Bahía Blanca | Lunes, 20 de mayo

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Advierten que las últimas cifras de pobreza del INDEC para Bahía tienen un alto margen de error

En marzo se informó que la cantidad de pobres bajó del 23,4% al 14,3% en un año, mientras que la indigencia se redujo del 6,5% al 2,8%. No obstante, los datos finos publicados días atrás por el organismo obligan a tomar esos datos con pinzas.

Foto: Archivo La Nueva.

Maximiliano Allica / mallica@lanueva.com

   A fines de marzo, el INDEC publicó que el aglomerado urbano Bahía Blanca-General Cerri había tenido una sensible baja en las cifras de pobreza e indigencia.

   El organismo estadístico difundió que el porcentaje de pobres disminuyó del 23,4% en el segundo semestre de 2016 a 14,3% en el mismo período de 2017.

   Para la indigencia, el número cayó del 6,5 al 2,8%. En ese momento se generó una polémica en nuestra ciudad acerca de la veracidad de los datos y, así como el oficialismo ponderó las cifras, desde otros sectores se advirtió que se debían tomar con cuidado.

   En este último grupo advertían que el tamaño de la muestra en Bahía-Cerri es muy reducido y, por ende, el margen de error resulta significativo, punto que admite el propio INDEC en su página oficial.

   Días atrás el ente difundió los datos desagregados, es decir, detalles más finos del estudio a nivel local.

   “La muestra es muy pequeña y los errores muestrales son elevados”, subrayó Valentina Viego, profesora adjunta de la licenciatura en Economía de la UNS e investigadora del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales del Sur.

   De acuerdo con la docente, la estimación de 39.000 personas bajo la línea de pobreza en el último trimestre de 2017 tendría un “error estándar” (medida estadística que indica el grado de variación de la variable) que lleva a sostener que en ese período la cantidad de personas viviendo en esa situación de pobreza se ubicaría entre 30.929 y 48.177.

   Pero no solo eso. Si el cálculo se refiere al tercer trimestre de 2016, el desvío estándar se eleva, sostuvo, lo cual le resta claridad a los marcos de referencia.

   “Un dato muy llamativo es la abrupta caída de la tasa de indigencia, que pasa de10-15 mil personas a 3 mil”, agregó.

   Esta merma, explicó, puede deberse a varios factores. Por caso, una subestimación del valor de la canasta alimentaria, un número insuficiente de casos estudiados (punto ya señalado), falta de supervisión en el proceso de toma de datos o todo lo anterior sumado.

   Para determinar la condición de pobreza de un hogar se realiza una comparación entre los ingresos percibidos y los necesarios para cubrir una canasta básica que contiene alimentos, vestimenta, educación, salud, vivienda, transporte, etcétera.

   En el caso de la indigencia los ingresos se comparan solamente con el costo de la canasta mínima de alimentos que satisface los requisitos calóricos de una dieta elemental.

Pocas respuestas

   Otro ítem a analizar es que el 47% de quienes contestaron en la Encuesta Permanente de Hogares en Bahía Blanca no declararon durante el último trimestre ningún monto de ingreso.

   “Si bien es plausible que algunas personas no perciban ningún ingreso por ser menores de edad o alguna otra clase de inactividad (ama de casa, estudiante), llama la atención que más del 30% de personas que viven solas no han declarado ingresos”, mencionó la docente.

   Además, la tasa de no respuesta en Bahía es mayor al nivel nacional (21% global y 13% en personas que viven solas).

   “Cuando las tasas de no respuesta son tan elevadas, cualquier consideración puede volver poco confiables a las proyecciones, especialmente si además consideramos que el tamaño muestral es reducido”, dijo.

Un problema de magnitudes

   La evolución de la pobreza e indigencia en Bahía-Cerri, consideró la especialista, si bien coincide con lo registrado a nivel nacional en cuanto a que hubo una baja, contrasta notablemente en las magnitudes.

   “Mientras que en todo el país bajó unos 5 puntos porcentuales en el período analizado y la indigencia tuvo una merma de alrededor de 1 punto, en Bahía Blanca la caída supera ampliamente esos números, lo cual da valores que parecen inauditos”, añadió Viego.

   Y fundamentó: “Solo transcurrieron 12 meses entre períodos y las condiciones laborales y de actividad no cambiaron sustancialmente. Además, en tanto las tasas de pobreza son menores en el aglomerado local que el nacional, se esperaría que su disminución fuese más lenta, hasta tanto se alcanza el 'núcleo duro' de la pobreza (pobreza estructural), más difícil de revertir en el corto plazo”.

Salarios, otro elemento clave

   El jueves último el INDEC publicó otro informe técnico, donde analiza  la evolución de los salarios. En base a este se construye el denominado Coeficiente de Variación Salarial, que suele utilizarse en la indexación de algunos créditos y otras formas contractuales. 

   “Además, la evolución de los salarios influye, sin duda, sobre la pobreza, en tanto las cifras de pobreza que se suelen difundir se basan precisamente en comparar el valor de la canasta con el ingreso de los hogares”, continuó Viego. 

   El informe de salarios no presenta indicadores por localidad ni región, aclaró, de modo que sus resultados no se pueden trasladar por completo al ámbito local. 

   “Sin embargo, sus cifras no dejan de ser ilustrativas”, dijo la docente y aludió al gráfico que muestra la evolución de salarios y precios durante 2017 y el primer trimestre de 2018, utilizando siempre guarismos del INDEC bajo la nueva gestión. 

   Los resultados, agregó, permiten comprender por qué las cifras de pobreza disminuyeron en la segunda mitad de 2017 respecto de los primeros 6 meses.

   En ambos períodos los salarios medios de la economía crecieron algo más que la inflación, lo cual permitió a los asalariados ganar poder de compra en torno a 2% a lo largo del año pasado.

   “De todos modos, la evolución no fue pareja; los primeros 3 meses de 2017 fueron desfavorables para el poder de compra del salario, elemento que fue superado a mediados del año, pero desde fines de 2017 la tendencia parece revertirse; entre octubre y diciembre de 2017 los salarios pierden casi 2% de poder de compra y en el primer trimestre de 2018 se acentúa perdiendo 2,7% de la capacidad de compra”, remarcó. 

   Considerando el horizonte de 15 meses que va desde inicios de 2017 a marzo de 2018 el saldo es negativo para los asalariados, expuso.

   En ese lapso los precios aumentaron en promedio 28,8% y, los salarios, 28,3%. 
“Este panorama se traducirá seguramente en aumento de las cifras de pobreza a indigencia cuando el organismo publique la actualización de las cifras en julio próximo”, vaticinó.