Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

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¿Hay más separaciones de pareja como consecuencia de la pandemia?

“Existen más conflictos y, por ende, menos tolerancia, más frustración y angustia. Por eso se toman decisiones”, dijo la psicóloga Marcela Menna.

Si bien el ASPO fue un detonante para separaciones, no todas las parejas las concretaron en el trámite de divorcio. / Fotos: Emmanuel Briane, Rodrigo García y Pablo Presti-La Nueva. y Archivo LN.

Guillermo D. Rueda / grueda@lanueva.com

   “Cualquier situación de tensión genera conflicto. Y eso, sostenido en el tiempo como consecuencia de la cuarentena por la pandemia provoca, en la pareja, una separación o un distanciamiento”.

   La psicóloga Marcela Menna (Mat. Prov. 0758) aclaró, de todos modos, que no puede afirmar, puntualmente, que la pandemia esté provocando más divorcios, que es el paso (formal) posterior a la separación.

   “Pero nos encontramos en un estado de crisis y, en la coyuntura, hay desorden en todos los elementos y una necesidad de adaptarse. Esto amerita un duelo y, por ende, pasamos por distintas etapas y diferentes tiempos”, dijo.

   “En la pareja también hubo, y hay, problemas en la economía, en la salud y en forma permanente se generan conflictos a resolver”, añadió.

  La profesional hizo otra distinción.

Lic. Marcela Menna (Psic. Mat. Prov. 0758).

   “Es cierto que se han evidenciado más separaciones a nivel psíquico, pero no sé si tantas a nivel físico, porque muchas parejas trataron de seguir conviviendo aunque hayan decidido separarse”, manifestó.

   “Psíquicamente hay un entendimiento: ‘Nuestras realidades ya no las queremos compartir’ dicen, pero, por múltiples razones, aún no han podido concretarlo”, sostuvo.

   Menna, quien también es sexóloga clínica (Universidad Favaloro, 2012), se refirió a algunas contradicciones de este tiempo.

   “El matrimonio estaba prohibido, ya que uno no podía ir a un Registro Civil a casarse, pero era sencillo divorciarse; sólo había que completar un trámite online”, indicó.

   A esta altura es conveniente establecer la diferencia entre separación y divorcio.

   Separarse es una cuestión de hecho, que puede ser dentro de la misma vivienda o resultar transitoria, ya que existen parejas que, finalmente, se reconcilian. El divorcio es iniciar el trámite legal que pone fin al matrimonio.

   Si bien el Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio (ASPO) funcionó como un detonante para las separaciones, está claro que no todas las parejas corrieron a concretarlas en divorcios. ¿Por qué? Por la propia situación de distanciamiento y, además, por la crisis económica.

Es decir: casi con seguridad hay más separaciones, incluso dentro de la misma casa, pero menos trámites de divorcio iniciados en los tribunales (ver aparte).

   Algunas de las razones que explican este fenómeno se deben a que el ASPO obligó a quedarse en casa y, así, quien no salió para los controles médicos de rutina, mucho menos lo hizo para consultar a un abogado.

   La crítica situación económica provocó que muchas personas perdieran su trabajo o vieran disminuidos sus ingresos en forma significativa. Esto es: no hay dinero para trámites que no sean imprescindibles.

   “Al margen de la pandemia, en nuestra sociedad es usual que las parejas se separen pero no se divorcien, ya que no hacen el trámite legal en forma inmediata”, refirió una fuente cercana a Tribunales.

   La licenciada Menna —en diálogo con La Nueva.—agregó que todo lo obligatorio, que restringe la libertad en cuanto a espacios y posibilidades de expresión, genera tensión, enojo, angustia, impotencia y frustración.

   “Eso, en algún momento, sale y explota”, comentó.

   “El estado de encierro, confinamiento y aislamiento, por todas las emociones que genera, repercute finalmente en la pareja. Pero a veces son conflictos que estaban latentes. La pareja, o una de las personas, ya se encontraba en terapia tratando de resolver la problemática y ahora concluye que la situación determina tomar una decisión”, sostuvo Menna.

   “En una pareja, el otro se transforma en el lugar en que depositamos todo lo negativo y todo lo malo y así aparecen dudas, incertidumbre y confusión. La cuarentena, vale recordarlo, fue 24x7 de convivencia”, acotó.

   “Es al otro a quien le pega, de alguna forma, y por eso se produjeron más conflictos. Bajan la tolerancia y la paciencia; y crece la competencia y la rivalidad, en vez del trabajo en equipo. Ejemplo: quién se conecta; quién ayuda con los deberes; con quién están más tiempo los chicos y demás”, explicó Menna.

   “También pasa en parejas, que son estables y llevan mucho tiempo juntas, que uno de sus integrantes asegura encontrarse frente a un ser que no conocían, porque tiene actitudes, gestos y valores diferentes que, ahora, al estar todo el tiempo en la misma casa, han podido apreciar. Esto se ha dado mucho”, reconoció.

“La falta de espacios y de privacidad derivó, también, en el incremento de la tensión y la agresividad", dijo.

   Por otro lado, Menna se refirió al circuito de la ansiedad y del miedo. “Cuando uno está en tensión y genera miedo, la ansiedad sube y lo que se activa es el circuito por sobrevivir”, comentó.

   “Nuestro cerebro está preparado, primero, para sobrevivir, y esto lo hace el cerebro primitivo; luego, para el placer. Y estar con una persona para compartir momentos gratos activa el placer, pero cuando hay crisis, angustia, dudas e incertidumbre lo que se pone de manifiesto es el circuito por sobrevivir”, aseguró.

   “En este caso, nuestro organismo se prepara para dos posibles respuestas; el ataque o la unidad; o ambos a la vez”, dijo Menna.

   “Cuando estamos encerrados se genera un sentimiento de ansiedad elevada; se activa el circuito por sobrevivir y, de alguna manera, tengo que atacar y defenderme reaccionando contra el otro, o defenderme de otra forma, como evadiéndolo o yéndome”, relató.

   “Se ha dado una situación de peligro en todo sentido. Al generarse la necesidad de sobrevivir se activa la agresividad. Por eso en este tiempo hay más casos de violencia doméstica. Todo está relacionado”, sostuvo.

   Menna dijo que el mayor número de consultas se produce por la “falta de espacios independientes” en la pareja. “También incide el aburrimiento de lo sexual por no salir de la rutina, pero siempre volvemos a lo mismo: existe una necesidad de adaptación. Debemos aprender eso”, comentó.

   “Lo que pasa es que estamos en una cultura donde desechar es más fácil que tratar de adaptarse y de transformarlo en algo positivo; es como una suerte de resiliencia. Es más sencillo cambiar por otro. Conozco gente muy resiliente, que ya acumula tres o cuatro separaciones”, manifestó.

   La licenciada Menna trazó, asimismo, líneas cronológicas para la nueva normalidad.

“Necesitamos más tiempo juntos’. Eso era antes. Hoy es: ‘Necesitamos nuestros propios espacios’. Antes era: ‘Sé cómo es, lo conozco y por eso me lo banco (sic)’. Ahora es: ‘No sé con quién estoy; es otra persona”, relató.

   De acuerdo con un relevamiento interdisciplinario del cual participa, donde se registran testimonios de todo el país, la profesional dijo que las parejas que más se cuestionaron la continuidad está en el rango que va desde los 30 hasta los 60 años.

   “Las más involucradas en este debate son aquellas con chicos muy pequeños, pero también con adolescentes y hasta quienes estaban relacionados, pero vivían en forma separada”, explicó.

   La misma fuente judicial bahiense, citada anteriormente, comentó que, con el aislamiento, pasó algo similar a los períodos largos de vacaciones: la pareja se da cuenta que la convivencia ya le resulta imposible.

   Pero aportó otro dato no menos importante: tradicionalmente, en los meses de febrero y de marzo se produce la mayor cantidad de consultas y de inicio de trámites de divorcio.

   Siguiendo el mismo hilo interpretado por la licenciada Menna, es natural que se hayan producido más separaciones o que más personas que, aún viviendo en la misma casa, decidieron que la pareja no daba para más.

   Entonces, la pregunta es: ¿Las vacaciones de verano son la piedra del escándalo?

“Las vacaciones implican un tiempo de convivencia al cual la pareja no está habituada”, dijo.

   “Después del verano llegan consultas con este planteo: ‘¿Queremos seguir juntos?' La cuarentena actuó como si fueran vacaciones prolongadas y el fenómeno se repite y se potencia. Y termina de generar lo que es casi obvio”, explicó.

   Menna también comentó que, hoy, no todos están casados y, en esta coyuntura, separarse puede resultar más sencillo.

   “Del mismo modo, no es fácil hacerlo por cuestiones económicas. Pero el planteo está y, en muchos casos, uno de los integrantes de la pareja se va a la casa de los padres para tomarse un tiempo”, expresó.

   Como se verá, durante la pandemia se han producido otras derivaciones.

   “En parejas donde uno de ellos sostenía una relación extramatrimonial --tiempo de encierro, sin poder salir a trabajar o a encontrarse en lugares sociales u ocultos--, hizo que se descubrieran secretos, actitudes y situaciones de todo tipo”, comentó.

   “A veces tienen que ver con otras relaciones, pero también con drogas o con el juego. Así estallaron los conflictos y se desencadenaron más separaciones”, explicó.

   “Este fenómeno se ha dado mucho en varones, pero también en mujeres”, dijo.

   Para mostrar otra cara de la moneda, Menna sostuvo que, aunque no tenga tanta visibilidad, también se han producido acercamientos y que hay parejas que se han reencontrado.

El aspecto legal

   “Es muy probable que, durante los primeros meses del ASPO, la convivencia de 24 horas al día haya impactado negativamente en el matrimonio o en la unión convivencial”, dijo Carolina Duprat, presidenta del Instituto de Derecho de Familia del Colegio de Abogados de Bahía Blanca.

   “Y, si había una crisis previa, la situación puede agravarse y se produce el quiebre definitivo. El contexto de no poder salir de la casa no es el más indicado en estas circunstancias, ya que la crisis se acentúa por el encierro”, agregó.

   Duprat agregó que, en general, las parejas deciden separarse de hecho antes y, luego, inician el trámite.

Carolina Duprat, presidenta del Instituto de Derecho de Familia del Colegio de Abogados.

   “No es frecuente que se realice un divorcio, por ejemplo, cuando aún están juntos, aunque no está prohibido hacerlo”, explicó a La Nueva..

   En 2015 entró en vigencia el Código Civil y Comercial, que —entre otras importantes cuestiones— modificó el trámite de divorcio por uno mucho más sencillo.

   Respecto de la actividad durante la pandemia, Duprat destacó el rol de los juzgados.

   “Se organizaron muy bien. Los expedientes están digitalizados y los podemos ver a través de la mesa virtual. Las audiencias se hacen a través de la plataforma Microsoft teams. Es un sistema que funciona en forma eficiente y ha permitido continuar e iniciar procesos judiciales”, explicó.

   También dijo que jueces, secretarios, consejeros de familia, empleados y abogados se han puesto a tono con los trámites virtuales.

   “En esto se ha avanzado mucho. Incluso, frente a la imposibilidad que los realicen los oficiales notificadores, se ha comunicado por WhatsApp. Aunque en este punto pueden existir conflictos derivados de la seguridad jurídica, y en qué casos procede este tipo de notificación, toda vez que está en juego el derecho de defensa de todas las partes”, admitió.

Duprat, quien también es profesora de la materia Derecho de Familia y Sucesiones de la UNS, sostuvo que esta crisis ha puesto en evidencia que hay muchos trámites que pueden simplificarse y que eso es muy positivo de cara al futuro.

  “Se debe tener en cuenta que, en los temas relacionados al derecho de familia, es necesario dar una resolución urgente, sobre todo cuando se encuentran comprometidos derechos de los niños, niñas y adolescentes, o de personas con discapacidad”, agregó.

   “Está claro que, en algunas cuestiones, es necesaria la presencialidad como, por ejemplo, en las pericias psicológicas en casos puntuales, o el derecho de los niños a ser oídos por el juez, porque no es lo mismo hacerlo a través de una cámara”, concluyó Duprat.

Datos del Poder Judicial y de la Corte Suprema

  Por las razones comentadas en este mismo informe, donde se hace la disquisición entre separación y divorcio, las cifras del Poder Judicial de la Provincia de Buenos Aires y de la Suprema Corte de Justicia —en respuesta a una solicitud de La Nueva.— ratifican que los divorcios no se incrementaron en este último tiempo.

   En el período marzo (inicio de la cuarentena)-noviembre (recién concluido), hubo 403 sentencias de divorcio en el distrito de Bahía Blanca, 179 menos (582) respecto del similar período del año 2019 (una caída del 30,6 %).

   Tomando el año 2015, cuando desde agosto se modificó el Código Civil y Comercial, la cifra casi se duplica: de los 815 de entonces para marzo-noviembre se pasa a los 403 actuales (--50,5 %).

  Los divorcios en Bahía, en el segmento analizado, van desde 815 (2015); 865 (2016); 817 (2016); 599 (2018); 582 (2019) y 403 (2020).

El mes de mayor número de sentencias, desde 2015, es octubre, con 557 (pico máximo de 121 en 2015). Luego siguen septiembre (508); agosto (481) y noviembre (439).

   En la provincia de Buenos Aires la secuencia en similar. También para marzo-noviembre, en 2020 hubo 10.396 divorcios, 5.460 menos respecto de 2019 (15.856), una caída del 34,4 %.

   En extremo aparece con el dato del año 2016, cuando hubo 22.786 sentencias (10.396 de 2020): —54,4 %.

   En el territorio bonaerense el número de divorcios (por presentación conjunta y unilateral) es: 19.706 (2015); 22.786 (2016); 22.698 (2017); 16.781 (2018); 15.856 (2019) y 10.396 (2020).