Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

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Sextorsión: cada vez hay más casos en Bahía Blanca y la región

La fiscalía interviene en varios hechos de difusión no consentida de imágenes íntimas bajo amenaza o manipulación.

Fotos: Emmanuel Briane y Archivo La Nueva.

Redacción La Nueva. / info@lanueva.com

   Mariela estuvo 3 años de novia con Rodrigo. Fue una relación plagada de escenas de celos, reproches y manipulación.

   En un momento ella dijo basta y decidió que era tiempo de continuar cada uno por su lado.

   Pero él no pensaba lo mismo. Insistía con volver. La seguía, le mandaba mensajes y la llamaba.

   Estaba convencido de que su ex tenía una nueva pareja, por lo que también le enviaba comentarios agresivos y descalificadores.

   Pero con el correr de los días la situación se puso peor para Mariela.

   Comenzó a recibir mensajes de texto desde un número desconocido para ella, en los cuales le exigían dinero a cambio de no publicar fotos y videos íntimos que se encontraban en el dispositivo.

   Aseguraba que la maniobra pudo ser llevada adelante por Rodrigo o un amigo suyo. 

 Como si fuera poco, después la contactó un conocido, quien en confianza le admitió haber recibido una de esas filmaciones íntimas en un grupo de WhatsApp que integra.

   Esta maniobra sucedió en Bahía y se la conoce como sextorsión. Cada vez son más las denuncias que reciben en la fiscalía local para investigar la difusión no consentida de imágenes íntimas, que en el medio incluye un proceso de extorsión.

  El caso de Mariela (no se da a conocer su nombre real por protección) es solo uno de los tantos que se registran en nuestra ciudad y la región.

   “Los casos que llegan a la fiscalía van en aumento, de acuerdo a lo que hemos visto en los últimos tiempos. Esto demuestra también que las víctimas se animan a denunciar y permiten que estos delitos sean investigados”, sostuvo Santiago Garrido, secretario de la Fiscalía General.

   Garrido describió que estas conductas pueden ser tipificadas de diferentes maneras.

   “Pueden ser calificados como una extorsión, que se produce cuando la víctima es obligada, mediante una intimidación, a entregar algo (habitualmente dinero) con la amenaza de sufrir algún un hecho perjudicial para su persona en caso de no acceder al requerimiento y, en este tipo de hechos, ese mal a futuro generalmente tiene que ver con la publicación de imágenes de contenido sexual explícito o fotos íntimas obtenidas cuando entre las partes había una relación de confianza que luego se quebró”.

   Comentó que esa figura legal está contemplada en el artículo 169 del Código Penal y establece una pena de entre 3 y 8 años de cárcel.

   Pero no solo son mujeres las víctimas.

   Un hombre que vive en una localidad cercana a Bahía denunció que una compañera de trabajo lo invitó a su casa y que en esas circunstancias mantuvieron relaciones sexuales.

   Explicó que aproximadamente un mes después comenzó a recibir llamados y mensajes en los cuales esa persona le decía que había filmado el encuentro y que debía depositarle dinero a cambio de no publicar el video.

   En su denuncia dijo no haber percibido que la situación estaba siendo registrada, pero que por temor y vergüenza accedió a entregar plata.

También hay coacción

   Garrido describió que “otro delito que se configura en estas acciones es el de la coacción, que es cuando se obliga a alguien a realizar algo o dejar de hacerlo contra su voluntad. Por ejemplo, que se intime a una persona para retomar una relación sentimental que había sido finalizada”.

   El artículo 149 bis, segundo párrafo, del Código Penal establece una sanción de 2 a 4 años de cárcel para quien sea responsabilizado por esta conducta.

   “Otros casos son las denuncias sobre la publicación no consentida de este tipo de material en redes sociales, servicio de mensajería instantánea y cualquier tipo de medio social donde se comparte información. La diferencia con las anteriores es que en estos casos no existe una advertencia o amenaza previa. Allí estamos ante una situación que suele denominarse como 'pornovenganza'”, siguió diciendo.

   Un hecho que se encuadra en este último tipo denunció una mujer en la fiscalía.

   La víctima explicó que durante un tiempo mantuvo una relación con un joven que vivía en otra provincia y a quien conoció por Facebook.

   El hombre viajaba regularmente para verla y “salieron” durante algo más de un año, hasta que la víctima decidió cortar.

   Un tiempo después -según la presentación- un amigo le avisó que había recibido un grupo de mensajes con videos en los cuales aparecía ella.

   También le dijo que, según pudo apreciar, habían sido enviados desde una cuenta de la red social que parecía ser falsa.

   La chica comentó que esa imágenes se las había enviado a su expareja mientras aún salían. Dijo que el sujeto se las pedía y que ella accedió para evitar que se enojara.

   Esta figura legal aún no se encuentra tipificada y es uno de los delitos informáticos propuestos en la reforma del Código Penal que aún no está vigente. 

   Según el proyecto, tendría una pena de 6 meses a 2 años de cárcel.

"Casos cada vez más crudos y laberínticos"

   A la abogada Marina Paula Benítez Demtschenko se la puede considerar una precursora en la lucha contra la sextorsión y delitos lindantes.

   Desde su desgraciada experiencia, en 2012, llegó a conformar una fundación (Activismo Feminista Digital) que hoy es una de las pocas asociaciones que aborda la creciente problemática.

   Una expareja, con la cual compartió casi 6 años de su vida, usó fotos íntimas de ella, creó perfiles falsos (en Facebook y Badoo) para entablar contacto con hombres para hacerles creer que podían mantener contactos sexuales.

   En su caso no medió extorsión. Fue engaño. Geolocalizaba a varones que estuvieran cerca de su domicilio y se hacía pasar por ella en diálogos de alto contenido sexual, con una mecánica perversa.

   "No entendía nada. Me empezaron a abordar varones que supuestamente chateaban conmigo, en la calle, en la parada de colectivos, me esperaban en la puerta de mi departamento. Fueron como 90 y con muchos tuve situaciones de cuasiabuso, porque venían con la idea de que me prestaba a un montón de juegos. Algunos me tomaban de sorpresa y me tapaban la boca, otros me pasaban la lengua en la nuca.

 Fue tremendo, hasta que recién un año y medio después supe lo que pasaba, de casualidad, porque el que se me acercó era vecino de mis padres", relató.

   La causa que promovió Marina sigue abierta.

   "Estoy esperando la confirmación de la última carátula: lesiones psíquicas graves en el contexto de género. La fiscalía no sabía cómo caratular el caso y la defensa de él fue eficaz, porque planteó nulidad por falta de delito", explicó.


       El problema de fondo es que no existe una tipificación penal para esta problemática.

   "Me propuse hacer un proyecto de ley sobre la difusión no consentida de material íntimo, que ingresó para debate pero fue justo con la oleada de modificaciones al Código Penal, como Justicia 2020, y se congeló todo. Al menos pude 'instalar' la terminología, porque antes se usaba -y aún se sigue usando- 'pornovenganza', que no es un término correcto porque acá no hay venganza", sostuvo.

   La abogada aseguró que muchos no toman dimensión del daño que este tipo de maniobras genera. "No es una travesura, no solo te ven desnuda. Hay un montón de mujeres en el mundo que se han suicidado por la vejación de derechos".

  A la especialista hoy le preocupa que la modalidad está mutando de manera negativa.

   "Los casos de violencia digital son cada vez más crudos, problemáticos y laberínticos. No solo existe la difusión no consentida de imágenes, sino que ya se comparten los datos personales de las víctimas en distintas plataformas, con lo cual miles de personas saben su domicilio. También convocan a otros hombres para que les hagan daño y cada vez más se suplanta la identidad", detalló.

   Sostuvo que la situación "se nos va de las manos" a la fundación que conduce porque "acá estamos hablando de riesgo de vida real en gran parte de los casos que recibimos".

   La abogada advirtió que en la mayoría de los casos el agresor busca "ejercer el poder sobre la víctima".

   "Efectivamente, haga lo que haga la víctima, va a terminar poniendo el material íntimo a disposición de terceros. Y en lugares donde la población es chica y existen ciertas normas conservadoras, a la víctima la hace pedazos", aseguró.

Los tipos principales

1- Difusión no consentida de material íntimo.

2- Acoso u hostigamiento y persecución en redes.

3- Hackeo de redes y monitoreo de movimientos.

Para que no te tomen por sorpresa

* Antes de llevar a arreglar el celular, conectarlo a una pc o nube, hacer un respaldo y resetear el equipo de fábrica.

* Desactivar la sincronización de todas las redes sociales.

* Ocultar carpetas con fotos íntimas o cifrar los datos.

* Al momento de borrar, siempre hacerlo desde la nube.

* No informar las contraseñas a nadie.

* Siempre hacer la denuncia.

* No banalizar la difusión de imágenes íntimas de extraños.

* Alfabetización digital. Evitar la peligrosa sobreexposición (qué hacemos, dónde estamos, adónde vamos).