Pasó el cubanito, y fue bueno

Redacción de La Nueva.

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No es por falta de temas, en un país donde cada día hay sacudones en todos los ámbitos, ni por frivolidad, pero resulta llamativa la atención que ha recibido la decisión del municipio de realizar la fiesta del cubanito.

Ha sido una idea que celebra una comida que desde hace décadas forman parte de la gastronomía popular y pública, con decenas de carritos ubicados en plazas y paseos, con gente que hace ordenadas filas para comprarlos.

Una errónea publicación en Wikipedia, la enciclopedia virtual redactada por voluntarios de todo el mundo y que permite a cualquier persona editarlos, menciona al cubanito como un “invento bahiense”, algo completamente alejado de la realidad.

Pero que no sea autóctono no invalidada la decisión de utilizarlo como excusa para generar una fiesta pública, en una ciudad que precisamente carece de ese tipo de encuentros tan caros a la población en general.

Este tipo de convocatoria resulta muy saludable para fortalecer el encuentro en la comunidad, para generar mayor sociabilidad, un punto donde se comparta un momento distinto, al aire libre y en familia.

Ha sido el cubanito, podía haber sido cualquier otro protagonista. La provincia, de hecho, contiene cientos de este tipo de fiestas, por caso la de la torta negra, el churro, el matambre, el locro, el choripán, el raviol, el puchero y la pizza, entre otras.

El evento se acompañó además con una feria de emprendedores, una propuesta musical y otras ofertas gastronómicas. Incluso, para entusiasmo de los fabricantes, se organizó un concurso para elegir al mejor cubanito de la ciudad.

Se podría pensar en otra excusa para este tipo de fiesta. En el básquet, en el viento, en la harina, en el tamarisco. Lo trascendente es la convocatoria, el hecho, el momento de salir de las casas para compartir y disfrutar en familia y en comunidad.