Luego de 27 años, un bahiense será ordenado sacerdote barnabita
La ceremonia se realizará el domingo 7 de diciembre en la Catedral. Santiago M. Ibaldi se preparó en Italia y en Chile, donde será destinado para continuar con su formación.
Periodista. Círculo de Periodistas Deportivos de Bahía Blanca. Fue redactor de la revista Encestando (1985-2000). Desde 1987 trabaja en el diario La Nueva Provincia (hoy La Nueva.). Pasó por las secciones Deportes, La Región y La Ciudad, donde se desempeña actualmente. Está especializado en periodismo agropecuario desde 2001. Miembro de la Asociación Bonaerense de Periodistas Agropecuarios. Responsable de las páginas webs de la Asociación de Ganaderos (AGA) y de Abopa.
La ordenación sacerdotal es, ante todo, un sacramento de la iglesia. Así, cualquier bautizado que haya pasado por un proceso de formación integral (espiritual, intelectual y psicológica) adquiere el ministerio del orden para ejercer el sacerdocio que, en su forma etimológica, significa un puente, una conexión entre Dios y el hombre a través de los sacramentos de la iglesia, siendo los más conocidos el bautismo y la misa (la eucaristía).
Esto sucederá con el diácono Santiago María Ibaldi el venidero domingo 7 de diciembre —desde las 19, en la iglesia Catedral Nuestra Señora de la Merced— cuando monseñor fray Carlos Costa Azpiroz, arzobispo de Bahía Blanca, encabece la ceremonia de su ordenación sacerdotal de la Orden de los Clérigos Regulares de San Pablo (barnabitas) de la Argentina.
“¿Una bisagra o una continuidad en mi carrera? En realidad, significa las dos cosas”, admite Ibaldi sobre lo que está por venir.
“En un punto es una bisagra porque, evidentemente, el orden sacerdotal no es lo mismo que no ser ordenado. Pero es fundamental que sea también una continuidad de toda la experiencia vital que se lleva adelante, no solamente desde que uno recibió el bautismo de niño, sino también en la parte formativa para no vivir de manera disociada”, agrega.
El hecho es poco menos que inédito para tiempos contemporáneos: hace 27 años que no se ordena un sacerdote barnabita en nuestra ciudad (la última fue el 19 de octubre de 1998), con una comunidad se desempeña en el Colegio San Cayetano y en la parroquia San Roque.
Justamente, a partir de la concurrencia a San Roque y, luego, en la adolescencia y juventud integrado a un grupo juvenil misionero de San Cayetano, es que Ibaldi sintió el llamado de Dios.
“Algo me sucedió mientras trabajaba y participaba en labores sociales de la parroquia, cuando se entregaba comida a cartoneros y se asistía en comedores”, dice.
“Una amiga me preguntó: ‘¿Cuánto tiempo le dedicas a la iglesia? Le dije que aproximadamente el 15 o 20 % del tiempo de mi semana. Me repreguntó si en ese tiempo me sentía feliz y pleno; le aseguré que sí. Entonces dijo: ‘¿Qué tan más feliz o qué más pleno serías si te dedicaras el 100 % del tiempo?’. Ahí me quedó claro que este camino, dedicado al servicio pastoral y social de la Iglesia, era el que quería seguir para toda la vida”, agrega Ibaldi, en diálogo con La Nueva.
Por tratarse de una congregación internacional, la formación del diácono se realizó fuera de la Argentina. Estudió tres años en Chile y luego casi cinco en Italia.
“Fue muy particular y representó un desafío cultural, ya que tuve que enfrentarme a entender estas nuevas sociedades. Hay que comprender que Chile, aunque esté cerca, posee otra mentalidad y que en Europa la mirada que tienen hacia el mundo es muy diferente”, comenta.
—A propósito de la sociedad actual, ¿cuál es el mayor desafío que enfrenta la Iglesia cuando intenta acercar su mensaje?
—Se trata de una sociedad compleja y que enfatiza el cambio, la velocidad y la técnica. Por eso es complicado acercarse al corazón de las personas para llevarles un mensaje de Dios, porque El muchas veces no está en WhatsApp, en streaming o en los influencers, sino que requiere de un encuentro íntimo.
“Además, las bases que tenía antes la sociedad occidental cristiana no son las mismas de ahora y de allí el desafío de encontrar el modo justo para acercarse a la gente. A esto se suma que hay una gran desconfianza hacia las instituciones clásicas y la Iglesia es observada con prejuicio. Es difícil transmitir un mensaje cuando la desconfianza es lo que prima hoy en día”.
—Una vez ordenado, ¿dónde desarrollarás tu ministerio?
—Mi vida estará destinada por un buen tiempo en Chile, donde la orden también tiene presencia. Debo terminar de prepararme en estudios para ejercer un profesorado dentro de nuestras escuelas, ya que la labor fundamental es a través de la gestión y el trabajo en los colegios, no solo educando en el aula. Me puede tocar servir en la ciudad de La Serena, donde estoy actualmente, o en el sur, en San Vicente de Tagua Tagua (NdR: antiguamente denominada San Vicente de Taguatagua, es una ciudad y comuna de la región del Libertador General Bernardo O'Higgins).
Algo personal
“Los barnabitas somos una orden nacida en 1533 en Milán, en el norte de Italia. Nuestro gran carisma, nuestro norte, sigue siendo la renovación interior del hombre y la intención de mantener el fervor religioso dentro de la iglesia”, cuenta Ibaldi.
“Para ello, históricamente hemos promovido cosas que hoy son normales en el mundo católico pero que en esa época no lo eran, como la frecuencia de los sacramentos (confesión y eucaristía) y la adoración al Santísimo. En los últimos siglos, nuestra gran fuerza ha sido la educación de la juventud, sobre todo a través de escuelas”, amplía.
La congregación de los barnabitas fue fundada por San Antonio María Zaccaria (1502-1539), médico, sacerdote y formador de conciencias cristianas fuertes. En su ambiente socio-cultural se adelantó a la reforma y formó las comunidades de los barnabitas (de la Iglesia de San Bernabé en Milán), de las Hermanas Angélicas y de los laicos Coniugati (Casados). Zaccaria fue reconocido como médico de los cuerpos y de las almas por su trabajo apostólico con los enfermos y pobres. Murió a los 37 años en Cremona y fue canonizado en 1897 por el papa León XIII.
Por tratarse de una congregación internacional, la formación de Ibaldi se realizó fuera de la Argentina. Estudió 3 años en Chile y luego casi cinco en Italia.
Además de Bahía Blanca, los barnabitas se encuentran en el Instituto Zacarías, en la zona de Barracas, en la CABA. En el pasado estuvieron en otros lugares como 25 de Mayo y Trenque Lauquen (Buenos Aires); Medrano (Mendoza) y El Pato, cerca de Berazategui (AMBA).
Santiago María tiene 37 años, nació en Bahía Blanca y es hijo de Mónica Patricia González y del periodista y locutor José Luis Ibaldi. Es el tercero de cuatro hermanos: Mariano (el mayor), Guadalupe y Andrés.
Se crió en la calle Terrada, en pleno Barrio Pacífico. Posteriormente, la familia se mudó al barrio Cooperación 2, sobre la Avda. Alem.