los viajes...

   —Tal cual. Nunca sabías qué podía pasar con las aerolíneas, los vuelos y demás. Así que no fue un año muy grato la verdad. Estuvimos todos en la misma situación y padeciendo las mismas sensaciones. A mí me tocó permanecer encerrado 30 días en dos países, perdiéndome dos Grand Slams enteros, como el US Open y Australia, y es algo duro de asimilar.

   El saldo, cumplida la primera mitad de temporada, arrojó apenas dos victorias en ocho participaciones. Y más dudas que certezas.

   Comprendiendo el presente, y la necesidad de exprimir algo más para intentar cambiar la situación, Guido pateó el tablero y volvió a las fuentes (ver adelante); decisión que rápidamente comenzó a dar dividendos en resultados y juego.

   No obstante, cuando parecía reencontrarse con las buenas sensaciones de antaño, una lesión se interpuso en su camino.

   “A lo complicado que venía todo por la pandemia, cuando más o menos empezaba a encontrarme con mi mejor juego y a sentirme bien tuve mala suerte sufriendo algunas lesiones. Entre eso y el cambio de entrenador, que si bien fue una decisión propia implica un período de adaptación, no terminé de acomodarme”, se lamentó.

   “Pero obviamente, al terminar un año y empezar otro, siempre se renueva la ilusión de poder hacerlo cada vez mejor. Ojalá 2022 venga con cambios y de reencontrarme con las mejores sensaciones”, agregó.

"Es mi papá tenístico"

   Volver a las fuentes. A eso apostó Guido, actualmente ubicado en el puesto N°76 del ranking mundial (fue 20° del planeta en 2019), para intentar reivindicar su andar en la segunda fracción del exigente calendario ATP.

   ¿Hacia dónde rumbeó? A las huestes de un viejo conocido. “Su padre tenístico”, como él mismo lo define: Fabián Blengino, quien lo cobijó cuando, con apenas 15 años, decidió apostar al tenis e iniciar esta inimaginable aventura.

   “Fabián es la persona dentro del tenis que más me conoce y a la que más confianza le tengo. Busqué alguien que me pueda transmitir las buenas sensaciones que pude tener a lo largo de mi carrera, para así poder sortear momentos de falta de confianza como el que pasó, que hace que uno se desvíe un poco del camino y se desoriente”, aseguró Pella.

   “Creo que arrancamos muy bien el proceso. El primer torneo juntos llegué a tercera ronda en Cincinnati (Estados Unidos) y terminé perdiendo con (Alex) Zverev, que fue el campeón. Después, en el US Open, perdí con (Frances) Tiafoe, que está en un gran nivel. Habíamos encontrado el camino, lo demostré también en Copa Davis, pero a fin de año empezaron nuevamente los dolores en la rodilla y sensaciones raras en el físico. Por decidí volver por prevención, hacerme estudios y evaluar el camino a seguir. Ahora me siento muy bien”, se esperanzó.

   —¿Se pueden incorporar nuevos conceptos o hacer cambios a esta altura de tu carrera?

   —Sí, obvio. En todo momento uno puede buscar nuevas cosas para incorporar. Aunque bueno, cuando uno se va poniendo más grande, el nivel de detalles es más alto porque el físico no es el mismo que antes, por lo que la recuperación entre partidos y el post torneo cuesta más. Pero con Fabián tenemos objetivos claros y sabemos qué queremos buscar.

   “El cambio me renovó las ganas. Aunque eso te puede salir de dos formas, no necesariamente va a ser todo fantástico. Hay que atravesar un período de transición y adaptación que dependerá mucho de la onda que tengas con la persona que trabajes. A Fabián no lo consideré un cambio, él es mi papá tenístico, quien me formó cuando llegué a Buenos Aires y la persona que más me conoce en este ambiente, sin dudas”, confió.

   —¿Cuánto recorrido te queda en el tenis?

   —Es difícil saber cuánto le queda a uno en el tanque, porque depende de muchos factores. Sobre todo, y más a esta altura, teniendo 31 años, del físico. A ver, esta temporada, en la etapa europea, me venía sintiendo muy bien y, de repente, tuve un pinzamiento en la cadera que me sacó del circuito varias semanas. Uno es consciente que ya está más grande y más propenso a las lesiones. En tal sentido, es difícil predecir cuánto me queda por delante.

“Las semanas que más disfruto son las de Copa Davis”

   En su última entrevista con La Nueva., en 2018, Guido Pella reconoció tomarse el tenis profesional como tal; es decir, como una profesión.

   Eso le permite, según sus palabras, estirar su carrera y lidiar mejor y de forma más efectiva con las presiones inherentes a una actividad tan exigente, donde el goce propio del espíritu recreativo juvenil prácticamente ya no existe.

   “Mi relación con el tenis sigue siendo la misma. En muchas ocasiones, y como le pasa a la mayoría de los jugadores, se trata de una relación de amor y odio. Como dije antes, a medida que uno es cada vez más grande y va acumulando experiencias, se hace más difícil soportar el ritmo. Llevo mucho tiempo viajando, lejos de casa, de la familia, amigos y demás cosas que uno resigna”, explicó.

   “Lo tomo como un laburo. ¿Disfrutar? Pocas semanas. Las que más disfruto son las de Copa Davis, donde, más allá del resultado, estoy conviviendo con el equipo, contenido, con todos tirando para adelante jugás por un bien común, Argentina. Sin dudas es lo que más me llena”, cerró.

   “Obviamente que intento superarme torneo a torneo. Pero eso conlleva a una presión cada vez mayor, y tal vez uno no tenga la misma fortaleza para soportarlo como antes”, cerró.