Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

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Así era un día en la casa del horror del Clan Benítez

   —No se muerde la mano de quien te da de comer, consejo...

   Eso decía Fernando Rubén Benítez en noviembre mientras craneaba la forma en la que iba a mantener cautivas a 2 chicas en su casa de Güemes al 3.700, en el barrio Latino de Bahía Blanca.

   Tenía 26 años y acababa de conocer a Aldana García, 8 años menor que él. La había encontrado en Facebook en octubre y en diciembre la invitó a vivir en su casa, en la que también estaban su papá Fernando (condenado por atacar a una adolescente con cuchillos), su hermano Gonzalo y su mamá Nélida Esther Llanos. El clan comenzaba su historia más escalofriante y para los vecinos ya eran la manzana podrida de la zona

   No pasó mucho tiempo para que la familia de Aldana comenzara a notar cosas raras: en enero apareció en su casa con un ojo negro y cuando la llamaban lo hacían al celular de Fernando y siempre en altavoz. Pero la chica ponía las excusas de que se había golpeado sola y que su novio era celoso. Y para los padres de ella, Fernando parecía un pibe normal.

   Pero la puerta, las ventanas y el portón de la sede del Clan Benítez escondía detalles terroríficos. Y era custodiada por un rottweiler y un dogo que mordían a cualquiera que se acerque, incluso a Aldana y a Andrea Santa Cruz, una joven de 23 años que se sumó como víctima en enero.

   La casa tenía comedor, cocina, patio y 3 habitaciones, pero todo indica que lo peor ocurría en una sola pieza. 

   Ahí había 2 camas de una plaza y candados. No había cadenas, pero sí cables y cintos. Y sangre, mucha sangre en los colchones. 

   Fuentes de la investigación cuentan que Aldana y Andrea eran sometidas a violaciones y cortes cotidianamente. Los Benítez tenían en esa pieza destornilladores, cuchillos y tijeras.

   Aldana de vez en cuando volvía a la casa de su mamá, pero no contaba nada. Hasta en la madrugada del lunes, cuando no aguantó más y fue a buscar a su familia, que no sabía nada de ella desde hacía 15 días

   Primero dijo que Fernando no tenía nada que ver, aunque tras desmayarse y volver en sí admitió las torturas a las que era sometida.  

   La llevaron al Hospital Penna y ahora pelea por sobrevivir. Llegó a contar que la drogaban con cocaína y que la abusaban con un destornillador. 

   Gracias a esa denuncia la policía llegó a Güemes al 3.700 y se encontró con Andrea, que estaba casi muerta en el patio: malherida, con cortes y mordeduras y con pocos signos vitales.

   Nélida Esther Llanos buscó confundir a los investigadores llamando al 911 y diciendo que había una chica en su patio y que la habían mordido sus perros. Pero se le cayó todo: dentro de la casa, además de los colchones llenos de sangre, estaban la ropa y las pertenencias de las 2 jóvenes. 

   Lo detuvieron a Fernando Rubén y a su mamá Nélida Esther. Y unas horas después a Gonzalo, que estaba dando vueltas por el barrio mientras esperaba que "se calme" la agitada noche del lunes. 

   Ahora están los 3 detenidos y serán indagados en las próximas horas por privación de la libertad, reducción a la servidumbre, abuso sexual, comercialización de drogas y tentativa de femicidio. 

 

Si sufrís violencia de género o conocés a

alguna víctima, llamá al 144: es gratis y atiende las 24 horas