Bahía Blanca | Miércoles, 01 de mayo

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Bahía Blanca | Miércoles, 01 de mayo

"Siempre trabajé para soportar la presión del puesto"

En la primer semana de abril de 1976 la noticia cobró fuerza, aunque estuvo lejos de ser un sacudón dentro del congestionado mercado de pases del básquetbol local. Villa Mitre había anunciado la llegada de "un calificado pilar santiagueño" para fin de mes: Miguel Cortijo. Si bien la información que se manejaba era bastante escueta, sólo los privilegiados que concurrían a los Argentinos tenían conocimiento directo del jugador.
"Siempre trabajé para soportar la presión del puesto". La ciudad. La Nueva. Bahía Blanca


 En la primer semana de abril de 1976 la noticia cobró fuerza, aunque estuvo lejos de ser un sacudón dentro del congestionado mercado de pases del básquetbol local.


 Villa Mitre había anunciado la llegada de "un calificado pilar santiagueño" para fin de mes: Miguel Cortijo. Si bien la información que se manejaba era bastante escueta, sólo los privilegiados que concurrían a los Argentinos tenían conocimiento directo del jugador.


 Finalmente, la noticia se agotó en modo potencial "llegaría...". Cortijo nunca se puso la tricolor. Para muchos fue un misterio. Para otros, pura lógica.


 El hoy asistente técnico de Quimsa (Santiago del Estero) en el Torneo Nacional de Ascenso, repasa los puntos más importantes de su brillante trayectoria.


 --¿Qué pasó con Villa Mitre?


 --En el `76, torneo Argentino de Viedma, fui por mi provincia y durante el torneo se acercó gente de ese club, me acuerdo de dos dirigentes, Fernández y Enrique Montecchiari, con la propuesta de que había un proyecto para jugar ahí.


 --¿Qué edad tenías?


 --16.


 --Se dijo que no te dejó tu mamá.


 --No, a esa edad me empezaron a pasar cosas por la cabeza. Imaginate, me consideraban la revelación del torneo. Jugué mi primer Argentino de mayores con 15 años, en La Rioja, en el `74, con jugadores que eran figuras en Santiago. Yo, encima, era titular.


 "En mi equipo del torneo local había debutado a los 14 y, de alguna manera, comenzaba mi crecimiento como proyecto. Y los equipos comenzaban a mostrar su interés en mí. Los dirigentes de Villa Mitre fueron los primeros en acercarse.


 "Cuando regresé a Santiago, después del Argentino, me comprometí a ir. Pero en ese mismo torneo León Najnudel me habló para ir a Ferro. Y me incliné por Buenos Aires porque lo conocía a León de haber dirigido un año en Santiago. Además, estaba llevando a cabo un proyecto muy importante en Ferro de cara a futuro. Obras Sanitarias fue otra institución interesada.


 --Pero te sedujo la estructura y organización de Ferro.


 --Creo que sí, aún sin conocer nada. Además, había todo un convencimiento para la familia de que me iban a atender bien.


 "El proyecto era a futuro y me interesó. De todas maneras lo mío era pura proyección y para convertirme en un buen jugador tenía que trabajar y progresar. Ferro me puso todo a disposición para conseguirlo".
--A juzgar por la historia, tomaste la decisión acertada...



 --Sí, con el tiempo tuve la posibilidad de caer en un club bárbaro, no sólo en lo deportivo. Hoy me da mucha pena la situación que atraviesa, que esté pasando ese momento tan malo. Creo que saldrá.


 --¿El ciclo exitoso que te tocó vivir puede compararse con el Atenas de Rubén Magnano?


 --Sí, lo de Atenas fue una posta. Lo que fue Ferro en los `80 en cuanto a proyecto general, ellos lo continuaron.


 --¿Quedó algo incompleto en Caballito?


 --Nada, pero en el `86 perdimos la final de la Copa William Jones con Zalguiris Kaunas (Lituania), que por cómo habíamos jugado el torneo la merecíamos.

El reposo del guerrero
--¿Te retiraste en el momento justo?





 --Fui jugador hasta los 42. Ahora tengo 45. A los 40 me preparé para jugar una Liga "B" para Quimsa, con una motivación muy grande. Venía de participar en la Liga "A" con Independiente de General Pico, a los 38. Jugué una Liga Sudamericana con Independiente, salimos campeones en Chile y al año siguiente Flor Meléndez, el técnico, me llamó por teléfono a Santiago. Me preguntó como estaba y le dije: "estoy". `Te quiero en el equipo', me pidió y la cabeza me hizo `clik'. Imaginate, estaba entrenando en una escuelita de básquetbol en Quimsa y pensando que no se me daría otra oportunidad.


 "Llegué a General Pico 15 días antes de que empiece la pretemporada, pensando que tenía que arrancar antes que los demás y lograr un 15 por ciento de base física con respecto al resto, al iniciarse la pretemporada. No me interesaba hacer un papelón y dar ventaja, sabiendo que a esa edad las energías son mínimas. Quería estar en la cosa, que nadie me saque nada sin demostrar nada.


 --¿Hubo choque generacional?


 --Sí, porque el otro base era Leopoldo Ruiz Moreno, aunque en aquel momento jugaba más de dos. Fui hablando con él, sin doble mensaje, claro, y se dio cuenta del significado de jugar de base.


 --¿Y qué significa?


 --Mucha responsabilidad, siempre fue así para mí.


 --¿Alguna vez te pesó?


 --No. Siempre trabajé para soportar la presión del puesto, de que tus compañeros te tengan confianza, de saber que la pelota debía llegar al jugador indicado en determinado momento del partido y de saber manejar los tiempos. A mi entender, no hay que darle a cualquiera la pelota en momentos clave. Yo confiaba más en algunos jugadores que en otros.


 --¿Por ejemplo?


 --"Jim" (James) Thomas, quien estuvo en Estudiantes de Bahía y se casó con una chica de allá. Jugamos juntos --en el `89, junto con Ricky Gallon-- y el veía muy bien el juego y siempre hablábamos mucho. El podía estar cansado en la cancha y seguía haciendo cosas para el equipo usando su inteligencia.


 "Llegaban los últimos tres o cuatro últimos minutos y había que darle la pelota porque el tipo estaba descansado para jugar cuatro o cinco situaciones ofensivas en la que metía problemas al rival. Hablar estas cosas me fueron útiles para el puesto. El me decía que quería tener la pelota en los últimos tres minutos y listo, no se la daba ni a Uranga, ni a Maggi ni a Darrás. Entendí, jugando, por qué le tenía que dar la pelota a él. Le generaba faltas a su defensor, sumaba libres... No había que hacer tanta historia ofensiva. Jim jugaba en el poste bajo siendo perimetral y se ponía grande frente a tipos más altos que él. Era muy fuerte con las manos".

Aquella magia perdida




 "El básquet fue cambiando. Ya no hay espectáculo. Ahora se logró una mejor preparación. Cada uno jugó en épocas diferentes y cada uno hizo lo que hizo. Hoy estamos viendo lo que pasa con los nuestros en el mundo, con la Selección y calculá que en los `80, por decir una época, no podíamos hablar de tener un jugador NBA", sostuvo.


 --¿Esa es tu explicación del fenómeno Ginóbili?


 --Claro, Bahía siempre tuvo excelentes jugadores. De la época que me tocó vivir te puedo nombrar a Cabrera, De Lizaso, Cortondo, Fruet, Meschini, Merlini, Daniel Allende, Santini, diferentes camadas. Después siguieron viniendo, jugadores tremendos como hoy Emanuel Ginóbili.


 --¿Tu deuda es no haber firmado en el extranjero?


 --Tuve una oportunidad después del Mundial del `86 para quedarme en el Oviedo, de España, un recién ascendido. Mis abuelos eran españoles y yo tenía todos los papeles. Estuve diez días. Tenía ganas de quedarme pero terminaron llevando un base americano. Después no surgió nada. Hubo alguna chance de ir a Brasil pero no era diferencia.


 "Antes, las posibilidades eran contadas. Hoy, por atrás de la oportunidad que tuvieron jugadores top como (Fabricio) Oberto, (Alejandro) Montecchia, (Emanuel) Ginóbili, (Marcelo) Nicola y (Juan) Espil, abrieron una puerta importante en Europa a jugadores que tienen en regla sus papeles y una descendencia, pero que están en un cuarto o quinto nivel.


 --¿Son celos?


 --No estoy en contra, pero hay muchos que no hicieron nada en nuestra competencia y se fueron. Esto tiene que ver con que en España e Italia se fijan en los argentinos porque tienen talento. Siempre fue así.


 --¿Ves algo detrás de la camada top?


 --Sí, siempre. Siempre salen de nuestro país. Los tiempos generacionales llevan tiempo y adaptación, pero siempre hay buenos basquetbolistas.

Final inolvidable




 Cuando se le pide un recuerdo de su reiterado ida y vuelta por suelo bahiense, aparece la sonrisa y las imágenes del Norberto Tomás colmado, con una nube de humo sobre el techo y un bramido ensordecedor.


 "Me quedo con la final con Olimpo del `86. Con Ferro éramos locales en los dos primeros partidos porque teníamos la ventaja deportiva, pero perdimos uno (NdR: fue el 10 de diciembre, victoria aurinegra por 93 a 89). El sentido común decía que íbamos a Bahía a poner la cabeza y que no ganaríamos ni de casualidad. Pero nos quedamos con los dos partidos. Y el título liguero".


 --¿Qué fue?


 --El partido que perdimos en Buenos Aires nos dio vuelta la cabeza. Olimpo era un gran equipo, pero nosotros fuimos a Bahía muy firmes, por encima de lo que pudiera pasar en la cancha con la gente. Hicimos dos partidos buenos. Contra toda la presión, pudimos definir la serie.

Política, siempre política




 --¿Qué recuerdo te queda de la Selección?


 --Lo último que jugué fue el Preolímpico de Portland. Me retiré jugando frente a la mejor versión del Dream Team. No quería más en la Selección. Marcelo (Milanesio) se venía... Se dio el momento por todo lo que significaba jugar frente a Estados Unidos.


 --¿Hoy te involucrás con todo lo que pasa en Santiago?


 --Este es un buen momento para cambiar el sistema. No sé que hubiese pasado si no ocurría lo de las chicas de la Dársena. Siempre estuvimos pendientes del sistema vigente y no vimos otras posibilidades. Por ejemplo, no tenemos industrias. Imaginate, tenemos un gobierno que viene de hace 50 años... ¡50 años!.

Cada vez más cerca de ser DT




 --¿Tu próxima meta es ser entrenador de Liga Nacional?


 --Sí, es mi aspiración. Hice el curso. Pero, a veces, uno no quiere tomar una decisión a pesar que le dieron un lugar. Pasa por el temor a que no me cumplan, porque es más de lo mismo y porque no hay proyectos de nada. No tengo urgencia de irme pero sé que llegará. Ya lo hablé con Daniel (Jaule), a quien le agradeceré la posibilidad que me dio de ser su asistente.


 "Aquí lo que falta es darnos cuenta de lo que tenemos. No digo para que seamos Atenas, pero tenemos que empezar a darnos cuenta que Santiago tenemos cosas importantes. Nos dan la espalda en lo económico. La expectativa de la gente y la pasión están. Se necesita que realmente Quimsa sea el equipo de la Provincia".

La fajita. Cortijo impuso un sello personal con una jugada que consistía en un pase de fantasía. Un lujo, digamos.




 "El año pasado, al término de un partido homenaje a Fabián Tourn en Santa Fe, Gabriel Darrás fue hasta el banco, sacó de un bolso tres buzos Topper de Ferro, viejos, todavía con olor a transpiración y de aquellos con escote en V. Nos pusimos la ropa, yo me paré en el uno, Darrás en el dos y Uranga en el poste bajo. Le hizo la cortina a Gaby y revivimos aquella buena jugada".

"Pepe", el playmaker. "Tiene algo muy importante que es haber ido al básquetbol universitario, logró una base americana. Es un jugador disciplinado, ordenado, pasa bien el balón y la Selección necesita eso, porque anotadores ya tiene. ' `Pepe' es el playmaker, quien controla los tiempos, organiza y defiende muy bien".

Personal

Nombre. Miguel Alberto Cortijo.
Fecha de nacimiento. 22 de agosto de 1958.
Lugar. Santiago del Estero.
Puesto. Base.
Altura. 1m88.
Trayectoria profesional. Ferro (temporadas '85, '86, '87, '88, '89 y '90); Peñarol de Mar del Plata ('90-91); Ferro ('91-92); Boca ('93-94) e Independiente de General Pico ('96-97) y Quimsa de Santiago del Estero ('98, '99 y '2000).
Títulos. Campeón de la Liga Nacional con Ferro en las temporadas '85, '86 y '89; títulos sudamericanos con Ferro '81, '82 y '87 y con Independiente (General Pico) en el '96.
Selección. Sudamericano juvenil (1997); Copa Intercontinental ('77); Copa Latina ('81, '84 y '86); Copa Colón ('81); Sudamericanos ('81, '83, '85, '87 y '89); Panamericanos '79, '83 y '91); Mundiales '86 y '90; Preolímpicos '80, '84, '88 y '92 y Premundial '89.
Mención. Mejor asistente del Mundial de 1986.