Nació con su papá preso y la orquesta le cambió la vida: "Me mostraron que sí había otro camino"
Lucas ahora tiene 20 años y contó su historia.
Lucas Velásquez tiene 20 años, toca el contrabajo y llegó al Teatro Colón.
Pero su vida no fue fácil: nació con su papá preso y tuvo que superar muchos prejuicios.
"Mi mamá estaba en un velatorio, acá mismo, en el Bajo Flores, cuando empezó a tener contracciones. Mi papá no pudo ir al hospital, hacía un tiempo que estaba preso. Así empieza mi vida", le dijo Lucas a Infobae en una nota exclusiva.
"Cuando era chico, las etiquetas me afectaban mucho. En la escuela decían: 'Cuidá tus cosas que éste viene del Bajo Flores'; yo lo escuchaba. No entendía lo que estaba pasando en mi casa pero sí que cuando la maestra preguntaba: ¿De qué trabaja tu papá?, yo no sabía qué contestar", recuerda el joven.
Viviana, su mamá, lo interrumpe: "Es que yo había vivido en una mentira. Yo me di cuenta de que mi marido no trabajaba en el correo recién cuando lo detuvieron".
El papá de Lucas quedó en libertad cuando él iba a salita amarilla, pero siguió entrando y saliendo del penal.
"Yo veía que mi papá no había tenido oportunidades ni contención, pero yo sí las tenía. Lo tenía a él, que a pesar de todo me quería. No era el chorro que muestran las películas, al que no le importaba nada. Además, tenía el apoyo de mi mamá", reconoce Lucas.
Por eso, decidió aprovecharlas: se levantó a las 8 de la mañana, despertó a su mamá y fue a anotarse a una orquesta que estaba cerca de su casa. Al año siguiente, se inscribió en un secundario especializado en música por fuera del barrio, en Saavedra.
"Empecé a vivir entre dos mundos. Volvía al barrio y les contaba a los chicos que me había convertido en músico pero ellos me decían: '¿y de qué vas a trabajar?'. Porque en estos barrios de emergencia trabajar es romperte la espalda, eso hacen los hombres", dice.
Un año y medio después de haber empezado a tocar, 10 adolescentes que estudiaban en el Proyecto de Orquestas Infantiles y Juveniles de la Ciudad fueron becados para estudiar en un prestigioso conservatorio en Berlín, entre ellos Lucas.
A los 14 años, conoció Alemania. Y en esa misma época, su papá -que ya tenía problemas con el alcohol-, se enfermó y más tarde falleció.
En 2015, su mamá le insistió para que intentara entrar al Instituto Superior de Arte del Teatro Colón. Lucas audicionó mal y pasó un mes encerrado en su casa. Hasta que decidió pasar el verano entero estudiando: como las clases particulares eran caras (cuestan unos $ 500) tocaba, se grababa, se escuchaba, encontraba el error y volvía a hacerlo. Volvió a audicionar y a los 18 años entró al Colón.
En el Instituto se encontró con chicos muy diferentes a él. Muchos tenían contrabajos de 200.000 pesos, sus padres les alquilaban un departamento para poder estudiar en la Capital, sabían idiomas y tenían dinero para pedir comida. Lucas tenía un contrabajo chino prestado (de 20.000 pesos), se subía al 44 y lo bajaban: los choferes le decían "no pibe, con eso no. Pedite un flete o tomate un taxi". Llegaba tarde a clase porque caminaba para ahorrarse un pasaje y picoteaba de la pizza de los demás porque no tenía plata para cenar. "Yo iba igual. A veces llegaba tarde o me cagaba de hambre, pero yo iba igual".
Hoy, Lucas sueña con estudiar en el conservatorio de Alemania y ya se anotó en el Centro universitario de Idiomas de la UBA para aprender el idioma. Además, tiene el apoyo de la Plataforma NNAPES, que se dedica a empoderar a los hijos de padres encarcelados.
"Tanto ellos como la gente de las orquestas me cambiaron la vida: me mostraron que sí había otro camino. Quisiera que acá en los barrios las ONG pudieran estar más conectadas y que se capacite a las maestras para que no etiqueten a los chicos con padres detenidos. Siempre pienso en ese chico de la primaria que tenía a los dos padres presos. Hoy lo veo todo drogado, con una 22 en la cintura y me pregunto: ¿qué habría sido de su vida si no lo hubieran convencido de que estaba condenado a ser un chorro?". (Infobae)