Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

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El alto costo de tener un trabajo “en negro” en Bahía: se gana la mitad que en uno formal

Los asalariados informales laboran menos horas y obtienen remuneraciones  muy inferiores respecto de sus colegas del sector protegido en la ciudad.

Francisco Rinaldi

frinaldi@lanueva.com

   Además de no tener obra social ni descuento jubilatorio, los asalariados bahienses del sector informal obtienen ingresos totales mensuales que son la mitad de lo que perciben sus colegas del sector formal, de acuerdo con el INDEC.

   El dato surge de la base usuaria de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), un relevamiento trimestral que se realiza sobre una muestra de  hogares e individuos en 31 aglomerados urbanos, entre ellos, Bahía Blanca-General Cerri (BBC).

    Así, en BBC y considerando los ingresos laborales y no laborales (como por ejemplo, las transferencias estatales) resulta que los asalariados formales -en la jerga del INDEC, los que cuentan con descuento jubilatorio- cobraron, al primer trimestre de 2019, en promedio, 30.670 pesos mensuales por todo concepto frente a los $ 16.320 de los informales (no se les realiza el descuento), cifra que es poco más de la mitad de lo que perciben mensualmente sus colegas del sector protegido.

     En tanto, si se desagrega como criterio de clasificación como empleado formal/informal a quienes poseen/no poseen una obra social, se obtienen resultados similares. De esta forma, los dependientes formales con obra social ganaron, en promedio, $ 30.640 mensuales frente a los $ 16.083 de los no formales, lo que arroja una diferencia parecida a la anterior.

     “Las diferencias de ingresos que se observan en los trabajadores en relación de dependencia se explican por la cantidad de horas trabajadas; en particular los trabajadores que no están registrados trabajan menos horas que los registrados en la ocupación principal. Pero además, en el sector informal las ocupaciones son peor remuneradas”, explica la doctora en Economía Valentina Viego.

    Ajustando por horas trabajadas, de la EPH surge que los trabajadores no registrados trabajaron, en promedio, unas 33 horas a la semana durante el período enero a marzo de este año, lo que arrojó un salario horario medio de 145,60 pesos frente a los 157,90 del sector formal.

    Estos últimos tuvieron una jornada laboral media de casi 41 horas, con lo cual, la diferencia en el salario horario es del 8%, para nada significativa.

     Sin embargo, al considerar únicamente los ingresos exclusivamente laborales y de la ocupación principal, emergen, otra vez, importantes diferencias entre ambos colectivos de trabajadores bahienses.

     Es que mientras los formales ganaron 129,4 pesos por hora, los informales cobraron $ 79,6, lo que arrojó una brecha de ingresos del 63%, esta vez, elevada.

     “La ausencia de diferencias en el ingreso total por hora trabajada se explica esencialmente por ingresos no laborales (transferencias del Estado) y en menor medida por mayor pluriempleo en el sector informal (los asalariados informales aumentan más que los formales las horas trabajadas en términos proporcionales)”, manifestó Viego.

    Vale aclarar que el salario horario es un dato ilustrativo que puede diferir del salario por hora promedio (salario mensual promedio dividido horas trabajadas promedio al mes) en tanto no todos los individuos de la muestra responden a todas las preguntas que realiza el encuestador, en esta caso, cuántas horas se trabajaron y cuál fue la paga por estas.

Servicio doméstico

    Uno de los mayores grupos de trabajadores con empleos informales se halla en el servicio doméstico.

     De hecho, los datos de la EPH para el total de aglomerados urbanos en los cuales se releva señalan que aproximadamente entre el 70 y el 75% de las empleadas domésticas no está “en blanco”, cifra que también se verifica en nuestra ciudad.

     Según la misma fuente de datos, para el último trimestre del año pasado, sobre un total de 10.870 bahienses que trabajaban en el servicio doméstico, 8.200 no tenía, a fin de mes, un recibo de sueldo membretado -una de las exigencias de la ley y, además, prueba irrefutable de que la empleada está en blanco- cifra que representa nada menos que el 75% del total del empleo en esa actividad para BBC. El 25% remanente -apenas 2.670- si se encuentra registrada.

     El dato de informalidad se confirma con las 8.306 domésticas bahienses que, al estar “en negro”, no cuenta con una obra social.

Más informalidad

    De acuerdo con un informe nacional del Instituto para el Desarrollo Social Argentino (Idesa) entre el 2016 y el 2019 la fuerza laboral disponible pasó de 12,5 millones a 13,3 millones de personas, es decir, ingresaron al mercado unas 770 mil personas.

    De éstas, 170 mil no consiguieron empleo, aumentando la tasa de desempleo del 9,3% a 10,1%. 

   Entre las 600 mil que consiguieron empleo se observa que:

     * Un 13% consiguió empleo como trabajador asalariado registrado.

    * Un 41% consiguió empleo como trabajador asalariado no registrado (“en negro”).

    * Un 46% se auto empleó como trabajador cuentapropista.

     “Estos datos muestran que casi la totalidad de los empleos creados en los últimos 3 años fueron como asalariado informal o en el cuentapropismo”.

     “Considerando además que los cuentapropistas registrados con aportes tampoco crecieron, significa que prácticamente todos los nuevos cuentapropistas son también informales. Por lo tanto, 9 de cada 10 empleos generados en los últimos 3 años son informales”.

      Para los economistas del Instituto, urgen modificaciones en las leyes laborales que impiden generar más trabajo registrado.

    “Para promover la generación de empleo formal es imprescindible replantear la anacrónica legislación laboral y los antiguos convenios colectivos de actividad”, propendiendo a las negociaciones laborales descentralizadas (a nivel empresa-trabajador) reemplazando a las centralizadas (sindicatos-cámaras empresariales), proponen desde Idesa, entre otras ideas.

    Pero no todos los académicos coinciden.

     Un documento de Luis Beccaria y Pedro Galín, que analizó la reforma laboral en los 90, la que promovía, entre otros puntos, la descentralización de las negociaciones colectivas y la rebaja de aportes patronales, concluyó que la misma no logró los resultados esperados en términos de creación de nuevos empleos protegidos.