Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

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Por la lactancia materna, aquí y allá

Escribe Fernanda Herrera Gadea

A partir del nacimiento, el bebé pasa a una relación directa con el mundo exterior y comienza a percibir nuevas sensaciones de desequilibrio: dentro del vientre materno la satisfacción era inmediata, pero ahora es preciso realizar una acción específica para calmar la necesidad que percibe desde el interior.

Lentamente, comienza a comprender que es preciso llorar, al menos, para saber que algo va a venir a calmar esa necesidad. No reconoce qué es, y tiene la ilusión de que lo obtiene por sí mismo, pero sí sabe que vivencia una situación calmante y placentera, y que desea repetirla.

La imagen del bebé alimentándose del pecho materno nos remite a la escena de mayor dependencia de un sujeto en crecimiento: es dependencia afectiva, psíquica y física.

Amamantar es, en principio, alimento y nutrición; pero implica en sus inicios, además, una unión fuerte, indivisible y simbiótica entre él y su madre.

Sumado a su función biológica, es función maternal integral: la creación de un vínculo afectivo singular, posibilitador de un ambiente psicoafectivo de nuevas necesidades, deseos, sensaciones y afectos.

Avanzará paulatinamente, mediante los cortes y momentos lógicos establecidos por sus padres, a nuevos y más complejos estadíos, hacia un proceso de maduración, crecimiento, de mayor autonomía e independencia, apuntando a adaptarse al mundo exterior y aprender de él.

Existe para un bebé, entonces, el derecho humano a ser alimentado, como para la madre el derecho de amamantar, de proporcionar a su hijo o hija la alimentación necesaria.

Es importante acompañar ese acto de amor con la mirada, con una caricia y una voz apaciguante, sin embargo, la necesidad de ese bebé no distingue el contexto real de tiempo y ubicación en el que se encuentre su madre.

Hoy las mujeres trabajan más tiempo fuera de su casa, y además, cuidan de sus hijos. En este punto, el rol del Estado debe ser de protección de sus ciudadanos, incluyendo a mujeres, niños y niñas como los más vulnerables socialmente.

Amamantar es un derecho establecido en diversas leyes nacionales e internacionales, que exige el respeto y la ausencia de prejuicios para garantizar la libertad para todos y todas.

Con el inicio de la semana mundial de la lactancia materna, aún resta fortalecer el acompañamiento del Estado, promover, proteger y apoyar a las mujeres, estimular y generar conciencia desde la educación para comprender las nuevas y cambiantes situaciones sociales y culturales que atravesamos hoy en día.