Bahía Blanca | Viernes, 26 de abril

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Sandro Alvarez y su oficio de ser un narrador de historias

El autor presentó su primera obra durante una de las reuniones de la Peña de Escritores 13 de Junio, de Punta Alta. "El libro encierra múltiples anécdotas. Pretendo que sea ameno".
Sandro Alvarez, en la redacción de La Nueva.. El libro contiene 31 cuentos y se editó en la ciudad. La tapa: una foto de Solier.

Narrando historias contiene 31 cuentos y se editó en Multigráfica Punta Alta. Fue prologado por José Tótoro y el diseño de tapa, una fotografía de la Estación Solier, corresponde al propio autor.

Sandro Alvarez integra la Peña Literaria 13 de Junio y el taller literario Punto y Seguido, coordinado por la escritora Leticia Marconi.

“En Narrando historias me he camuflado en uno u otro personaje; es como si yo estuviera. Se trata de un libro que encierra múltiples anécdotas. Es una obra en la que no pretendo más que brindar al lector un mero entretenimiento”, explicó a "La Nueva."

“A quien esté interesado por iniciarse en la literatura trataré de persuadirlo para que lo haga con el fundamento de que lea mucho, especialmente los iconos de las letras nacionales y latinoamericanas. Les puedo asegurar que las escritura les brotará por ósmosis”, expresó.

Sus obras también se publicaron en las antologías Crisol de sueños IV y Ocho locos.

Sus referentes literarios son los argentinos Jorge Luis Borges, Leopoldo Marechal, Benito Lynch -–los cuentos de la antología De Los Campos Porteños-- lo impresionó en su adolescencia-; el recientemente fallecido César Melli, además del colombiano Gabriel García Márquez y el uruguayo Felisberto Hernández.

De los preferidos entre sus pares locales mencionó, como no podía ser de otra manera a Tótoro, a Leticia Marconi, Teresa Horni y Sergio Soler y a nivel internacional destacó a Jack London y Ray Bradbury.

"Un hecho me marcó: en un caserón de Haedo conocí al escritor Marco Denevi. Sentí que tocaba el cielo con las manos", expresó.

Dijo que le pareció una persona muy sencilla, con un gran sentido del humor que miraba hacia lo popular.

"Tuve un par de encuentros más y por diversas circunstancias dejé de verlo, pero su recuerdo es imborrable”, comentó Alvarez a "La Nueva."

Todo comenzó en su infancia durante la cual el objeto libro siempre estuvo presente. El primero que leyó fue un regalo de su padrino.

Hombrecitos, de Louisa May Alcott.