Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

Ciervos, gatos y conejos, foco del turismo en tres islas de Japón

Los animales se han apoderado de algunas islas que forman el gran archipiélago japonés. Algunas de oscuro pasado, como la de los conejos, pero todas con interesantes historias y leyendas.

Corina Canale

corinacanale@yahoo.com.ar

   Aquel ciervo blanco que según la mitología era el mensajero entre los cuatro dioses de Kasuga Taisha, el santuario shinto de la ciudad de Nara, sería el origen de los ciervos que habitan la sagrada isla de Miyajima. Un santuario construido entre la tierra y el mar, sobre pilotes, que cuando la marea baja parece flotar.
   En esta isla cercana a Hiroshima en primavera y otoño los bosques de arces y cerezos derraman sus intensos colores. Hasta 1637 quienes atentaban contra los ciervos eran ejecutados, pero luego de la Segunda Guerra Mundial los animalitos perdieron su gracia divina, aunque el Estado los sigue protegiendo.


   Más allá de los carteles que dicen “Precaución, ciervos peligrosos”, estas criaturas son sociables y bajan al pueblo para pasear entre los turistas y los templos. Cuando huelen comida cuesta alejarlos porque son obstinados.
   Ante estos episodios se dispone de una zona cerrada, en la que quedan hasta que los trasladan al lugar más alejado de la isla.


   Otra isla de Japón, Okunoshina, cercana a las costas de Takehara, es una pequeña porción de tierra a la que se conoce como “la isla de los conejos”, un lugar que esconde un oscuro pasado.
   Se dice que en 1925 Japón fabricaba allí gases venenosos con fines bélicos, y que los primeros conejos fueron llevados para probar en ellos sus efectos. La isla fue borrada de los mapas porque el país había firmado el Protocolo de Ginebra, que prohibía la fabricación de ese tipo de armas. La habían elegido por lejana, desconocida y alejada de Tokio.


   Cuando terminó la II Guerra Mundial las fábricas fueron desactivadas y los conejos liberados. Entonces, en su condición de símbolo de la fertilidad, y ante la ausencia de depredadores, se multiplicaron y se habituaron a los humanos. 
   Nadie pensó que esa isla, que no tiene nada especial, se convertiría en un zoológico gigante al que  visitan por año más de cien mil turistas.


   Tashirojima es otra isla del norte, frente a la península de Oshika, conocida como “la isla de los gatos”. Tashira, como la llama su gente, tiene 100 habitantes, el 80 por ciento de ellos mayores de 65 años. En poco tiempo no quedará allí ningún humano.
   Ante esto el gobierno lanzó una campaña promocionando “la isla de los gatos”, que demostró que hay muchas, y muchos,  Eleanor Abernathy. Eleanor es un personaje de la serie Los Simpson, a la que llamaban “La loca de los gatos.” Y también mostró el interés de los fotógrafos por los felinos.  
   Cuando Tashira estaba poblada la mayor y más rentable actividad  era la cría de gusanos de seda, un negocio que fue amenazado por la aparición de ratones.
   Los productores se unieron contra esta inesperada plaga y decidieron traer gatos para que se comieran a los ratones.
   Eran gatos domésticos, por lo que sus descendientes no son totalmente salvajes, pero sí muy callejeros. Se sabe que actualmente hay 6 gatos por persona, y que los mayores son quienes los cuidan porque los quieren y traen suerte.
   No hay que olvidar que para la cultura japonesa los gatos en general, y la raza Maneki-neko en especial, son amuletos de la suerte, la riqueza y la prosperidad. En el centro de la isla se levanta el Neko-jinja, el Santuario del Gato, que surgió el día en que unos pescadores preparaban sus redes y una piedra cayó sobre una gata y la mató. Ellos la enterraron donde ahora está el monumento.
   Una cosa sí se cumple rigurosamente, y es que ningún perro puede llegar a la isla: allí reinan los gatos.

Tips
-A la Isla de Miyami, poblada de ciervos, se llega en embarcaciones que parten de la costa de Hiroshima.
-En el Parque Nara, en la ciudad homónima, también habitan  ciervos. Galletitas especiales para ellos se venden en las tiendas. Asombra la reverencia que hacen al saludar y pedir comida.