Bahía Blanca | Lunes, 17 de noviembre

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Perder el miedo

En el siglo XIII y XIV, a los esquizofrénicos y psicóticos se los aislaba de la sociedad como a los delincuentes para compartir un mismo hábitat: la cárcel. Una práctica que terminó recién con la Revolución Francesa. Pero aún hoy tanto las rejas como los lugares oscuros y aislados siguen siendo asociados en el imaginario colectivo con los institutos psiquiátricos.


 En el siglo XIII y XIV, a los esquizofrénicos y psicóticos se los aislaba de la sociedad como a los delincuentes para compartir un mismo hábitat: la cárcel. Una práctica que terminó recién con la Revolución Francesa.


 Pero aún hoy tanto las rejas como los lugares oscuros y aislados siguen siendo asociados en el imaginario colectivo con los institutos psiquiátricos.


 Sin embargo, los profesionales especializados en salud mental trabajan asiduamente para mejorar los espacios de atención e internación de los pacientes.


 El Instituto de Neurociencia de Buenos Aires (INEBA), presidido por la doctora Leonor Gold, médica neuróloga con formación académica en el extranjero y unas de las fundadoras de la clínica, encara un desafío muy importante: desterrar la vieja imagen de los hospicios o de los antiguos institutos neuropsiquiátricos e integrar a las áreas de neurología y psiquiatría en un mismo ámbito para que trabajen en forma paralela y complementaria.


 Este fue el diálogo mantenido con el doctor Gold:


 --¿Cuál es la característica distintiva de este instituto?


 --La mayoría de las instituciones trazan su camino desde la senda de la psiquiatría o de la neurología. Nuestro compromiso es con los pacientes afectados tanto en su salud mental como con los pacientes con patologías neurológicas. La formación del instituto se fue gestando a partir de contemplar las necesidades de cada paciente.


 --¿Por ejemplo?


 --Algo que reemplazamos son las rejas, infaltable en todas las clínicas psiquiátricas.


 --Pero hay ciertas enfermedades mentales que requieren de sistemas de seguridad...


 --Todas requieren de seguridad. El mayor problema que ofrece un paciente psiquiátrico es el riesgo permanente de querer hacerse daño, el riesgo del paciente suicida.


 --Entonces, ¿cómo brindan seguridad?


 --Yo dije que reemplazamos sistemas, no que los eliminamos. Las medidas de seguridad son imprescindibles, pero también lo es lograr un ambiente agradable y cómodo. Por ejemplo, las habitaciones están en planta baja, aunque fallen los mecanismos de seguridad, no es lo mismo saltar de una ventana que da a la calle que desde el segundo o tercer piso. Tampoco hay vidrios en los ventanales: el material que se utiliza es igual a los que tienen los parabrisas de los autos, se astilla pero no se rompe.


 "No hay cerraduras en las puertas y el sistema de seguridad se maneja a través de un programa de control de computación electromagnético. En el jardín de la internación de psiquiatría en planta baja hay un paredón infranqueable.


 "En los baños no hay espejos sino una lámina de policarbonato plástica que no se puede romper y refleja la imagen como si fuera un espejo. No hay cuadros sino tapices, que no sirven como instrumento para dañarse, y que en realidad no están colgados sino adheridos directamente a la pared. Los colores que utilizamos son claros y cálidos".


 --¿Por qué la idea de aunar las dos disciplinas, la psiquiatría y la neurología?


 --Desde la década del '90 se comenzaron a aparecer pruebas de que un gran número de enfermedades psiquiátricas son acompañadas por alteraciones estructurales del cerebro. Así, en la esquizofrenia es posible observar alteraciones cerebrales por medio de estudios de diagnóstico como la tomografía por emisión de positrones o PET.


 "También con la resonancia magnética funcional es posible determinar cambios en las imágenes provocadas por situaciones vinculadas con las emociones y los afectos. A partir de aquí, es posible pensar que una sensación anímica se genera en el cerebro. Las dos especialidades están muy ligadas y es imprescindible que trabajen desde un lugar común".


 --¿Por qué se define al instituto como de "neurociencia" y no de "neuropsiquiatría"?


 --No es solamente el trabajo de dos especialidades de la medicina, sino un conjunto de disciplinas que atañen al sistema nervioso central. Entre ellas está la neurofisiología, neuroanatomía, neuropatología, neuroradiología, neuroquímica y neurofarmacología.


 --¿No es contraproducente que un paciente discapacitado motriz ocupe los mismos sitios de consulta que un esquizofrénico?


 --No. Es un miedo que hay que desterrar. Trabajar mucho sobre el tema es importante. Nuestro equipo sabía perfectamente que no sería fácil ni los será --ya que iremos corrigiendo errores a través del la experiencia-- congregar en la misma sala de estar a pacientes de diferentes áreas. Fundamentalmente porque el paciente psiquiátrico puede resultar "cargoso", pero también es cariñoso y sumamente solidario. Cuando a una persona discapacitada se le cae el bastón, por ejemplo, el esquizofrénico se desvive por ayudarlo.


 --Sin embargo, aunque es loable la idea, ¿no sucede a veces que....?


 --¡Cómo pretender que la sociedad integre con facilidad y sin miedo a los enfermos en un país dónde los institutos psiquiátricos estatales son manicomios enrejados y lúgubres, dónde un enfermo mental es un loco marginado!


 "Un país atestado de barreras arquitectónicas es la evidencia de que no se piensa a la sociedad cómo a un todo integrador de personas capaces o incapaces de subir un cordón, cruzar una calle o bajar las escaleras de un subte".


 --¿Considera la creación del instituto como un gran logro personal?


 --Es un logro de equipo pero, sin duda, representa una gran una satisfacción personal. Yo también tengo una discapacidad respiratoria y me gustaría no sentirme una carga social. Por eso me comprometo con la integridad. La salud es algo más que un acto médico, implica una responsabilidad personal.


 --Su experiencia profesional es muy amplia. ¿El hecho de ser mujer constituyó alguna vez una traba?


 --Mi formación en el extranjero me avaló en muchos momentos de mi vida para concursar y ocupar cargos, quizá un poco complicados en ese momento para ser desempeñado por una mujer. No por su dificultad académica, sino por trabas burocráticas que esconden un machismo solapado. Sin embargo, nunca competí, o mejor dicho concursé, con los hombres, sino con el conocimiento de aquellos hombres.


 "INEBA es un proyecto de equipo que piensa en los enfermos más allá de los cargos. Todos son especialistas en salud sin contar el puesto que ocupen. Hay un vínculo personal con el paciente y me siento privilegiada de ser parte del proyecto, de haber sido parte fundadora de un lugar de excelencia y haberlo logrado en mi país".




 La doctora Leonor Gold, autora de este comentario, es neuróloga presidente de INEBA.