Bahía Blanca | Miércoles, 24 de abril

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Rock

   ¿Qué temita este de Pity Álvarez, no?

   Las redes sociales, los canales abiertos, las home, todos mencionándolo, hablando de su vida, diciendo esto y aquello... lo esperado en un país en el que hay que opinar de todo y ya. Capusotto nos parodiaba bien en "Hablemos sin saber" o en "Cuatro gordos hablando de fútbol".

   Un periodista como Eduardo Feinmann, conductor de un programa muy visto, le daba y le daba a la madre de Pity mientras la mujer lo escuchaba desde un móvil... y eso que la nota fue pactada muy poquito después del homicidio del que supuestamente es culpable el cantante. Digamos... con el dolor de la mujer bien en su piel. Pero de Feinmann uno puede esperarlo. De él o del personaje que se construyó para no tener que ir a laburar.

   Lo que cuesta creer es que ahora se hayan puesto muy cerquita de Feinmann —o de su personaje— periodistas que se supone que son de otro palo.

   Que desde adentro del rock se le pegue a Pity Álvarez por un homicidio del que hasta ahora es sólo un acusado me resulta irresponsable: según las leyes argentinas todos somos inocentes hasta que se demuestre lo contrario.

   Y si se elige pegarle por su consumo de drogas, peor. ¿Periodistas de rock cuestionando el uso de drogas? Y no por aquello de "todos los músicos de rock se drogan", sino por el espíritu contestatario, rebelde y revolucionario con el que nació el rock —fue la voz de los jóvenes cuando los adultos pensaban que la juventud era sólo un paso más hacia la adultez.

   Sépanlo: el rock jamás estaría parado en la vereda de..., de... ¿cómo decirlo? Bueno... sin vueltas: los buchones.