Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

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La leyenda del Polaco Goyeneche

Fue el nexo entre los jóvenes y el tango. Fue un cantor con un fraseo magistral, que transmitía en cada interpretación.

José Valle /  Especial para “La Nueva.”

   Roberto Goyeneche fue un cantor único e irrepetible, con un fraseo magistral, que transmitía en cada interpretación lo que los poetas volcaban en sus canciones, agregándole su impronta bohemia y de barrio. 

   Con el Polaco se da un fenómeno maravilloso: fue el nexo entre los jóvenes y el tango, mucha juventud lo seguía como público, a lo que debemos sumar varios cantantes y músicos de otros géneros (rock, blues, jazz y folklore) que lo veneraban y se fueron introduciendo al 2x4.

   El Polaco fue un tipo simple que nunca se la creyó. Lo conocí en el año 1986 en el mítico Café Homero que en ese momento era propiedad del cantor Rubén Juárez (ubicado en José Antonio Cabrera 4946 del tradicional Barrio de Palermo) que con los años llegué a regentear en sociedad con el cantor Esteban Riera y dos tangueros de ley como Rody Groppo y  Norberto “Tito” Sancinetto. Aquella noche habíamos ido a cenar y escuchar unos buenos tangos con los actores Eduardo Rudy, Rey Charol, Francisco Cocuzza y el cantor y amigo del Polaco, Ángel “El Paya” Díaz, quien fue el que nos presentó. 

   A partir de entonces compartimos muchos eventos, cenas y hasta un par de partidos en la cancha de su amado Platense. En el Café Homero se podía encontrar -escuchando al Polaco- a personalidades internacionales como Omar Sharif, Catherine Deneuve, Marcello Mastroiani, Joan Manuel Serrat, Sophia Loren, Jean Paul Belmondo y Gian Maria Volonté (a quien traté bastante).  

   Roberto Goyeneche había nacido el 29 de enero de 1926 en una vivienda de la avenida Balbín 3050 (entonces llamada del Tejar) en el barrio de Saavedra de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, sus padres fueron  Emilio y María Elena Costa, su progenitor fallecería el 14 de abril de 1931, contando tan solo con 31 años de edad.

   Roberto cursó sus estudios primarios en la Escuela “Juan Bautista Alberdi” ubicada en la intersección de Cramer y Juramento. 

   Desde pibe le tiró el tango y el fútbol, pero el 2x4 ganó la pulseada, iniciándose como cantor en la orquesta del violinista, director y compositor Raúl Kaplún, mientras se ganaba la diaria en varias actividades; fue taxista, colectivero y también mecánico.

   En el año 1952 el fantástico pianista Horacio Salgan lo convocóa su orquesta para reemplazar a Horacio Deval, en dicha agrupación formó dupla con su amigo, el cantor Ángel “Paya” Diaz, quien lo apoda “Polaco” y quien también, según las propias palabras de Goyeneche, fue su referente y quien le enseñó muchos yeites del gotán.

   En una entrevista que le hiciera Antonio Carrizo en su histórico programa “La vida y el canto”, que se emitía por Radio Rivadavia, ante la pregunta ¿dónde aprendió a interpretar los tangos?, el Polaco respondió: “... de la vida, de la calle y de la noche... de todos esos lugares donde siempre fui punto, nunca banca”.

   Conoció a la que sería el amor de su vida, Luisa Mirenda, en el club “El Tábano” que en esos momentos estaba en Melián e Iberá. Se casaron el 21 de junio de 1948 y tuvieron dos hijos: Jorge Luis y Roberto Emilio.

   Al año siguiente de la boda, falleció la madre del cantor.

   Con la orquesta de Salgán dejó grabaciones memorables de los tangos “Alma de loca”, “Margarita Gauthier”, “Sus ojos se cerraron” y, a dúo con “El Paya”, el vals “Alma, corazón y vida”.
En 1956 ingresó a la orquesta de Aníbal Troilo: “Fue en el café Nacional –cuenta el cantor en el libro La vida de Roberto Goyeneche de Matías Longoni y Daniel Vecchiarelli–, durante un homenaje a Osmar Maderna. Yo cantaba con la orquesta de Salgán, y entró él. Su presencia levantó murmullos entre la gente y yo, enojado, pedí silencio. Cuando terminé con mi actuación, Troilo me llamó: quería hablar conmigo. Yo creí que quería disculparse por el bochinche, pero me equivoqué: quería probarme y me dijo que nunca había visto un cantor de tangos que fuera rubio, y menos aún, que lo hiciera bien”. 

   Con el gordo Troilo dejó grabados 26 temas, entre ellos las magistrales interpretaciones de “Cantor de mi barrio”, “Un boliche”, “A Homero”, “El Motivo”, “Garúa”, “La última curda”, el vals peruano de Chabuca Granda “La flor de la canela” y “Malón de ausencia” con letra y música y de Edmundo Rivero, ambos a dúo con Ángel Cárdenas.

   En el año 1963 Aníbal Troilo le dijo a Goyeneche que era hora de abrir las alas y hacerse solista. Comienza a cantar acompañado por el Trío Los Modernos, integrado por Armando Cupo, Luis Stazo y Mario Monteleone.

   Consagrado definitivamente como solista, trabajó simultáneamente con Armando Pontier, Ernesto Baffa, Osvaldo Berlingieri y Raúl Garello.

   En 1969 grabó “Balada para un loco” (la mejor versión de esa pieza para quien suscribe) y “Chiquilín de Bachín” de Ástor Piazzolla y Horacio Ferrer. Vuelve a grabar con Pichuco en dos discos “Nuestro Buenos Aires” (1968) y “¿Te acordás Polaco?” (1971).

   Grabó luego tres discos emblemáticos con arreglos y dirección de Atilio Stampone: “Sentimiento tanguero” (1972), “Goyeneche 73” (1973) y “Personalidad y tango” (1974). Así recordaba el pianista estos trabajos:

   “Cuando Roberto Goyeneche me propuso grabar juntos, le puse como única condición que me dejara crear con absoluta libertad, pedido al que el Polaco naturalmente accedió. Eran los tiempos del mítico Caño 14. El Polaco escuchó el arreglo de Pampero y me preguntó ‘¿Cuándo entro?’. ‘Escuchá la nota que te da el timbal’, le dije”. Cuando salieron las primeras pistas, una noche en Caño 14, el Polaco luego de la función, a las 3 de la mañana, le dijo a los músicos y amigos: “No se vayan que van a escuchar lo que hizo este loco” , a lo que siguieron las geniales versiones de “Afiches” y “Canción Desesperada”.

   Realizó una importante gira por Europa encabezando el espectáculo “Tango Argentino” en 1983 y debutó en el teatro Châtelet de París con 30 funciones de entradas agotadas; contaba Goyeneche: “rompimos todo, ¡vendimos hasta los pasillos!”. Lo mismo ocurrió después en el Teatro Nacional de Nimes, en Grenoble, en Lyon y en la ciudad de Bari, Italia. Al año siguiente fue a Tokio, Los Ángeles y Nueva York. El Polaco extrañaba su barrio, su gente, la familia, la Pizzeria San Quintín de Tamborini y Av. del Tejar (donde solía tomar el vermú) y a su querido Platense. 

   Estando en el exterior, todos los domingos a la noche tenía que ir hasta la oficina de Aerolíneas Argentinas y pedir que le averiguaran cómo había salido el marrón.

   La pasión por el equipo de su barrio era inmensa, cuando trabajaba con Jorge Porcel en el programa de TV "Las gatitas y ratones de Porcel" emitido por Canal Nueve, siempre utilizaba la camiseta histórica de Platense -la blanca de piqué con la franja marrón y cuello redondo. Hoy una tribuna del estadio calamar lleva su nombre.

   En el año 1993, para el sello Melopea registró “Amigos”, su último álbum.

   Lo acompañaron Néstor Marconi, Litto Nebbia, Esteban Morgado, Walter Ríos, el Sexteto de Carlos Buono y Adriana Varela, de quien fue padrino artístico.

   Finalmente, sus últimas grabaciones fueron un dúo con Mercedes Sosa en el tango “Los Mareados” y una colaboración con el violinista Antonio Agri y el guitarrista Esteban Morgado en el tango “Viejo ciego”.

   En el año 1988 debuta como actor encarnando a Amado en la película “Sur” escrita y dirigida por Fernando “Pino” Solanas y protagonizada por Susú Pecoraro, Miguel Ángel Solá, Lito Cruz, Philippe Léotard y Ulises Dumont.

   Con el mismo director había formado parte de la banda sonora en “El exilio de Gardel” (1986).

   Roberto Goyeneche dejó grabaciones memorables de “Íntimas”, “Pompas de jabón”, “Malena”, “Discepolín”, “Niebla del Riachuelo”, “Soy un arlequín”, “Cafetín de Buenos Aires”, “María”, “La mesa de un café”, “Temblando”, “Fuimos”, “Cordón”, “Suerte Loca”, “De Barro”, “El Encopao”, “Absurdo”, “Grisel”, “Naranjo en flor”, “Maquillaje” y “Miedo”.

   Roberto Goyeneche visitó Bahía Blanca en variadas oportunidades. Destaco sus actuaciones en la ciudad del año 1969 cuando se presentó en LU2 Radio Bahía Blanca, en dúplex con LU80 Canal 9 TeleNueva, audición que animó Juan Carlos Mandará con locución comercial de Néstor Matoso; “fue algo memorable, para la ocasión se montó la mejor escenografía de tango que se hizo en toda la historia del canal... espectacular obra de José Guardiola Plubins: un viejo almacén con parroquianos… fue una noche fantástica”, evoca el reconocido conductor de la emisora que atesora aquella noche como un recuerdo inolvidable.

   En aquella visita, alternó sus actuaciones entre los cabarets “La noche” y “Moulin Rouge” y compartió las clásicas cenas semanales de tango que se sucedían en el restaurante Grand Grill de San Martín 82.

* El autor es historiador del tango, escritor, y productor cultural.