Bahía Blanca | Viernes, 26 de abril

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Críticas y preocupaciones a ambos lados del tablero

La columna semanal de Ricardo Salas, corresponsal de La Nueva. en La Plata.

Fotos NA

   Claramente, era muy inocente suponer que los iniciales “100 días de oro” de la nueva gestión en la provincia de Buenos Aires podrían prolongarse infinitamente. Tan sólo la crisis sanitaria, económica y social profundizada por la pandemia del coronavirus, frenó algunos cuestionamientos políticos.

   De algún modo ahora, aquel período de gracia que la dirigencia política autóctona le supo otorgar a Axel Kicillof, como flamante gobernador ante las dificultades que estructuralmente tiene la geografía bonaerense, se consumió en términos políticos.

   Dentro de la Gobernación de calle 6 tienen la convicción de que las críticas provienen de un sector “ínfimo” que responde al “macrismo residual” que incluso generó una corriente de opinión negativa contra Kicillof y el Gobierno nacional. 

   El propio gobernador volvió a hablar de las campañas mediáticas tendientes a responsabilizar al Poder Ejecutivo por las libertades y prisiones domiciliarias.

   Desde la caja registradora del kirchnerismo ya se preparan para “dar el vuelto”. Buscaran esmerilar del cargo al actual procurador de la Suprema Corte de Justicia bonaerense: Julio Conte Grand, el exfuncionario macrista en la Secretaría Legal y Técnica durante la gobernación de María Eugenia Vidal.

   Aprovechando cierto agotamiento ciudadano con el aislamiento social, preventivo y obligatorio, también suman en la Gobernación el pedido de salir de la cuarentena por parte de actores del arco opositor con el pretexto de reactivar la economía.

   No es lo mismo trabajar con el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta o con buena parte de los intendentes de Juntos por el Cambio que están en gestión y en general tienen los mismos problemas que la Provincia, aclaran desde el entorno ministerial de Kicillof en un intento por despegarlos de algún “referente” Pro que se quiere arrogar la representación de toda la oposición.

   Así lo explican mientras analizan la continuidad de los auxilios financieros que la Provincia “ofrece” a los municipios ante la caída de la recaudación, en el marco de una nueva etapa de cuarentena administrada.

   “Aquellos que acompañaron las políticas neoliberales que destrozaron la economía familiar durante la era presidencial de Mauricio Macri, ahora dan lecciones de gestión sanitaria y económica, intentando crear un estado de alarma y desestabilización contra el Gobierno, en momentos que la sociedad está confinada en sus casas con temor a la pandemia”, pataleaban desde el peronismo legislativo.

   No es la primera vez que Kicillof sospecha de una “campaña sucia” en su contra. Pero asegura no estar preocupado con el marketing como el gobierno anterior. Desde la esfera gubernamental se permiten una sugerencia puntual: “La discusión política siempre está bien, pero no cuando se hace en base a mentiras, o buscando llevar intranquilidad a la población. En un momento como éste, las divisiones partidarias deberían quedar suspendidas en el tiempo", cuestionan.

   Ese análisis del oficialismo no es compartido por el universo opositor que, según señalan desde las diagonales, está tratando de ver cómo sale de la encerrona que le provoco la pandemia. Romper la cuarentena política y lanzarse a la cancha a pelear con el gobernador, o mantenerse en la actual situación de stand by, viendo cómo el oficialismo ocupa toda la cancha.

   Claro que dentro de la oposición no hay una personería unificada. En el interior de este espacio diverso, muchos empiezan a pedir, sino exigir, que los líderes naturales del sector den señales públicas y marquen una bajada de línea clara.

   Esas diferencias intestinas de Juntos por el Cambio no se circunscriben a los partidos que componen la alianza. Incluso dentro de ellos existen desacuerdos con relación a qué actitud tomar frente a los gobiernos de “los Fernández (Alberto y Cristina) y Kicillof”.

    El cuadro se compone de duros y blandos. Y cada sector con su propia dinámica, deberá procesar este nuevo tiempo político que se abrirá una vez levantada la cuarentena. En lo inmediato, con el anuncio oficial de la reapertura de la actividad legislativa, el funcionamiento de los bloques parlamentarios en ámbito bonaerense se pondrá a prueba.

   Allí también hay ruido y no pocos “malabares” para mantener la tropa unida. Es que los legisladores, sobre todo los más “inmaduros”, esperan un poco más de energía opositora en la conducción  partidaria.

   De todas maneras, lo que está claro hasta el momento es que quienes tienen responsabilidades de gestión, como los intendentes municipales, gozan de mayor comprensión por parte de los más ansiosos.

   El dato en el que coinciden varios de los dirigentes opositores, es la mirada mucho más optimista respecto al futuro del espacio con relación al comienzo de año. Creen que la pandemia y posterior cuarentena, en un primer momento le pudo jugar a favor al Gobierno, porque eclipsó por un tiempo la crisis económica y social que se venía, pero que con el correr de los meses, se le volvió en contra.

   El escenario de dispersión que se planteó al comienzo de año y que incluso produjo algún desprendimiento en el bloque de diputados bonaerenses, vinculado al monzoísmo, quedó en el archivo. Ya hoy nadie piensa en abandonar el barco de Juntos por el Cambio porque ven que el Gobierno está estancado en la gestión, y con un pronóstico incierto.